Algo así tuvo que pasarle por la cabeza a Marcos, cuando decidió tomar aquella decisión.
Se levanto como cada mañana, un sábado más, con una taza de café en la mano y una canción en la cabeza; pero algo le había sucedido aquella noche, ni el café sabía tan fuerte aquella mañana, ni la canción sonaba tan perfecta en su cabeza.
Fue entonces cuando, sentado en la terraza, contemplando la fría mañana que había despertado, comenzó a recordar las palabras que su abuelo recitaba durante sus últimos suspiros:
“Y quieres ser el dueño de tu sueño
luchando con empeño
para que al final no muera
pero te sientes pequeño,
cada uno a su manera
al ver pasar el tren de la vida verdadera”
– ¡A la mierda! – Pensó. Rápidamente, se acercó al teléfono para hacer sus llamadas de rigor, el lunes cambiaría de vida, el reloj contaba y sus suspiros se agotaban. Quería dejar atrás una vida marcada por el ritmo del sistema… Despertar, tomar café, ir a trabajar, descansar, leer un libro, irse a dormir y otra vez, a empezar de cero. Se dio cuenta de que vida solo hay una, y que hay que disfrutarla, vivirla… Aquel día consiguió superar su miedo, el miedo a lo desconocido, y dio el paso, se arriesgó, viajó y, sobre todo, vivió.
¡Recordad! La vida solo nos da una oportunidad y, realmente podemos disfrutar de ella dos veces; una primera hasta que nos damos cuenta de que algo estamos haciendo mal y, una segunda, después de despertar, donde podemos disfrutar realmente de los pequeños detalles y de cada momento. Superarse es cosa de cada uno de nosotros, la felicidad forma parte de nuestra respiración.
¡Vive! ¡Arriesga! El momento, está solo para disfrutarlo, pues nuestras vidas son un simple folio en blanco, que una vez escrito no se puede borrar. Comienza a escribir el capítulo más maravilloso de este libro, supérate a ti mismo.
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