Tánatos vs Eros

Tánatos vs Eros

peeperita

21/09/2025

Alguien especial con quien nos conocemos muy poco me dijo: “tenés cara de triste o de recién levantada.” Le dije que era lo primero y que lo segundo era su consecuencia; no podía levantarme. Después agregó: “siempre mi vida y mis acciones tienden al desequilibrio.” Creo haber sido esa persona por lo menos desde que falleció mi papá, ahora enfrentando las consecuencias y a pesar de todo, aprendí a ver las cosas pequeñas de la vida -pero no como el típico cliché, sino realmente aprender a conectarme con las emociones de lo que el absurdo y lo diminuto de este mundo puede brindarme- a ser más consciente de aquello que no vemos porque tenemos la cabeza en un futuro que no existe y porque el cerebro rutinario te nubla la visión.

Siempre fui un ser sensible por la belleza del arte en todas sus variantes, por la belleza de las personas, de la naturaleza, también sensible por la cruda y dura realidad que no ignoro.

Ayer mientras caminaba con las cámaras y mi mate, encontré civilizaciones en el musgo, en el barro. Caracoles y huevos de futuros caracoles bebés -eso me volvió loca-.

Al final del recorrido me encontré con Gladys, otro día ampliaré en su historia, pero es una abuela coqueta y muy lúcida que me dijo que le gusta hacer crochet y que cada vez que veía todas las cosas que había tejido veía soledad. Le pegó en el clavo.

Volví contenta a casa. Y acá viene un poco la reflexión que quise hacer ayer pero no salió hasta hoy a la mañana.

Freud escribió “Más allá del principio del placer” en 1920. Habla sobre la pulsión de muerte (Tánatos) -es esa tendencia interna a repetir lo dañino, a cerrarse, a buscar el silencio permanente, inmovilidad, desesperanza o atracción hacia la anulación-. Y la pulsión de vida (Eros) -ligada al instinto de conservación, la unión, la creatividad, el placer y todo aquello que tiende a mantener la vida y a construir-.

Cuando conozco a alguien, puedo saber en parte sí han tenido pensamientos ligados a la pulsión de muerte, sino, lo pregunto. Porque sé que cuando uno se encuentra en situaciones difíciles, cuando la vida se siente ausente, estos pensamientos aparecen y si uno los alimenta, crecen, cada vez son más familiares y más fáciles de recurrir a ellos.

Mi instinto de cuidar de los demás nace. Por eso, tanto como me gusta aprender, me gusta enseñar.

Puedo ser hipócrita conmigo misma muchas veces, pero quedarme en la cama era quedarse en la repetición de la pérdida, en Tánatos. Salir de la cama con las cámaras y caminar, fue el principio de elegir crear, observar el mundo y seguir conectando con lo que me hace sentir bien. Conocer a la abuela fue abrir un lazo nuevo, lo que Freud llamaba el “trabajo de Eros”: unir, tejer, prolongar la vida en la vida de otros y en mí.

Creo que la vida de muchos que me rodean es una constante lucha entre esas pulsiones. Esto es una pequeña y humilde reflexión para que salgan a buscar a Eros, pues existe si uno está abierto a encontrarlo. No es para nada fácil, pero es lo que nos merecemos por existir en este mundo, en este país, en esta ciudad y en estas paredes. Si hoy te visita la voz que pide el fin, recordá: hay manos que esperan, historias por entretejer y un mundo que siempre acepta una vuelta más. No estamos solos; estar vivo también es un aprendizaje que se practica.

-Mili

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