05-ene-25
Para Edelmira
Recordé, querida mía, con precisión de relojería
cuando nuestros labios se fundieron a fuego lento
y se esmeraron sus lenguas en explorar
la primigenia humedad de nuestros cuerpos.
Recorrieron unísonas con apetitos insaciables
desde las frenéticas bocas hasta las cimbreantes gargantas
salpicando con olas efervescentes y viscosidad de vino dulce
a los arrecifes salobres de dientes y encías.
Las puntas anfibias se tantearon intensamente
como desesperadas manos de ahogados
alisando sus pulposas pieles, mordisqueándose audaces
hasta enredarse en un solo músculo tensionado.
¡Cuántas fuerzas naturales dilataban sus texturas!
¡Dos delfines hambrientos sumergiéndose y saltando fuera del mar!
¡Eufóricos, tan solo pudimos desprendernos de los besos nuestros
cuando cesaron los alientos y se secaron las salivas!
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