El Anuncio de C.U.
Hasta los quince años mi sueño era ser modelo, sin embargo, nunca pude acudir a los Castings, eventos, o sesiones fotográficas que realizaban en los estudios de Televisión, pues por cuestiones económicas mis padres no podían acompañarme, ya que trabajaban todos los días sin descanso, además de que les disgustaba todo lo relacionado con ese mundo al cual tachaban de promiscuo y libertino.
- Ay No, mijita sácate de la cabeza esa tontería de modelar ropa de puta, tú debes de estudiar y tener una carrera, enseñar el cuerpo cualquiera lo hace, además eso es pecado.
Decía mi madre mientras fumaba su cigarrillo de la mañana y leía los chismes de la farándula, en tanto que mi padre le daba la razón para después mirarme con desilusión, lo que me provocaba un nudo de tristeza en el corazón, de tal suerte que con el paso del tiempo me fui olvidando de mi sueño, el cual por muchos años se convirtió en una fantasía infantil, en un recuerdo bobo que me provocaba vergüenza, sobre todo cuando mis padres lanzaban comentarios hirientes cada que en la televisión aparecía alguna actriz o modelo, lo que me hacía sentir como una idiota y aunque quisiera, no podía decirles nada, así que sólo me limitaba a ignorarlos y sonreírles con falsedad, mientras que por dentro, en lo profundo de mi alma el anhelo de ser modelo continuaba germinado como una semilla que espera su momento para florecer. Y no fue sino hasta que entré a la universidad que ese momento esperado llegó, pues un día mientras caminaba al Pumabús vi pegado en la pizarra de anuncios un cartel color amarillo que ponía en letras grandes y llamativas: “Se busca Modelo o Actriz”.
Leyéndolo con cuidado me pareció una oferta seria así que, arrancándolo de la pizarra lo guarde en mi mochila y me dirigí a mis clases, durante todo ese día estuve ansiosa por llamar a los teléfonos que venían para pedir información, sin embargo, no pude hacerlo debido a que los proyectos finales de la escuela me mantuvieron muy ocupada, de manera que no fue sino hasta una semana después que pude enviar un mensaje por WhatsApp al número, y tras varios minutos de espera recibí respuesta del director de la agencia, quien se presentó con el nombre de Sephar, el cual me hizo llegar un formulario de veinte preguntas básicas, además de que me pidió enviarle fotos mías de cuerpo completo, algo que me pareció prudente ya que en la mayoría de ocasiones se busca un perfil específico para el modelaje, así que cumpliendo con los requisitos, le hice llegar las fotografías y demás documentos que me solicitó a lo largo del día, no obstante, al estar contestando el formulario comenzó a causarme extrañeza que algunas preguntas eran muy específicas pues cuestionaba mi tipo de sangre, si había tenido operaciones, si tenía enfermedades de la piel, si estaba bautizada, si había hecho mi confirmación, o si creía en Dios y aunque en un primer momento no iba a contestarlas termine haciéndolo debido a que las agencias suelen ser muy celosas con los detalles o eso me habían dicho.
Cuando todo estuvo listo, me dijo que evaluaría mi perfil y en cuanto tuviera una respuesta se comunicaría conmigo, de modo que sin más que hacer le agradecí por la oportunidad diciéndole que quedaba a la espera de su mensaje.
Así pasaron dos semanas en las cuales yo seguí con mis actividades cotidianas, yendo a la escuela, visitando a mis padres de vez en cuando, saliendo con mis amigas a tomar etcétera, hasta que una noche Sephar me llamo por teléfono y me dijo que había sido seleccionada para una sesión, que se llevaría a cabo en unos días, y en la que se me pagarían tres mil pesos.
Yo estaba atónita, no podía creerlo, de manera que confirmando mi asistencia le pedí todos los detalles de la cita, pero él se negó y me dijo que un día antes me mandaría la hora y dirección, que no me preocupara por nada pues era una oferta segura, lo cual le agradecí y antes de poder decirle algo más terminó la llamada por lo que aproveche para dar un grito eufórico el cual despertó a mis Roomies, quienes lejos de enojarse se emocionaron y festejaron conmigo.
- Amiga, te lo mereces. Desde que te conozco has estado duro y dale con eso, y ahora que tienes esta oportunidad me da muchísimo gusto. Eso sí, cuando vayas al lugar mándame tu ubicación, así puedo estar al pendiente —me dijo Olivia.
- Sí, amix, me consta todo tu esfuerzo —agregó Ramona—. Muchas felicidades, en verdad te lo mereces. Eso sí, ve con mucho cuidado. Recuerda llevar tu taser y tu gas a la mano, por cualquier cosa. Ya sabes que este pinche país está lleno de enfermos y no vaya a ser la de malas. Acuérdate de lo que le pasó a Eva Gabriela, la bailarina que desapareció cuando fue a una audición.
- ¡Ay, cállate! No digas esas cosas, Ramona, la vas a espantar. Tú no le hagas caso, Maya, ya verás que te va a ir muy bien. Vamos por algo de tomar para festejar… ¡Qué emoción!
Salimos del departamento y en el camino al Oxxo les agradecí por su apoyo ya que a pesar de no conocernos por completo siempre nos apoyábamos como hermanas, debido a que las tres compartíamos mucho en común, por lo tanto esa noche nos la pasamos hablando de la vida y tomando hasta que caímos dormidas, no obstante, yo me tuve que despertar temprano pues debía ir a la Facultad, sin embargo la resaca y el desvelo me obligaron a me regresar al departamento para descansar, lo cual hice hasta que recibí el mensaje de Sephar. La cita era en la biblioteca Vasconcelos a las dos de la tarde, algo que me causó extrañeza y desconfianza porque se suponía que al ser una agencia de modelaje deberían tener oficinas, aunque al preguntarle me dijo que de ahí nos iríamos a su estudio para la sesión, por lo cual ya no dije nada, y mejor me puse a elegir mi outfit, tenía que ser sencillo pero cómodo. Al final opte por unos jeans azules acampanados que me hacían resaltar las caderas, junto con un suéter de manga larga y cuello alto color rosa que perfilaba mi cintura y mis pechos, pues quería presumir de mi figura, lo cual funciono ya que al día siguiente Olivia y Ramona no dejaron de decirme lo bonita que me veía, y lo bien que había combinado mi maquillaje con el azul de mis ojos, eso me levanto mucho el autoestima, por lo que después de recibir sus halagos y compartirles mi ubicación en tiempo real salí del departamento con dirección a la biblioteca, llevando conmigo mi taser, el cual guarde en la bolsa de enfrente de mi pantalón.
De camino al sitio Sephar se comunicó conmigo para decirme que me esperaba frente al mural de la entrada, así que bajándome del metro me dirigí hasta ahí, en donde lo encontré sentado en la barandilla, leyendo un libro antiguo y a pesar de que al principio nos costó trabajo reconocernos, dado que para empezar no era una persona joven (como yo me lo había imaginado) sino que tenía entre cuarenta y cincuenta años, con apariencia de extranjeros tipo julian richings, poseía además una mira angustiante, acompañada de una sonrisa desairada que mantenía esbozada en su rostro todo el tiempo, sin embargo, dejando a un lado eso, era alguien muy amable y respetuoso.
Tras algunos minutos de charla cotidiana caminamos hasta un café cerca de la avenida en donde seguimos platicando, no obstante el ambiente comenzó a ponerse tenso ya que Sephar estaba muy inquietó, pellizcaba sus manos y movía sus ojos como si tuviera nistagmo, por lo cual le pregunté si se encontraba bien, a lo que me contestó que sí, pero que no le gustaba el lugar, que si podíamos ir a otro lado, yo le dije que no tenía problemas con eso, así que al terminar de pagar la cuenta le pregunte a donde quería ir, y tras un pensarlo uno segundos me contestó que lo acompañara a hacer su súper ya que no tenía ingredientes para cocinar, algo que me saco mucho de onda pues no esperaba una respuesta tan inusual además de que yo no estaba ahí para socializar y hacer amigos, sino para el ver qué onda con el trabajo de modelaje, para el cual había sido seleccionada, así que se lo hice saber de una manera tajante, lo que ocasionó un silencio incomodo, el cual se interrumpió cuando respondió que tenía razón, que lo mejor era ir al estudio para iniciar la sesión, y así lo hicimos, sin embargo, yo creía que iríamos a una oficina, pero en lugar de ello, me llevó a una vecindad vieja y deteriorada cerca del metro Jamaica, en donde yo supongo que vivía.
Adentrándonos al lugar subimos hasta el último piso, en donde nos detuvimos frente a una puerta de color amarillo ocre, yo estaba sumamente confundida y a pesar de que le pregunté a Sephar en varias ocasiones de que en donde nos encontrábamos él no me contestaba.
Abriendo la cerradura del departamento, Sephar se detuvo me miro y me dijo que tenía un poco sucia la estancia del lugar que lo disculpara, pero había tenido visitas. Yo le contesté que no se preocupara, pues no siempre se podía tener todo arreglado, no obstante, aquel comentario pareció disgustarle ya que me lanzo una mirada asesina, como si fuera yo su peor enemiga, eso me alerto de inmediato, algo no estaba bien, así que metí la mano a la bolsa de mi pantalón y encendí el taser, pero no fue necesario dado que no pasó nada, tan sólo se limitó a pedirme disculpas de nuevo por el desorden que iba a presenciar, de modo que sin más abrió la puerta con dificultad hasta que hubo un hueco lo suficientemente grande por el que ingresó, yo lo mire confundida y tras algunos segundos de espera. Sephar asomó la cabeza por la puerta entreabierta e hizo un gesto aterrador, primero se tapó el rostro con sus manos y después abrió los dedos dejando ver sus ojos, los cuales me miraron con locura y deseo.
Fue hasta ese momento cuando caí en cuenta de que todo estaba mal, por lo que di dos pasos hacia atrás buscando la manera de irme, pero justo en ese momento abrió la puerta de par en par y me dijo que entrará con una voz firme y gutural, sin saber qué hacer me quede congelada mirándolo de arriba abajo, postrando mis ojos en sus pies descalzos, los cuales eran monstruosos, llenos de venas, con las uñas largas y negras, algo que me ocasiono nauseas, y eso que no había visto lo peor, pues su casa no estaba un poco sucia, sino que era un basurero que olía a putrefacción, todo estaba hecho un asco, había montañas de basura en los cuartos, cajas de Pizza, envolturas de hamburguesa, envases de refresco y un sinfín de revistas eróticas regadas por el piso, yo trataba de no hacer caras pero me era imposible ya que a cualquier lugar al que volteara una asquerosidad nueva me encontraba, de pronto, Sephar señaló una habitación al final del pasillo, dijo que ahí era su estudio, de modo que nos dirigimos hasta ella.
En cuanto entramos note de inmediato que aun lado de la cabecera de la cama había mucha ropa femenina, que me hizo pensar lo peor, pero no podía perder la compostura así que mantuve la calma, mientras tanto Sephar se sentó en la cama y comenzó a comportarse como un niño pequeño, jugando a saltar sobre ella dando vueltas y riéndose, yo para ese momento no sabía que hacer o decir estaba muy perturbada algo que él notó, de manera que se acercó hasta mí y me pregunto si me encontraba bien, yo le respondí que sí, que tan sólo está un poco aturdida, a lo que él respondió que eso mismo le había pasado también a la otra chica, sin saber que contestarle y con un miedo que me devoraba por dentro, me limite a sonreír forzadamente.
- No te preocupes- dijo con una voz infantil – vamos a iniciar las fotos para ver si así te sientes mejor, párate ahí en la ventana y desnúdate por completo ¿no tienes problemas con eso verdad?
- Claro que tengo muchos problemas con eso – le conteste en un tono brusco.
- Entiendo… Yo no sé porque les cuesta tanto trabajo, lo mismo me paso con la otra chica, pero al final siempre ceden, todas siempre ceden se creen únicas, pero son lo mismo, su sabor es el mismo.
- ¿A qué te refieres? ¿Cómo que su sabor es igual?
- Lo que pasa es que no pueden resistirse.
- ¿resistirse a qué?
- a mí.
De repente sentí un golpe contundente y caí al suelo, mis ojos se tornaron vidriosos y poco a poco comenzaron a cerrarse, de mi cabeza brotaba sangre que escurría hasta mi boca, su sabor metálico y astringente impregnó mis papilas gustativas.
Todo me dio vueltas y tenía los odios tapados.
Incorporándome con torpeza camine tambaleante por la habitación, a la vez que escuchaba con eco la risa siniestra de Sephar el cual se encontraba saltando sobre la cama, sosteniendo un martillo en su mano.
El miedo y el pavor se apoderaron de mí por lo que me dirigí a la puerta de la habitación para salir huyendo, pero estaba cerrada, así que comencé a golpearla desesperadamente, en tanto que Sephar me susurraba en un tono de voz persuasivo que no me fuera, que no lo dejara solo, que tenía miedo y me necesitaba.
Yo hacía el esfuerzo por ignorarlo, pues lo único que quería era salir de ahí, así que seguí forcejando con la chapa de la puerta hasta que Sephar cambió su tono de su voz transformándolo de cálido y dulce a grave y gutural lo cual hizo que mi corazón se acelerara. Lanzando gruñidos bestiales me ordenaban voltear.
Las lágrimas me escurrían por las mejillas, tenía tanto miedo que me orine encima, pues no quería ver lo que encontraría al voltear y no lo hice sino hasta que escuche un crujido, lo que vi no tiene explicación.
Sephar se encontraba desnudo con el cuerpo contorsionado, sus ojos se habían tornado blancos y su boca abierta a una dimensión inhumana se movía de arriba abajo mientras emitía sonidos de muerte, sus brazos eran enormes y de ellos colgaba piel flácida que parecía estarse desprendiendo de su cuerpo.
Gritando con todas mis fuerzas comencé a pedir ayuda desesperadamente, pero de pronto aquel esperpento se abalanzo sobre mí tirándome al suelo, la adrenalina subió por mis venas llenándome de energía, ayudándome a quitármelo de encima, pues gracias a mi taser, pude electrocutarle el rostro, acción que me dio suficiente tiempo para abrir la puerta y salir huyendo, aunque al hacerlo tropecé con la basura, golpeándome la cadera, manchándome el pantalón con sangre proveniente de un torso escondido debajo de una bolsa negra, lo que hizo que me paralizará de miedo, sin embargo Sephar venía hacía mí, reptando sobre sus extremidades, de modo que ignorando el dolor, me puse de pie y corrí por el pasillo, escuchando como a mis espaldas las uñas monstruosas de sus pies chocaban contra el suelo.
Cuando llegué a la puerta de entrada del departamento tire de la manija con tanta fuerza que la desprendí, ocasionando que esta se abriera y yo pudiera salir a toda velocidad sin voltear atrás.
Corrí y corrí hasta que llegué al metro en donde me derrumbé y me puse a llorar, una señora que vendía dulces me vio, se acercó, me regalo un pañuelo y dijo:
- Ay mi niña, no llores, tan bonita que estas, y de seguro ese cabron ni te merece.
Aquel comentario me saco una carcajada, aunque no me ayudó a dejar de llorar, aún sentía como mi cuerpo temblaba y mis pantalones mojados, aunado a que no entendía nada de lo que había pasado, mi cabeza daba vueltas y me dolía horrible.
Estuve veinte minutos llorando, esperando a que mi respiración dejara de estar agitada y mi cuerpo se tranquilizara, cuando eso sucedió me puse de pie. La cabeza me pesaba y aún sangraba de la herida que me provocó con el martillo, sumado a que no podía caminar bien, pues la cadera me dolía horrible, lo único que se ocurrió fue decirle a la señora que no se apartara de mí, que me ayudara a llamar a una amiga para que viniera a recogerme, la mujer me miró con ojos pálidos a los que se les acababa el brillo con cada año que pasaba, me tomó de la mano y me llevó hasta una banca, en donde se quedó conmigo hasta que llegó Olivia, la cual me llevó al hospital, en donde me dieron cinco puntadas en la cabeza, y me mandaron medicina para el dolor, eso me mantuvo en cama por algunos días ya que en cuanto pude mantenerme de pie fui a interponer una denuncia, y a pesar de que al principio creí que si pasaría algo, la realidad es que me topé con funcionarios públicos incompetentes que nunca pudieron atraparlo, ni porque les entregue todas las pruebas necesarias para que lo hicieran, lo único que me dijeron fue que habían cateado la vecindad pero que al llevar años abandonada no encontraron nada y sobre el teléfono y las páginas de internet todas habían sido eliminadas, así que resignada a que no obtendría nada, deje de insistir, y seguí con mi vida tratando de olvidar lo sucedido, sin embargo cada que cerraba los ojos veía el cuerpo de Sephar contorsionado, mirándome con su sonrisa desairada lo que me hacía sentir un miedo profundo acompañado de un escalofríos, dado que no podía olvidar lo sucedido por más que me esforzara pues sabía que él aún seguía haya afuera buscando a su próxima víctima atrayéndola con falsas promesas para después devorarla.
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