Encuentro con el pasado

Encuentro con el pasado

PARÍS.- la ocasión lo merecía, mi hija Mariana se titulaba y nos tomaríamos dos semanas de vacaciones para visitar aquellos lugares que de alguna u otra manera intuía ya haber estado ahí. Un reencuentro con lo ya conocido sin conocerlo. La enigmática incertidumbre de no saber que encontraría y al mismo tiempo la seguridad de lo que ya me era familiar. Y, por otro lado estar cerca de la historia de aquella mujer que tanto he admirado y leído: SISSI.

Y con esa ilusión iniciamos nuestra aventura al reencuentro con nuestro pasado.

Viaje Berlin-Praga

Esa noche, la previa al viaje, mi hija Mariana y yo estábamos tan cansadas que cuando llegamos al hotel no nos pudimos mover de nuestras camas por un buen rato. Lo bueno es que llegamos relativamente temprano para darnos tiempo de arreglar nuestras maletas y prepararnos para nuestra siguiente parte del viaje con destino a Praga, la ciudad mágica.
Pasado un rato me dedique a organizar como acomodar la enorme cantidad de cosas que traimos: una maleta grande y una mediana cada una y con considerable exceso de peso.
Finalmente lo logre pero el problema era moverlas. Pesaban una tonelada cada una y nos íbamos a ir caminando a la estación del metro, que dicho sea de paso, quedaba a tres cuadras aproximadamente. Del metro nos trasladaríamos a la estación central de trenes de Berlín. Todo se veía sin problemas y fácil de resolver. Las maletas tenían ruedas y no caminaríamos mucho.
El tren salía a las 8:46 y son puntualisimos, así que tendríamos que estar ahí al menos 30 minutos antes. Para estar sin demoras tomamos la decisión de despertarnos al cuarto para las 6 de la mañana para tener todo el tiempo del mundo y hasta poder desayunar.
Con toda la seguridad del mundo puse mi despertador e intente dormir. Me costó mucho trabajo y lo logre hasta casi las 2 de la mañana.

MAÑANA SIGUIENTE
Suena el despertador y como pude abrí los ojos. Con mucho esfuerzo pero finalmente lo logre. Me dije: ¡te felicito Ana, no te quedaste dormida!. Mariana no logró despertarse en ese momento, así que aproveche para ir a asearme y tomarme todo el tiempo del mundo.
Estaba yo muy en mi papel de embellecerme cuando me grita Mariana: mama apúrate y yo todavía muy fresca le dije que no se presionara que estábamos con mucho tiempo y me contesta: son las siete de la mañana, porque tan tarde? Y en ese momento me di cuenta de mi terrible error. Puse el despertador cuarto para las siente en lugar de cuarto para las seis, o sea, una hora tarde.
Bueno ya se imaginarán la de correr. Lo hicimos todo a tanta velocidad que hasta alcanzamos a desayunar.
Salimos del hotel lógicamente retrasadas y jalando maletas pesadísimas sobre calles que la mayoría son empedradas. Nos golpeamos con todo pero
finalmente llegamos a la estación del metro. Bajamos y compramos los boletos, que también dicho sea de paso, son muy caros (sólo para que se den una idea, cuesta aproximadamente 50 pesos el boleto). Inmediatamente le preguntamos a un trabajador de ahí que línea nos llevaba a la estación central y para mi sorpresa y apuro me dijo que esa línea estaba cerrada, que tomáramos el autobús afuera cruzando la calle (adiós boletos del metro comprados). Como cohetes salimos de ahí y a empujones de maletas y golpes de pie, cruzamos y nos paramos en la parada de autobús. Esperamos y nadie se paraba. Preguntamos y nos dijeron que era la acera de enfrente. Ahí vamos de regreso, a empujones y golpes de pie de nuevo. Estábamos esperando el autobús cuando de plano me desespere y tomamos un taxi.
Bueno, ya estábamos más tranquilas porque llegaríamos con la media hora de antelación que queríamos.
Volví a tomar mi ritmo tranquilizándome y dando gracias al Padre que se solucionaban las cosas. Llegamos a la estación y fuimos a la caseta de información preguntando el número de anden de donde saldríamos. Enseñamos nuestros boletos y ohhhhhhh!!! Nos dice la encargada: tienen que pasar a la oficina de boletos a que se los validen. A correr de nuevo. Llegamos y había una fila de 30 turnos antes que nosotras. Nos empezamos a comer las uñas pero finalmente pasamos. Nos quedaban 15 minutos y a buscar el anden que aún no sabíamos cual era.
Lo primero que hizo Mariana fue tomar el primer elevador que vio para bajar y ahí vamos. Bajamos y al salir nos encontramos en un anden por el cual no se podía cruzar a ningún lado y no era el nuestro. A subir de nuevo y buscar las pantallas para localizar nuestro tren. Ahí estaba, en el anden número 1 y a correr se ha dicho.
Bajamos de nuevo por escaleras eléctricas (gracias a Dios) sin saber aún que vagón teníamos ni como encontrar nuestros asientos. Estaban cerrando las puertas cuando de plano optamos por subirnos y de ahí caminar a través de los vagones para encontrarlos.
Finalmente llegamos, era un compartimiento de 6 asientos muy cómodos y que sólo tenía espacio para las maletas chicas, obviamente en la parte de arriba, como en los aviones. Con la adrenalina que tenía saqué fuerzas y subí las dos chicas y las grandes se quedaron en el pasillo.
A descansar se ha dicho, lo logramos, dije y me acomode.. Nos acompañaban una pareja de americanos ( de Florida, dijeron) y otra señora, al parecer alemana.
El viaje era de tres horas y media con muchas paradas, así que lo tomé con calma y trate de dormir.
Al rato se rompió el hielo y compartimos con la pareja americana que resulto ser muy agradable.
Y que creen, que aquí termina todo?..noooooooo, por supuesto que no!!!….
Pasadas dos horas de viaje, se detiene el tren en una estación ( no se cuál) y se sube una pareja de jóvenes dirigiéndose hacia nosotras diciéndonos que estábamos en sus asientos. Se dan cuenta? No eran nuestros asientos!!! y nos teníamos que mover de ahí cargando todo de nuevo y pues ni modo, a apechugar e ir a buscar los nuestros. Nos despedimos de nuestros amigos y empezamos nuestro peregrinar por el tren rogando localizar nuestra morada. Nos cruzamos al siguiente vagón y ahí estaban, en un compartimiento totalmente vacío para nosotras solas. O sea que cabríamos perfectamente con todo y maletas. En dicho vagón solo nos acompañaban una familia de orientales muy sonrientes.
Ya esta, de aquí somos. Nos sentamos y a disfrutar el resto del trayecto. De repente me di cuenta que no servía en ese vagón específicamente el aire acondicionado….EN ESE VAGÓN, SÓLO EN ESE VAGÓN!!!…. No lo podía creer pero así fue. Gracias a Dios las dos traimos abanicos de mano y finalmente, nos dedicamos a ejercitar el brazo moviendo nuestro abanico el resto del viaje.

De Praga hay tanto que decir que no hay espacio para ello. Solo puedo mencionar que creí estar en un cuento de hadas. La realidad con la fantasía se fusionaba y el tiempo se detuvo como congelando la imagen de una escena de película de cuentos. Así me sentí, así me quede y así me despedí como saliendo maravillada de un cine donde exhibían el cuento de nunca jamás.

Budapest, la ciudad unida por el agua.

Estamos dejando la bella Budapest. Hungría, el país que vio nacer a mi abuelo, por parte de mi madre. Su ciudad natal Lujosh, en el condado de Transilvania ahora perteneciente a Rumania después de la Segunda Guerra Mundial.Al pasear por sus calles quise imaginármelo en sus días de juventud y futbolista profesional y visualize los horrores que debió haber vivido pues se hablaba mucho del dominio soviético. No por algo deserto y se quedo en aquel país centroamericano donde nació mi mama.
La ciudad es muy bella y del lado de Pest tiene muchísimas calles con sus edificios muy parecidos al centro histórico de México. Incluso sus artesanias lo son también: trabajos en madera pintados de flores de colores como los de Michoacán, telas bordadas de flores como las oaxaqueñas y chiapanecas.
Como antecedente, Budapest es una ciudad compuesta de dos valles divididos por el Río Danubio. En la zona plana se encuentra Pest y del otro lado, la montañosa, se encuentra Buda. Después se unieron las ciudades y formaron Budapest.
Del lado de Buda, está el castillo y el Palacio Real. De lejos se veía imponente y si que lo era…hermosisimo y lleno de encanto y fantasía. Pero resulta que gracias a mi ignorancia me preguntaba que tenía que hacer Buda en un pueblo casi en su totalidad cristiano pues le decían «El Palacio de Buda»… Le pregunte a Mariana y volteó con cara de «WHAT!!!! Y me dice: mama, obvio, es el castillo de Buda porque está en la parte de Buda. Después supe que Buda significa agua. Se imaginan que se me cayo la cara de verguenza pero luego dije que bueno que traigo intérprete (no del viaje, sino de mis burradas), traductora y guía de turistas.

Tienen idea de cuantas cosas traimos en caso de lluvia? Bueno pues dos paraguas 2 impermeables ligeros, esos de plástico barato y también impermeables tipo chamarra. El primer día en Budapest revisamos el pronóstico del tiempo y lucía con pequeños chubascos y como estaba haciendo algo de calor decidimos no llevar nada para protegernos de la lluvia pues también le preguntamos a la recepcionista del hotel y nos aseguro que se iba a abrir el panorama. Todo iba muy bien y como por ahí de las 5 de la tarde se nos cierra el cielo como riéndose de nosotras mandando una tormenta que obviamente terminamos empapadas (y los paraguas, los impermeables y chamarras bien guardaditos en el hotel). Teníamos que llegar al hotel caminando y nos íbamos de techo en techo de las tiendas del lugar. En algunas ocasiones nos metíamos para disimular y terminábamos comprando algo. Finalmente llegamos al hotel y al pasar por recepción, la recepcionista, que estaba fumando por afuera de la entrada del estacionamiento, nos miro y no aguanto la risa al vernos (imaginense la escena). Seguro lo hizo a propósito. Al día siguiente también amaneció nublado y decidimos cargar con paraguas, que sólo se fueron de paseo porque NO LLOVIÓ. Quien entiende esto del clima?

Las gentes de aquí yo creo que tienen una relación sanguínea muy fuerte con los italianos pues tienen un carácter fuertísimo…para todo te gritan y hacen drama de cualquier cosa. De hecho luego caí en cuenta de que sí mi abuelo era de aquí, por ende le heredé algo, sólo un poco del temperamento. Es decir que si de vez en cuando me ven medio neurótica tengo justificación por el lado de mi sangre húngara. Aclaro, nos es para alarmarse, ok, sólo un poooooco de neurosis.
Como despedida de Budapest, un empleado de la estación de trenes nos regalo un poco de esa neurosis: nos pasaron a una sala de espera donde te ofrecen panes y refrescos. A Mariana se le hizo fácil tomar dos, uno para comérselo ahí y otro para el viaje. En eso se levanta un empleado dirigiéndose a nosotras gritandonos en el nivel número 10 del volumen diciéndonos que sólo eran para comer ahí y que si no los regresaba llamaría a la policía. Que tal!!!…por supuesto me queje y como pude metí uno a mi bolsa sólo por mula, ya saben, me salió lo húngara también.
En este momento viajamos rumbo a Viena, la ciudad imperial de Sissi, la bella y enigmática Elizabeth de Austria.

VIENA

Que cantidad de sentimientos encontrados. Por un lado conocía la historia de Elizabeth de Austria (Sissi para los amigos), la romántica, la de la película, aquella con Romy Schneider; por otro la biografía que es muy exacta en cuanto al trayecto de su vida y, la otra, la que conoces en lo que fueron sus dominios, sus aposentos privados, sus jardines, sus castillos.El lujo en que vivió fue impresionante, pero ella llevaba una vida muy alejada de la corte. Uno piensa que tenía un maravilloso matrimonio, porque hay que decirlo, quien estaba profundamente enamorado fue su esposo, El emperador Francisco José, pero ella probablemente cumplió con su misión de un matrimonio arreglado al cual ni se imaginaba que terminaría en eso, porque supuestamente la elegida sería la primogénita, o sea su hermana Elena.
Escribe en su diario: «el matrimonio es un contrato arreglado donde no intervienes y a tus 15 años no te das cuenta de lo que significa y tienes 30 años para arrepentirte» (palabras más, palabras menos).
Aunado a ello, la terrible y mala relación que tuvo con su suegra (eso rara vez pasa, jaja), la separación de sus hijos, la muerte de su pequeña a los dos años y el suicidio de su hijo Rodolfo la sumieron en un retiro constante de su vida imperial. Se dice también sufrió profundamente la muerte de su cuñado Maximiliano (el que tristemente se ostentó como emperador de México), hermano del emperador.
Se la pasaba viajando e incluso utilizaba otro nombre para no ser reconocida, de tal forma que cuando fue apuñalada en Ginebra, el mismo almirante del barco al que se subió, no sabía que en el agonizaba la emperatriz de Austria.
Triste, muy triste fue su vida pero prefiero quedarme con la fantasía que me dejo la historia de la película que lleva su nombre: SISSI
Tuvimos la oportunidad de vivitar su tumba. Al pie de ella había recuerdos de personas que la han visitado y con orgullo no podía faltar una pequeña bandera mexicana. Mariana le dejo un dulce con cariño.
Y así dejamos Viena en camino a Múnich, nuestra última parada ya para retornar a tierras mexicanas….se acaba el trayecto y el dinero también, jaja
Nos vemos pronto!

Pequeños olvidos
Recuerdan les platique hicimos amistad con una pareja de americanos de Florida en aquel compartimiento que nos sentamos por equivocación? Y también Les mencioné una familia de orientales que nos toco como vecinos cuando nos cambiamos a nuestros verdaderos asientos en el vagón que no tenía airé acondicionado. Eso fue en el tren Berlín-Praga
Bueno pues cuando estábamos en el anden en espera del tren Praga-Budapest vi pasar a la familia de orientales que se dirigían, en el mismo anden, a la zona incorrecta de espera, pues supuse que si en el anterior tren iban en primera clase, era lógico que también en este tren lo fueran. Me dio pena porque si llegaba el tren tendrían que correr (algo que ya sabíamos nosotras) y tal vez no alcanzarían a subirse. Me fui tras ellos y los alcance advirtiéndoles que estaban en el lado equivocado. Me dieron las gracias y me siguieron de regreso. Yo al frente empece a mover mis manos por frente de mi cuerpo para que no me vieran, haciendo las veces de que ondeaba una banderita, como esas que usan los guías de turistas orientales. No me aguante las ganas de hacer la broma pero gracias a Dios no se dieron cuenta.
En esa misma ocasión, al llegar a nuestros asientos, oigo una voz de hombre que se dirige a mi hablándome en inglés: NOS ESTÁN SIGUIENDO?….volteo y era la pareja de americanos de Florida de nuevo.
No conforme con las coincidencias, ya en Viena y con los pies hechos pomada, nos costaba dar un paso más y decidimos subirnos al tranvía. Como no sabíamos como comprar los boletos nos subimos sin pagar y como nadie nos dijo nada así le seguimos haciendo. Que tanto es tantito. Bueno resulta que aparte de eso nos dimos el lujo de equivocarnos de tranvía y nos bajamos para esperar el correcto y que creen? Ahí estaban los orientales de nuevo, coreanos, nos dijeron. Ellos nos reconocieron porque yo ni con chochos les reconozco. Fue tanta la alegría de ellos que la señora me abrazo, tomó su smartphone y se tomó una foto conmigo y finalmente se convirtieron en nuestros guías de turistas. que vueltas da la vida?

Pues aquí termina nuestra aventura. Un reencuentro con aquello que creí conocer aún sin haber estado ahí. Quedándome con un corazón lleno de emociones y con la seguridad y esperanza de regresar algún día.

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