A muchos les mata el trabajo pero a mi me dio vida. Me hizo abandonar la rebeldía y emprender el camino de completarme como mujer. Me enseñó el significado de la palabra sacrificio y de mi sacrificio vi frutos crecer. Me regaló el billete de ida sin vuelta de donde procedía y no quería pertenecer. La oportunidad de conocer nuevas culturas, abrir mi mente y olvidar los prejuicios esos que llegan a ofender. Me regaló una historia de amor que aunqué no perduró siempre permanecerá en mi recuerdo. Recuerdos de besos a escondidas, de cosas prohibidas pero también de lo bien que salen las cosas cuando dos corazones se cogen de la mano. Conocí con mucho gusto el significado de la ambición, esa que le doy gracias cada día por no dejar de conformarme, por hacerme creer en mis talentos y potenciar mis cualidades para ya no estancarme y poco a poco crecer. Disciplina, respeto, empatía de que cada uno sigue su ritmo y que por muy deprisa que yo vaya no puedo a los demás hacerles correr. Aprendí el verdadero valor de la palabra equipo y que la fuerza de muchos hace más que la de uno solo. A no abandonar cuando las cosas se ponen feas porqué permanecer es la única manera de que nos premien por todo aquello que hicimos. Trabajar en el calor del mismisimo paraíso, en las tierras más frías de la tierra. Descubrir los más bellos lugares es el mejor sueldo que he tenido en mi vida y al final de la partida eso serán mis mejores recuerdos. No todos crecimos con una vida llena de comodidades pues a muchos nos acompañaban las tempestades. Mirar de donde vengo y ver donde estoy cada día es la mejor de mis sonrisas y mi mejor razón para cada dia agradecer. Pues seremos todo aquello que queramos ser y las condiciones que nos atan solo son falsas ilusiones. Excusas baratas que nos hacemos a nosotros mismos para solo ver nuestros sueños mientras estamos dormidos. Despertar fué un camino duro, que trajó consigo las vistas más dulces. Si algo me ha enseñado la vida esque lo que fácil se consigue resulta insignificante y lo difícil gratificante. Que no debemos convertir nuestro día a día en una cárcel sino hacerlo un trampolín en busca de aquello que nos hace brillar. Quizás el mejor de los desafíos sea encontrar que es lo que nos hace vibrar en nuestros corazones, eso mismo que llamamos pasiones. Y cuando hayamos conseguido tenerlo en nuestra palma de la mano, ten por seguro que no volverás a pronunciar » me voy al trabajo» sino que dirás » me voy a seguir haciendo mi sueño realidad».
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