Viaje al pasado

Viaje al pasado

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20/08/2019

Viaje al pasado

En 1999 Hernan estaba en once, llevaba más de un año tras Paola, una chica un año mayor que él, la conoció en el colegio.

Ella era alta, de cabello liso color castaño, sus ojos más bien pequeños y piel blanca.

Con algunas pecas en su rostro y la sonrisa más bonita que conociera a la fecha.

No fue amor a primera vista o al menos eso pensaba él en ese tiempo.

Namo, como le decían sus amigos, era un chico normal, no estaba buscando enamorarse, le gustaba el rock, leer y el basket.

Tenía muchos amigos se llevaban bien los de diez y once, compartian gustos y fiestas, aunque Paola no iba a ninguna.

En su salón ella era una referencia si querías caerle a alguien, los compañeros la buscaban para que les ayudara en la conquista.

Así fue como la conoció realmente, se acercó la primer vez, para que ella escribiera un mensaje para una chica de su salón.

Ella le preguntó qué quería exactamente, y él contestó que conquistarla.

-¿por un rato o de verdad te interesa? Volvió a preguntar Paola.

Y entonces no supo que decir, ella sonrió, dijo que serviría cualquier mensaje ya escrito, le paso unos cuadernos y pidió que escogiera uno de ellos.

Namo le pidió prestados dos de sus cuadernos para elegir alguno, pero la verdad nunca entregó ese mensaje a nadie, pues después de verla sonreír, de leer sus cuadernos y escucharla hablar, solo le interesaba ella.

Siempre buscaba excusas para acercarse, ella se graduó y él pasó a once.

Con el pasar del tiempo le obsesionaba verla, saber de ella, no le conocía ningún novio, aunque sabía de muchos de sus pretendientes.

Hernan no se atrevía a invitarla a salir o darle a conocer sus verdaderas intenciones, ya que Paola era bastante esquiva con eso del amor. No era que no creyera en él, sino que era muy desconfiada, su vida realmente nunca fue fácil y además, ver a sus compañeros cambiar de amores cada semana le daba la impresión de que eso no era lo que quería para ella.

Una tarde conversando Namo le confesó que amaba a alguien. Ella le pidió que la describiera.

–Acaso es, necesario? Dijo.

-«Por supuesto, no se ama lo que no se conoce» respondió

Entonces él se atrevió a decir:

«Es tan radiante como un día de verano, alumbra mis días con su voz y sus ojos encierran un profundo misterio, sus labios son delgados y deben saber a mango maduro. Su cabello juega perfectamente con su rostro, dándole un aire de seguridad cuando me mira.

Cuando habla lo hace con cierta madurez e inteligencia, eso es lo que más admiro de ella, su capacidad de analizar cada detalle por simple que parezca»

Ella lo miraba desconcertada, sus ojos le brillaban y sonriendo dijo

–Entonces: escuchala, solo así sabrás lo que ella necesita, sé sincero, dale prioridad por encima de todo y mucho amor diariamente con pequeños detalles, por favor no la dejes pasar, parece que en verdad la amas»

Esa tarde Paola también le contó a Namo sobre un chico que le gustaba a ella y al cual le había escrito los últimos poemas. Después de eso se quedaron en silencio, Namo no pudo decir más nada, terminaron su helado y se despidieron.

Dos semanas después Namo se enteró que Paola había logrado conquistar a Estiven, un chico de otro colegio.

Namo estaba muy mal, sentía un vacío incomparable y dejó de frecuentarla, ahora su amor tenía dueño.

Terminó ese año y Namo volvió a Cali con su padre, nunca pudo olvidarse de Paola, su corazón seguía ligado a ese amor de colegio, dos años más tarde viajo para buscarla decidido a conquistarla.

Al llegar ya no la encontró, Paola había viajado a Medellín para no regresar, no tenía más datos de ella.

Hernan fue a Medellín con la esperanza de encontrarla, puso algunos avisos en las emisoras más importantes, sin embargo, nunca hubo respuesta.

Actualmente Hernan vive en Cali, con Catalina su compañera de vida desde hace tres años, viaja continuamente por motivos laborales, y siempre que arriba a Medellín lo cubre la esperanza de volver a saber de Paola.

Ha imaginado mil veces esa primera conversación, podría reconocerla desde lejos, sin duda recordaría su sonrisa y esos ojos tristes color café.

Aún conserva uno de sus cuadernos con poemas y mensajes los cuales le fueron útiles en sus conquistas, durante estos años, pero sobretodo le recuerda a su amor eterno.

Se arrepiente de haber dejado de hablarle, sin motivo, finalmente ella nunca supo de sus verdaderos sentimientos.

De seguro hoy no dudaría luchar contra cualquier obstáculo para estar con ella, «la sabiduría llega cuando no nos sirve para nada» dice una vieja canción.

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