El paso incontrolable e irracionalmente constante de los minutos, las horas, los días, semanas, años,… acompañando nuestras vidas, primero hacía delante con esperanzas, ilusiones, sueños, proyectos, sin tener nunca alguna garantía de acertar en nuestro propio pensamiento, en nuestro recorrido, para luego , no se sabe el momento concreto, ir hacía atrás, intentando vivir más intensamente, reflexionando sobre lo acontecido en su trayecto, antes de desembocar sin remedio en su totalidad.

Todo va pasando, según lo previsto o no, en un marco conceptual, abstracto, que nada tiene que ver con la intensidad o la relajación de los momentos vividos, por cada una de las personas que los integran.

Pocos privilegiados tienen el regalo de poder parar » su tiempo» , no condicionado por la hora ni el momento, sino por una insólita necesidad de reflexión, de análisis de su propia realidad, para así poder dar un empuje a su existencia.

Analizamos, pensamos y reflexionamos, lo hacemos consciente o inconscientemente, sobre los acontecimientos que se nos presentan en ese camino inundado por vivencias, relaciones, quehaceres, sensaciones, compromisos, hechos, ilusiones, logros o fracasos.

El despertar de las horas, del sueño, del mundo, el no saber que hacer con tu día, ese nuevo regalado, los que nos sigue regalando el tiempo, uno tras otro, sin poder atraparlos y que algunas veces pasan sin mirarlos.

Días, semanas, meses, años, nos invaden sin parar, sin dejarnos a veces si quiera respirar, sobrevivimos a los mejores y a los peores pero siempre comenzamos de nuevo, avanzamos, siempre hacia adelante, nunca tenemos la opción de retroceder, de rectificar. Nuevo día, nuevo mes, semana, año,..Puede ser nuestra felicidad tan pasajera?

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