Conocí a Eloísa en la Universidad, las dos éramos unas jóvenes estudiantes de periodismo…jóvenes y con sueños.

Nos hicimos buenas compañeras de clases desde el primer día, ella era una mujer bastante atractiva, una chica de 23 años, alta, blanca como el papel, de grandes ojos avellana, una larga melena rizada, castaña y labios rosas que parecían pintados. Aun siendo una mujer bastante guapa, ella era una persona tímida que vestía ropa holgada y aun así no pasaba su cuerpo desapercibido.

Nuestras conversaciones solo se basaban en estudios, al principio solo era algo superficial, pero eso cambiaria con el tiempo…

Eloísa llegaba la primera y se iba siempre con prisas, recuerdo aun su rostro muchas veces ojeroso y cansado, trataba de ocultar quizás preocupación o dolor con unas grandes gafas de sol oscuras.

Un día, Eloísa llego tarde a clases y sus gafas no eran lo suficientemente grandes para tapar su ojo morado. Aun me culpo por no haber tenido el valor de preguntarle ¿qué le había sucedido? Luego otros episodios algo extraños hicieron que me acercara aún más a ella, pero era incapaz de decirme lo que le sucedía, aunque no dejaba de sorprenderme el estado con el que algunos días aparecía, llegue a pensar que Eloísa estaba siendo maltratada por algún novio, pero ella insistía en que no me preocupara.

No paso mucho tiempo, cuando la encontré en el servicio llorando desesperadamente, dando golpes en su pecho fuertemente, parecía querer arrancarse el corazón y sacar el dolor con sus propias manos… Fue entonces cuando conocí la historia detrás de aquellas gafas oscuras que escondían sus grandes ojos avellana…

Al cumplir los 16 años el cambio en su cuerpo fue motivo de frecuentes abusos sexuales por parte de su padrastro, ella callaba por temor, pero no paso mucho para que ya no pudiera ocultarlo, al decirle la verdad a su madre, está por comodidad o quizás por amor, no pudo aceptar lo que su hija decía de su marido, siendo Eloísa despedida de su casa a media noche.

Sin saber dónde ir, fue en busca de ayuda donde esas que llamaba amigas, ninguna fue capaz de ayudarla…

Joven, sola y con hambre, llegó a una casa de citas donde cambió su nombre a “Amor”, al principio solo podía servir copas a los clientes y ayudar a las otras jóvenes que prestaban sus servicios. Eloísa se sentía parte de una familia, ella ayudaba a sus compañeras y sus compañeras a ella… Al cabo de unos meses, los clientes pedían a “Amor” para que prestara servicios especiales, ofreciendo mucho dinero a la chica más atractiva del burdel … sin embargo, ella no estaba segura de hacerlo, pero las opciones eran pocas y la necesidad más grande y aún más cuando ella solo quería poder tener su hogar y la oportunidad de estudiar Periodismo, algo que siempre había deseado.

A los años Eloísa dejo de vivir en la casa de damas de compañía, para por fin mudarse a un pequeño pero confortable piso, sin embargo, había que pagar cuentas y a falta de experiencia, siguió trabajando para Madan Lolita.

Por un tiempo le fue bien, aunque sus trabajos como todos tenían riesgos… Al cuarto aborto, Eloísa decidió poner fin y comenzar de cero.

El primer día en la Universidad fue algo surreal para Eloísa, ver a tantos jóvenes, poder ocultar su pasado, pero la felicidad le duró poco… Ahí se encontró con Frank, un profesor de administración y ex cliente, que al verla la reconoció inmediatamente, persiguiéndola día a día, amenazándola, acusándola y golpeándola cada vez que podía. Eloísa unió el valor para acabar con el miedo de asumir que fueran ciertas las acusaciones de Frank.

Fue allí, en el baño justo 5 minutos antes de yo entrar, cuando entendió que todas las acusaciones eran reales.

Mi amiga murió ayer… no pasaron ni dos años para que el VIH opacara su belleza, nunca busco culpables, durante este tiempo aprendí a conocerla y respetarla, aunque para algunos solo era una burda Prostituta, para mi…una mujer valiente llena de sueños y una gran amiga.

Y aquí estoy despidiéndome de Eloísa, dejando rosas, las que nunca recibió de ningún hombre, ella solo pudo conocer sus cuerpos, sus deseos y sus secretos, pero jamás supo lo que era ser amada por uno.

Ahora solo me queda Martha… tiene los mismos grandes ojos avellana de su madre.

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