Aventura mensual: Super Perico y Un amo digno de su sirviente (17 de 32)

Aventura mensual: Super Perico y Un amo digno de su sirviente (17 de 32)

Arte Lancelot

14/06/2025

Las aventuras de Super Perico


Un amo digno de su sirviente

Primer movimiento


Décimo séptimo movimiento: Secuestro hospitalario

Versión en audio:

No fue difícil para nuestro héroe averiguar el nombre de la presidenta del CPAN o Club de policías aficionadas para niñas. Los rumores hablaban de un grupo muy peculiar de cuatro miembros infantiles. Sus identidades eran completamente desconocidas para la mayoría, con excepción de la presidenta Astrid; de la que se decía buscaba arruinar su propia vida. Había que ignorarla según decían, era la mejor ayuda que se le podía hacer.

Astrid, había aparecido en las noticias luego que fuera empujada desde un carro en movimiento. Según los reporteros la trasladaron inconsciente pocos minutos después. Tenía algunas fracturas leves y tuvo que ser internada.

La niña jamás hubiera puesto un pie en el hospital por su propio gusto; al menos es lo que decían los rumores. Desconfiaba de los hospitales y de los médicos en general. Pero había sido trasladada inconsciente en una ambulancia luego del lamentable suceso.

La madre de Astrid fue secuestrada hacía apenas unas semanas antes del incidente, pero oficialmente no se había confirmado como secuestro debido al silencio absoluto de los raptores. Sin embargo, el patrón de comportamiento era muy similar a otros delitos en el país; aunque según la policía no era posible descartar homicidio, asalto u otras explicaciones. El cadáver por supuesto, no había aparecido en ningún momento.

Según la versión que diera Astrid a la policía al día siguiente de su ingreso al hospital; ella logró reconocer en el interior de un auto estacionado a uno que supuso en su imaginación podría ser uno de los presuntos secuestradores. Aunque no estaba muy segura de su identidad, se arrojó como pudo al interior del vehículo que entonces estaba detenido y entró por la fuerza. Los hombres al verse confrontados por la niña y sus gritos arrancaron en el automóvil inmediatamente. Quizá planearon secuestrarla también, o quizá la pensaban abandonar en cualquier parte. Se produjo un forcejeo dentro del vehículo que terminó con la menor rodando en plena vía pública arrojada violentamente desde el auto de los delincuentes.

Afortunadamente, los médicos dictaminaron que solo se había fracturado con grandes posibilidades de recuperación mediante inmovilidad con férula.

En el momento de iniciar Super Perico la búsqueda de Astrid, la niña ya se encontraba completamente restablecida. Sin embargo, era común en Egeria el entonces llamado secuestro por internado hospitalario. Actividad por supuesto ilegal, pero que era tolerada con amplios abusos.

—Renuncia de una vez por todas, niña idiota… a la tonta idea de ser policía aficionada —la que hablaba era Jade, una enfermera del hospital más importante de Egeria.

—Ya sané de mis fracturas. No pueden retenerme, denunciaré el hospital a la policía.

—No lo harás, el que irá a la cárcel será tu padre por contagiarte de la enfermedad del bermellón óseo. El mismo se ofreció de voluntario como chivo expiatorio. Debes entender que todos queremos tu bien. 

Jade repetía con algo de fastidio, una explicación que ya había dado muchas veces:

—No tienes idea de lo aburridos que estamos de escuchar a padres de familia suplicando por sus hijos. 

«Nos piden todo el tiempo que los ayudemos a quitarles a sus bebés la estúpida idea de participar en las brutales costumbres de Haram. Tu padre nos suplicó por una terapia para quitarte la idea de ingresar a la Cooperativa de policías aficionados. ¡Te vas a matar mi niña!»

El plan de enfermarla no funcionó, quizá porque su amiga Chloe conocía del truco y se lo explicó algún tiempo antes de la fundación del CPAN. Pero igual sucedió lo mismo que su padre intentaba evitar: un accidente lamentable. Aunque por ahora sin consecuencias permanentes.

—El plan se arruinó —le encaró Astrid.

—El plan si funcionará porque no te vamos a dejar salir de aquí hasta que renuncies a ser policía aficionada. Así funciona la terapia. Niña, no vas a ser tan tonta para arruinar tu vida por ingresar a tan estúpido grupo de orangutanes. ¡Ríndete, es por tu propio bien! —Jade hablaba temerariamente como enfermera muy segura de su absoluta impunidad.

—Les juro que voy a enviar a la cárcel al doctor Sancho.

—¡Lo tomarán a chiste! El doctor es el hombre que más admiro en este país —decía verdad. Al hablar del famoso profesional le brillaban los ojos con ese entusiasmo propio de los admiradores sinceros.

La niña intentó recordar una respuesta que escuchó de Chloe, pero permaneció en silencio porque la había olvidado. Hubiera rebatido muchas cosas: como que Haram tenía uno de los índices más bajos de confianza hospitalaria. Además, la gente se negaba a ir al hospital pese a que existían recursos suficientes. Pero fue incapaz de argumentar, estaba tan alterada que la memoria le falló completamente.

¿Quién es ese doctor Sancho? El ministro de salud de Haram; quien había sido recompensado con un ministerio vitalicio por inventar la terapia del bermellón óseo para contrarrestar a los policías aficionados.

—La constitución prohíbe los ministerios vitalicios —se quejó Astrid con la enfermera.

—¡Y también prohíbe que te impidamos la salida! ¡Y también prohíbe que te arrojen de un carro en movimiento! Pero la próxima vez te matarán, y a nadie le va a importar.

En cuanto a la terapia, su funcionamiento era bastante simple de entender. Te enfermabas de los huesos por una enfermedad inducida artificialmente, luego ibas al hospital. Allí te impedían la salida hasta que de alguna forma renunciaras a los policías aficionados. Tan simple como eso…

El doctor Sancho desarrolló una enfermedad que podía inducirse fácilmente con pequeñas descargas eléctricas generadas por celular. Los teléfonos móviles en Haram se vendían con programas capaces de calcular con señales eléctricas signos vitales, pero eran criptográficamente vulnerables y se saboteaban fácilmente. De forma que provocar enfermedades como la del bermellón óseo, estaría al alcance de cualquiera con un mínimo de entrenamiento y recursos.

Una enfermedad sumamente molesta, que te deja casi inmóvil en su momento más grave. Afortunadamente, sus peores efectos pasaban por sí mismos gracias a los procesos regenerativos del cuerpo humano. Sin embargo, la recuperación completa necesitaba tratamiento eléctrico en un hospital. Sin ese tratamiento, el paciente sufriría algunos síntomas que aunque no severos, con el tiempo se volverían irreversibles. Por ejemplo, se sabía de deportistas que habían visto arruinada cualquier esperanza de ascender por el bermellón óseo. A los deportistas se les menospreciaba en Haram, así que no se consideraba un serio inconveniente a juicio de los defensores de la terapia del doctor.

Muchos ciudadanos exigían la erradicación de los policías aficionados. Para lograrlo, por lógica casi insalvable, era necesario que en adelante se prohibiera el arresto civil autorizado. El doctor Sancho se convirtió en uno de los líderes del movimiento. Desde el principio de su liderazgo quedo claro su descarada inmoralidad para lograr sus objetivos. 

La sociedad moralmente decadente de Haram, aceptó fácilmente los métodos inescrupulosos del movimiento antiaficionado. Sus terapias encontraron arraigo al consolidarse como la práctica de una sociedad secreta bastante virulenta. 

Sancho aseguraba que con su terapia desaparecerían los policías aficionados, costumbre que tildaba como la peor plaga social asesina. Prometía un mundo donde el gobierno tendría un Poder Ejecutivo que realmente funcional.

Al aumentar el porcentaje de miembros de la sociedad secreta; ingresaron personas de todas las clases sociales y profesiones: maestros, periodistas y hasta sacerdotes apoyaron al doctor Sancho. No eran pocos, los que como el padre de Astrid, llegaban a enfermar a sus conocidos y parientes. Se ofrecían como chivos expiatorios de ser necesario.

Conforme incrementaron su presencia en el gobierno, su participación popular creció exponencialmente. Con tanto apoyo perdieron el miedo a ser descubiertos y pasaron a la etapa descarada de nuestra aventura. La sociedad dejó de ser secreta en pocos años, probablemente para peor. Conforme se admitía cada vez más abiertamente sus inmoralidades, parecían adquirir fuerza más que disminuir en su influencia.

En ese entonces se les podía reconocer fácilmente por la señal del conejo. Consistía en un gesto difícil de ejecutar por error. Tocabas tu frente con la mano con la palma hacia adelante, apuntabas los dedos anular e índice hacia arriba, con los otros tres dedos firmemente unidos abajo. En detalle se formaba lo que se suponía era el rostro de un conejo. El doctor Sancho con el objetivo de masificar al bermellón óseo como una costumbre generalizada, ordenó juramentar a sus seguidores para responder siempre al saludo de la señal del conejo.

En resumen, sin importar tu edad y si deseabas ser policía aficionado debías ser sumamente discreto. De lo contrario en cualquier parte y lugar podrías enfermar repentinamente del bermellón óseo. El culpable podía ser casi cualquiera y tu terminabas prisionero en un hospital. Es el caso de la hija de la señora que fue secuestrada. 

Ella, advertida por Chloe, soportó con estoicismo las etapas más severas de su enfermedad inducida, de alguna manera se las ingenió para escapar del complot hospitalario. Pero luego del accidente, había perdido la consciencia… 

Cuando Astrid se encontró encerrada en el hospital. No pudo ingresar a la cooperativa de los policías aficionados como era su deseo. Creó el CPAN junto con tres de sus mejores amigas de sexto de primaria. El objetivo principal del club, sería investigar el secuestro de su madre. Actuaría en su cargo de presidenta, dirigiendo a sus amigas desde lejos, Pues por ahora no conseguía salir de su actual prisión. En Haram era común el dicho, que el peor enemigo de un ser humano es un mal médico; pocos se animaban a enfrentar el sistema corrompido.

A decir verdad, el CPAN fue más imaginario que real. Los logros de las cuatro niñas, en su club para policías aficionadas fueron bastante modestos. 

Hasta la llegada de nuestro periquito protagonista, no habían dado frutos realmente. Su mayor mérito, según el sarcasmo habitual de Chloe, era que habían disfrutado de ratos estupendos jugando entre compañeritas.

Una hora después de que la enfermera Jade se retirará del cuarto, correspondió turno al horario de visitas. Se citaron las cuatro integrantes del CPAN aunque como era lo regular, no tenían ninguna agenda entre manos.

Llegaron primero dos niñas, Melody y Mariazinha, venían juntas caminando desde la escuela. En correspondencia con su nombre, Melody era la más aficionada a las artes. Aunque su pasatiempo preferido eran las manualidades. Ese día llevaba triunfante su último éxito en artesanías de yeso. 

En cuanto a Mariazinha, seguro que sería la niña más obediente y devota del CPAN si alguna vez hubiera algo que hacer. Por el momento, tenía el récord como distribuidora de panfletos.

A las chicas de la escuela primaria para niñas Dayamai, les encantaba esculpir figuritas de yeso de sus personajes favoritos de la televisión. Actividad que se había puesto de moda gracias a la introducción de los giradores de resorte metálico; creados con el objetivo de imitar en el yeso la movilidad de las figuritas de plástico. 

Los giradores eran una tecnología algo reciente que requería bastante destreza para conseguir que el yeso no se destrozara al deslizar las piezas unas respecto a otras. Melody fue una de las pocas que desde las primeras clases había conseguido que sus personajes se movieran con la gracia y soltura propia del arte. A diferencia de sus compañeras, no tenía miedo a dejar el yeso hecho trizas al primer descuido.

—¡Pero que encantadora ternurita! es una hada unicornio. Pero si es Hoshi, la unicornio mudita —exclamó Astrid al admirar la delicada y fina figurita que exhibía la recién llegada.

—No es mudita, es que es muy tímida. En el episodio tres, aparece hablando —explicó Melody.

—Lo sé, solo bromeaba… Me encanta esa serie.

—A mí me hace llorar en todos los episodios. —Mariazhina además de obediente, era la más llorona del grupo. Se conmovía fácilmente hasta por asuntos completamente triviales. Era justo etiquetarle el defecto.

—Es imposible llorar en todos los episodios. El relincho multicolor es una comedia —dijo Astrid.

—No es comedia, tiene mucha violencia. En mi opinión es una serie traidora, es para niños pero la disfrazan de una serie para niñas. Dicen que no hay que verla, pero a mí me gusta —afirmaba Melody, pese a ser una fan rematada.

La última en llegar fue Chloe, la de la falsa miopía. Arrugó la cara en cuanto vio las manualidades. Con burla exclamó en voz alta, como si quisiera ser escuchada en los cuartos cercanos:

—¿Otra vez el Club de policías aficionadas para niñas jugando a las muñecas?

—¿Te molesta? —preguntó Melody.

—¡Si no puedes con ellas, úneteles!

Las cuatro se repartieron en préstamo las figuritas de yeso, incluyendo algunas defectuosas. Pasaron un rato encantador en sus juegos infantiles. Al verlas nadie pensaría que se trataba de la reunión de un club de policías aficionadas. Tampoco ellas mismas…


-Siguiente entrega disponible el 15 de julio del 2025
-Libro completo disponible en octubre del 2026


Ver también: Un amo digno de su sirviente, Arte Lancelot

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS