Me fui de viaje en búsqueda de mi corazón, al cual había abandonado mucho tiempo atrás y ya estaba cansada de que a cada rato las personas me dijeran “no tienes corazón”, por lo tanto, agarré mi moto y me enrolé en una larga travesía por la carretera, disfrutando del aire que acariciaba mi rostro y que hacía bailar los rizos de mis cabellos.
Primera estación:
Cuando me estacioné por unos minutos para descansar del sofocante sol, me encontré con una diminuta figura, muy preciosa ella, arrinconada en una esquina y mirándose constantemente en un espejo que tenía en frente.
—Hola, me podría decir dónde puedo encontrar a…
—¡Estela! ¿Eres tú? —me preguntó cuando se levantó y dejó caer el espejo.
—¿Eh? ¿De dónde tú me conoces?
—¡Pero si soy yo! ¡Tu Atracción! —vociferó eufóricamente.
—¿Mi Atracción? ¿Y por qué estás tan sola aquí?
—Aquí mismo, en esta esquina, me dejó tu Corazón cuando lo abandonaste y lo único que me había dejado fue este espejo —me contestó mirando hacia los trozos que había en el suelo y luego alzó la mirada— ¡Ay, Estela! ¿Por qué me rechazaste? Si yo te aceptaba tal y como eras, sobre todo, tus ojos, tus crespos y tu risa.
—No te preocupes que no te voy a despreciar más, pero ahora necesito que vengas conmigo para que me ayudes a recuperar a Corazón —le dije cuando le agarré el brazo y nos acercamos a la moto—. Dale, móntate y ponte el casco.
Segunda estación:
Cuando llegamos a la próxima estación, se acercó a nosotras, corriendo, una figura alta y cuando estuvo frente a mí, me gritó con el rostro muy enojado y señalándome con el dedo:
—¡Me desilusionaste mucho, Estela!
—¿Y esta quién es? —le susurré en el oído a Atracción.
—Esta es tu Ilusión —me contestó de la misma manera.
—¡No cuchichees más y acaba de decirme por qué me abandonaste! —seguía muy alterada Ilusión.
—Te prometo que no te decepcionaré más, ahora lo que necesito es que nos acompañé a Atracción y a mí a encontrar a Corazón, aunque el problema es que no tengo casco que darte.
—Bueno, da la casualidad de que lo único que me dejó Corazón antes de dejarme tirada aquí, fue un casco.
—Entonces no hay nada más que hablar. Ilusión te sientas detrás de Atracción.
Tercera estación:
Ahí encontramos a una figura obesa, que según me dijo Ilusión, era mi Fe. Apenas podía moverse y cuando nos acercamos a ella, me dijo con los ojos muy tristes:
—Estela, ¿viniste a buscarme?
—Sí, para que me ayudes junto con Atracción e Ilusión, a encontrar a Corazón.
—Eso es mentira, tú no quieres mi ayuda, si dejaste de confiar en mí, a pesar de lo mucho que creía en ti ¿Por qué dejaste de creer en mí, Estela?
—A partir de este momento creeré siempre en ti y nunca dejaré de confiar en mi Fe. Ahora necesito que nos acompañes, aunque el problema es que no hay sitio para ti en la moto.
—No te preocupes, que Corazón me dejó una carretilla, parece que sospechaba que algún día tú nos buscarías.
—Bueno, no perdamos más tiempo y vamos a enganchar la carretilla en la parte trasera de la moto para continuar con el recorrido —refutó Ilusión.
Cuarta estación:
Esta estación estaba llena de flores y en el centro de la misma había alguien con una corona de flores en la cabeza donde bailaba y giraba constantemente, en una de esas volteretas nos vio y salió corriendo hacia nosotros con mucha alegría. Una vez cerca me abrazó y me dijo:
—¡Estela, que feliz me haces poder verte después de tanto tiempo!
—Supongo que tú eres mi Amor Propio —le dije en cuanto comenzó a abrazar a los demás.
—Sabía que adivinarías y estas criaturas preciosas que te acompañan, sospecho que son Atracción, Ilusión y Fe. Bueno, ya que está todo el piquete formado, ahora si hay grandes posibilidades de que aparezca Corazón.
—¿Tú crees?
—Sí, claro que sí, ahora que ya aprendiste a amarte a ti misma, ya es hora de que recuperes tu Corazón. Entonces, ¿en qué parte de la moto iría yo?
—Por supuesto que conmigo, con quien más que no sea tu amiga Fe.
—Pues claro que sí. Dale, vámonos, que para luego es tarde.
Última estación:
Cuando nos bajamos de la moto, vimos a una figura que llevaba un vestido rojo y una enorme flor del mismo color del vestido en el centro de la cabeza. En ese instante corrí hacia ella y le dije mirándola fijamente a los ojos:
—Corazón, te he buscado por todas partes y al fin te encontré. ¡Soy yo, Estela!
—Sé muy bien quien eres —me contestó con una sonrisa intensa—. Y tú nunca me perdiste, solo decidiste abandonarme, determinaste que ya no me necesitabas; así que malgastaste tu tiempo en venir hasta aquí.
—Pero he tenido que recorrer un largo camino en mi moto para encontrarte y me encontré por el camino a Atracción, Ilusión, Fe y Amor, las cuales abandonaste cuando decidí sacarte de mí. Ellas están aquí conmigo, las traje para que estuviéramos todas juntas de nuevo.
—Yo no las abandoné, simplemente que tú las perdiste cuando decidiste no tener más corazón, ni amor propio, ni fe en ti misma, ni ilusión y ni cuando dejaste de aceptarte tal y como eres. ¿Estás completamente segura de recuperar a todas ellas que son parte de ti?
—Sí, quiero aceptarme tal y como soy, tener de nuevo ilusiones, creer en mí y amarme a mí misma. Así que, por favor, te lo pido de corazón, ¡vuelve conmigo, te necesito mucho, sin ti no puedo vivir de verdad!
De pronto, Atracción, Ilusión, Fe y Amor, se introdujeron como por arte de magia en el centro del pecho de Corazón y una luz brillante apareció en el mío. Al otro día cuando desperté en mi cama sentí algo pesado en mi pecho y que latía fuertemente.
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