Reflexiones de una ventana

Reflexiones de una ventana

Estaba sentado al borde del alfeizar balanceándome hacia adelante y hacia atrás, hacia el pasado y hacia el futuro, con mi pequeña espalda apoyada sobre el vidrio en algunos momentos y totalmente suspendida en otros. Lo único que hacía era observar, observar como lo hace un niño que todavía nada ha visto, en el cual todo esta por ver, donde la posibilidades que se le presentan son incontables e infinitas, lo mismo para mi, con un futuro prometedor por delante, pero, esa cosa me retenía, el frió vidrio como hielo me llamaba hacia si, me sujetaba, me acorralaba, me dominaba, cuando lograba soltarme podía saborear la libertad que podía alcanzar aunque durara unos pocos segundos era lo que mas disfrutaba, como si todo lo que había dentro de mi explotara de alegría y regocijo llenando mi cuerpo de satisfacción; aunque de nuevo ese monstruo se erguía atrás mio succionando mi vitalidad y enterrándome en un profundo pozo negro y podrido en el cual apenas la luz era visible. Otra vez mi pasado que no me dejaba avanzar que tiraba piedras mientra yo estaba por llegar a la meta, en la cual al llegar se abrirían caminos a metas más distantes, más largas pero de las cuales las recompensas eran sumamente gratificantes. Mi pasado, me llamaba, me dolía, me susurraba, me decía que mientras menos me moviera más tranquilo iba a estar, que mientras menos pensara menos sufrimiento iba a padecer, que mientras otros sufrían todo una vida tratando de conseguir sus metas yo podría tener bienestar si me quedaba con él, por un momento le creí, por muchos momentos en realidad. Dudaba de la elección que había tomado ese día, cada hora que pasaba, cada minuto, cada segundo me alejaba más de la certidumbre que tuve cuando tomé la decisión de permanecer en el pasado antes de elegir el futuro, y me alejaba también cada instante de esa certidumbre inicial y me hundía en la incertidumbre plena, me llovía de preguntas ¿Tomé la decisión correcta?, ¿Voy a poder vivir con la incertidumbre que reina en mi vida?, ¿Tengo que cambiar?, ¿Cómo voy a poder progresar si estoy inmóvil?, y muchas mas que ni son dignas de ser escritas ni dignas de ser escuchadas. Vacío, muerte, desencanto, pena era lo que había elegido por voluntad propia ese día, había elegido el suicidio porque a eso me estaba llevando poco a poco con mis elecciones, estaba destruyendo mi vida pero ¿cómo? si lo que más amaba en el mundo era mi vida, mi libertad, mis posibilidades, ciertamente alguien que se ama a si mismo nunca se va a destruir, entonces lo comprendí, en el momento que el pensamiento se formulo en mi cabeza lo resolví; estaba entrando, justamente entrando al lobby del edificio cuando mi cabeza se apoderó de todo mi ser, mi cuerpo, mi conciencia y mis sentimientos, entonces salí corriendo escaleras arriba para entrar a mi departamento y volver a sentarme donde tiempo atrás me había sentando, el comienzo que allí se había dado estaba a punto de expirar en un fin inquebrantable pero que a su vez daba el pie de un excelso y nuevo comienzo. Entonces me re-encontré en ese alfeizar, me re-encontré conmigo mismo, esa parte que había alejado con las sombras y la penumbra del pasado y la muerte que me había tomado por la espalda, me re-encontré con el futuro que esperaba, ya sin estar apoyado sobre el vidrio, estaba más vivo que nunca, radiante de esplendor y en ese momento mismo, cuando me senté y contemple todo lo que antes mis ojos se posaba, terminé de comprender; todos los edificios donde en cada uno de ellos había diferentes personas que podían vislumbrarse por el borroso vidrio, unas comiendo, otras trabajando, otras descansando; los rascacielos ,templos de la sabiduría acumulada durante siglos, santuarios hechos por el individuo para el individuo, las calles abarrotadas de gente movilizándose, vivas, más vivas que nunca ahora que podía entenderlo, esas mismas calles llenas de autos que desde arriba se veían como pequeños juguetes del cual uno podía tomar a su disposición, más arriba mío, el cielo, donde ya casi se podían observar la Luna y algunas pequeñas estrellas que emitían el mensaje de todo lo que queda por conseguirse y conocer, ademas en ese cielo maravilloso se pintaba un avión que recién estaba despegando, despegando con infinitas posibilidades para cada uno de sus tripulantes con un futuro prometedor esperando en su aterrizaje, eso, eso mismo me hizo comprender que tenía que dejar atrás mi pasado porque de lo muerto solo cosas muertas y podridas pueden surgir pero del futuro que ahora estaba eligiendo, eligiendo el movimiento constante que mi devenir tenía, ese movimiento que me daría vitalidad pura, ese movimiento que incluso la muerte no podría detener porque ante mi se presentaban los rascacielos, los edificios, las calles, el cielos, los aviones llenos de vida por dentro y también por fuera, por los que los ocupaban y por los que lo habían creado, algunos muertos otros vivos pero cada uno de ellos perpetuados en continuo movimiento en la memoria de cada individuo allí presente, entonces solo entonces pude volar libremente y completamente seguro de lo que me esperaba. Decidí elegirlo, decidí hacerlo realidad, yo quería también ser como esos hombres, como esas mujeres, como todos esos individuos que nacieron en movimiento, vivieron en movimiento, murieron en movimiento y como su obra magna dejaron también movimiento al porvenir. Finalmente fue que comprendí que de la nada, nada proviene y que solamente del verdadero vivir se puede ser pleno en la existencia y llegar a ser feliz.

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