Aventura mensual: Super Perico y Un amo digno de su sirviente (9 de 32)

Aventura mensual: Super Perico y Un amo digno de su sirviente (9 de 32)

Arte Lancelot

15/10/2024

Las aventuras de Super Perico


Un amo digno de su sirviente

Primer movimiento


Noveno movimiento: Filosofía

Versión en audio: 

A la semana siguiente, nuestro héroe y dos oficiales de la comisaría fueron a arrestar al delincuente apodado el Amigo, a su morada en las cercanías de Egeria. La residencia era claramente visible desde el centro de la ciudad. Estaba ubicada en una ladera, paradero inconfundible como el más grande a la vista. Super Perico hubiera preferido llegar por su propia cuenta, pero el sargento Joel insistió en llevarlo a bordo de un carro oficial de la policía. Así lo había solicitado el mismo delincuente. Según lo acordado, se les esperaría para un delicioso almuerzo.

Al ingresar en la propiedad, a un cuarto de legua de cualquier casa de habitación, tuvieron que aceptar una escolta adicional de cuatro vehículos. Sus nuevos acompañantes estaban al servicio de la Hacienda Amadi, nombre con que el propietario había bautizado su lujosa y amplia construcción.

En el interior del transporte oficial, Joel y Super Perico repasaban su acuerdo una vez más.

—Nosotros no vamos a ayudarte en nada. El arresto es cuenta tuya. Se lo prometimos al Amigo como condición para que aceptara recibirnos con su amabilidad habitual. —Luego de un respiro, preguntó fuerte y claro: —¿Entiendes claramente que ni mi compañero Simón ni yo te vamos a ayudar?

—Lo entiendo, pero necesito que alguien me explique como realizar un arresto. Todavía no me siento seguro sobre lo que hay que hacer.

—No te vamos a explicar nada. Debiste averiguarlo antes de venir aquí.

—¿Por qué no me ayudan? —No entendía el ave, como un policía podía razonar de tal manera.

—Un arresto es asunto muy peligroso, pero tu insistes en que sí puedes. Para hacerlo imposible, ni más ni menos decides arrestar al Amigo como tu primer caso. Pues te traemos aquí para ver la función.

—¡Yo sí puedo! tengo superpoderes. Solo necesito que alguien me explique.

—Pues no seré yo.

—Ni yo tampoco —advirtió Simón, que estaba en concierto con el sargento para no intervenir en ayuda del perico.

El hogar del delincuente era todo un residencial. Las casas parecían pequeños edificios, pero bien elegantes. La construcción más fea y de peor apariencia resultó ser una pequeña refinería ilegal de combustible y asfalto. La edificación arruinaba el hermoso espectáculo que impresionaba a todos los visitantes sin importar su moral ni bando.

¿Un estadio personal de futbol? No era una simple cancha, sino un estadio pequeño como para un colegio completo. Sus señas indicaban que era utilizado rutinariamente.

Surgió un problema con los guardias de seguridad porque los oficiales venían armados y esto contradecía los reglamentos internos para las visitas. Con una llamada a los superiores se aclaró que el Amigo había autorizado el uso de armas durante el almuerzo.

Los hicieron pasar a una extraña sala. Parecía una especie de congreso político como para unas veinte personas. La decoración indicaba que los usuarios del salón en vez de tomar decisiones se dedicaban al placer de comer. Acaso cambiarían el amueblado acorde con el uso.

Encontraron a unas cinco personas sentadas y otras tantas de pie. Los hombres de pie probablemente actuarían como guardias de seguridad para el encuentro. Por los platos servidos faltarían unos tres comensales, además, quizá algún guardián y alguno que otro mesero.

El Amigo no se hizo esperar demasiado, y pasó a saludar a todos los invitados efusivamente. Era claro que trataba de romper el hielo, lo que para sorpresa de Super Perico lo consiguió en cuestión de segundos.

—¡Mi querido Super Perico!, que placer verte. ¿Quieres ser mi amigo, verdad?

Casi instantáneamente y contra su voluntad el ave no pudo evitar sonreír a tan amable delincuente. Pese a sus intenciones de mantener una actitud completamente seria y formal.

—Encantado de conocerlo. —¿Estaría mal estar encantado de conocer a un delincuente? Sospechaba que había cometido un error, así que espetó está pregunta: —¿Se puede ser amigo de la persona a la que vas a arrestar?

—Sí, pero con la condición que esa persona te demuestre su inocencia. —Todos en el salón observaron intranquilos al Amigo y esperaban su reacción. La mayoría estaba dispuesta a obedecer casi cualquier orden. 

Mas el bandido actuó como si hubiera escuchado una simple broma entre compañeros, luego continuó: 

—He organizado este banquete en tu honor. Además, de muchas sorpresas que ya verás por ti mismo. Contraté a un grupo de expertos biólogos y chefs, para que crearan un plato sumamente especial para nuestro querido Super Perico. Les pedí un platillo que halague completamente tus sentidos. Insistí que no me interesa lo que llaman comida saludable. Mi deseo es dejarte encantado por su sabor exquisito. ¿Supongo que no te molestará que haya dado mayor importancia a lo exquisito que a la salud?

—No me molesta probar algo delicioso.

—Pues hubiera quedado más delicioso si permitieras el uso de bebidas alcohólicas y otros placeres. Pero el sargento Joel me advirtió que estás en servicio y no me lo vas a permitir. ¡Una verdadera lástima!, así sería más fácil convencerte de mi inocencia.

—La cerveza es muy convincente —asintieron tanto Joel como Simón con una sonrisa siniestra.

—No entiendo como una persona tan flaca como usted, puede comer un banquete tan abundante —consultó Super Perico.

El Amigo era un hombre de unos cuarenta años excesivamente flaco. Un deportista ectomorfo especializado en el futbol; aunque por su altura se decía que le hubiera ido mejor en el baloncesto. Piel pálida y escasa cabellera con señales de calvicie. Una persona amistosa indiscutiblemente, pese a una inmoralidad harto conocida que sabía esconder cuando quería con habilidad de actor profesional.

—No creas que como banquetes todos los días. —Sonrió para sí mismo con amabilidad.— Estas delicias las he preparado especialmente para mi amigo Super Perico. Además, no es mentira que hago mucho ejercicio que complemento con tres partidos de futbol semanales. ¿Cierto o no mis leales camaradas?

Tomó la palabra uno de los asistentes en el ala izquierda a los invitados, que pertenecía al grupo principal de compañeros de juego del propietario.

—Posee una habilidad tan extraordinaria que gana siempre todos los encuentros. Es el único que consigue anotar, y con su rapidez excepcional arrebata el balón a todos los contrincantes. Si juegas contra él en el equipo rival, estarás seguro de tu derrota.

—Aquí entre nosotros, periquito. Sé que mis amigos se dejan ganar. Comprendo que lo hacen por lo mucho que me quieren y por honrar nuestra auténtica amistad, así que los he perdonado de todo corazón.

A Super Perico con sus superpoderes, no le parecía tan extraordinario que alguien pudiera ganar siempre. Aunque por experiencia sabía que tanta habilidad podría generar algunos inconvenientes entre sus amistades. 

En vez de indisponerse contra el Amigo, pudo identificarse fácilmente con tan curiosa situación. El delincuente quizá aspiraba a encontrar a alguien que fuera capaz de derrotarlo honradamente. El perico estaba más que dispuesto a ofrecerse para el experimento, aunque desconociera completamente las reglas del futbol. 

Pero no fue necesario, el hombre parecía más que satisfecho con su invicto artificial y exagerado.

—Cuando joven intentó carrera de futbolista profesional. Pero lo calumniaron de tramposo. Eso arruinó su futuro en el deporte —explicó el mismo comensal que lo adulara anteriormente.

El ave razonó que con la reputación del hombre que tenía por delante; el título de tramposo no serían calumnias, sino la pura verdad. No había razón para perder tiempo en averiguaciones.

—¿Por qué no les pides que jueguen honestamente en vez de dejarte ganar?

—Sospecho que lo hacen por complacer mi filosofía.

—¿Tu filosofía?. —Para el héroe, la palabra filosofía inspiraba respeto. Representaba un saber extraño, propio de los sabios. Estaba lleno de curiosidad.

—Siempre he dicho que los verdaderos amigos son los que te ayudan en las trampas. Ellos te defienden cuando la gente envidiosa tergiversa tus intenciones. Si es necesario, mienten por ti. También hacen cosas un poco absurdas, como hacer trampa para dejarme ganar. Es impresionante lo que se puede conseguir por dar honor a una amistad.

—Pero hacer trampa es malo. Es de pericos odiosos.

—Definitivamente tienes un concepto equivocado de las trampas. Imagina un día espléndido en que todos los habitantes de Haram fueran mis amigos. Y en nombre de nuestra amistad se pusieran de acuerdo para hacer trampa y dejarme ganar. ¿No crees que ese mismo día yo sería el hombre más poderoso del país?

—No te entiendo.

—Si todo el mundo hiciera trampa a mi favor. Podría jugar solito sin ningún temor a un lado de la cancha y todo el país jugar en el otro equipo. Aún así yo ganaría el partido de futbol gracias al poder de nuestra amistad. ¿No te parece la proeza de un hombre realmente extraordinario?

—Ganarle a todo el país un partido de futbol. Pues sí que se necesita ser extraordinario.

—¡La amistad es poder! Es lo que intentó hacerte entender. La amistad es más importante que unos tontos pecadillos que desaparecen y se olvidan.

Dejaron la discusión de la tal filosofía. El héroe se sentía un poco mareado por un concepto de la amistad muy diferente al de los pericos. 

El anfitrión no insistió y pasaron entonces al almuerzo. Tal como había asegurado, fue una experiencia sumamente agradable.

La palabra exquisito quedo corta en el paladar de un periquito que nunca jamás había probado comida tan sabrosa. Definitivamente los asesores sabían lo que hacían en asuntos de halagar los sentidos. Para sus adentros no había duda que aquella casa, era el mejor restaurante para pericos que había conocido en toda su vida.

—¿Qué te pareció la comida?

—Tenía usted razón, está realmente exquisita —respondió el ave con sinceridad y sumamente emocionado.

—¿Puedes creer que una persona culpable pueda preparar un platillo tan delicioso?

—No tiene nada que ver. —No entendía por que el Amigo hablaba en forma tan extraña. Tenía la sensación que hablaba algo y pretendía decir otra cosa. Le molestaba mucho tal forma enrevesada de conversar. Su madre siempre le había enseñado que un perico bien educado debe decir y dar a entender lo mismo que dice.

—Tienes razón en que la comida y la culpabilidad no tienen nada que ver. Tendré que intentar un argumento más convincente.

«El platillo estaba tan delicioso que de buena gana lo declararía inocente», pensó el héroe para sus adentros. Si lo declaraban culpable perdería la amistad y el restaurante más delicioso de la región. Pero la verdad es la verdad, no había ninguna lógica que ligara la buena comida con los delitos en el AAC.

—Usted afirma que es inocente. Pero me dijeron que el edificio de allá es una fábrica clandestina de combustible y asfalto.

—¡Por favor periquito! Todo el mundo en Haram tiene algún pecado. La inocencia y la culpabilidad son puntos de vista que se deciden por el poder de la amistad. Tus amigos son los que te convierten en inocente o culpable ante la sociedad. Dime un inocente, y yo contrataré un ejército de detectives y abogados que demostrará su culpabilidad. Nadie es perfecto. En nombre de la filosofía, te reto a pronunciar el nombre de una persona honesta y te juro que lo llevaré a prisión. ¿Aceptarías el reto de darme el nombre de uno de tus supuestos amigos inocentes?


Siguiente entrega
-Libro completo disponible en octubre del 2026


Ver también: Un amo digno de su sirviente, Arte Lancelot

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