Una taza de café capuchino, a las 8:00 am, junto al lado de la almohada. Aquel recinto donde se alumbran tantos recuerdos cuando convivíamos; podía acariciar su cabello lacio, verla dormir causaba satisfacción, había conexión entre nuestros sentimientos que se cruzaron desde que decidimos estar unidos; y lo que suele pasar en aquel entonces, donde tomas el riesgo de compartir hasta lo más mínimo que tienes en secreto. Pensar que nada va a pasar y todo va suceder, algo erróneo pero que solo alguien con reseñas de amor opta por tener en su mente casi siempre.
Puedo describir que al principio siempre las cosas pintaron de maravilla; tampoco quiero decir que actualmente sufro por ello; sin embargo fue grandioso como se traspasa cada etapa de superación, de continuar el mismo camino pero con los propósitos que desde chico se traía. Se supera pero no se logra olvidar, los hechos pasados son recuerdos constantes, solo que el grado de afectación es mucho menor y quizá pasa por desapercibido. También se ríe por el sabor que tenía ese amor que ambos alimentábamos cada día, es una historia de acontecimientos que no se repite dado por que somos diferentes, y cada persona es una experiencia e historia diferente, quizá hayan similitudes de la manera de tratarnos, o tal vez un Déjà vu, resultado de los recuerdos.
Cada ser humano nos demuestra múltiples combinaciones de cómo ser, como vivir, como tratar, como amar; así como lo hizo ella tiempos atrás, también existirá otra persona; la manera de amar se vuelve relativa, entre intervalos; quizá nos ame mejor, quizá peor. La cuestión es que independientemente de cada uno de nosotros, habrá una historia, donde el sabor del amor se presenta como parte de los buenos momentos de nuestra trayectoria. Aprende amar y a ser amado, sin pretextos, sin exigencias; porque a toda hora estamos buscando el defecto de cada persona para querer ser perfeccionista, cuando no te das cuenta que también posees defectos, y debemos adaptarnos, para lograr la conexión; así mismo paso con la chica que acaricie, la misma que despertaba con un beso de buenos días, los cosquilleos mutuos que terminaban con enojos nobles, con el fin de ser creativo para restablecer una sonrisa de un rostro suave y enojado. Pero no cabe duda mencionar la calidad de chica que fue participe de los mejores momentos.
No hay acción de extrañar, si no de resaltar los bueno episodios de nuestras vidas, como a mí me paso; quizá le paso, o le esté pasando a alguien y sin mencionar lo malo, se sabe a conciencia que fue grato, un sabor de amor con su toque y estilo único.
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