Espera con la mirada perdida en el horizonte lejano, entre los rascacielos que se revelan completamente insólitos más allá del marco de la ventana, cada uno un poco más alto y más ingeniosamente estético que los otros, como si su artificiosidad fuera el paisaje natural de las nubes. Lleva esperando tan solo unos minutos, que le han resultado tan largos como los últimos años de su vida, reducida a ese instante tedioso e inacabable en la sala de espera, mientras afuera se desvanece la tarde. Espera sentado al lado de la ventana. Piensa en el nefasto dilema que le tiene allí sentado, la tediosa espera de la muerte que le reclama como suyo, que le grita a diario su presencia oculta en las sombras de los vivos, que le deja allí sentado esperando su gélido abrazo y su tétrico beso, aun escondida al acecho, oculta en los gritos de orígenes arcaicos, algunos tan antiguos y bestiales como los fieros espíritus de la naturaleza.
Los rayos del sol entran por la ventana y dejan una estela de luz que atraviesa el cuarto hasta aniquilarse en un brillante resplandor sobre las baldosas del piso y el inicio del muro, justo al lado de la puerta. Su trayecto luminoso le separa de una vieja enfermera que sirve de secretaria y que le observa curiosa detrás de un sencillo escritorio ubicado al lado de otra puerta que comunica con el consultorio de la Doctora Carol.
La secretaria también espera a que la doctora le dé la autorización de hacerlo pasar a su consultorio; pero se ha sabido demorar con su último paciente, aquella triste y delgada joven con ojos de búho asustadizo y brazos temblorosos. En sus años de trabajo como secretaria de la doctora Carol, se ha dedicado a especular silenciosamente sobre la desdichada suerte de los extraños pacientes que llegan a diario al consultorio en busca de un tratamiento para sus malestares mentales. Ha llegado a convencerse con el paso de los años, que estas extrañas enfermedades del pensamiento son tan terribles como las dolencias del cuerpo. Algunas igualmente irremediables y mortíferas.
Ahora observa al joven que tiene los ojos perdidos en la ventana. Quiere saber qué lo ha traído al consultorio de la doctora Carol. –Parece que quiere huir de sí mismo, o quiere encontrar una parte de sí que se ha perdido en el fondo de su inconsciente. ¿Acaso tiene miedo de algo? ¿Un fantasma inventado por su propia conciencia le aterroriza? Desde que llegó ha estado quieto con la mirada perdida en la ventana. ¿Alguna bestia infernal que ha salido de su cabeza, le persigue y ahora mismo le espera afuera? ¿Se trata solamente de otro desdichado más, encadenado para siempre a sus propios demonios?
Sus especulaciones se deshacen al escuchar que se abre la puerta del consultorio y de allí sale la joven delgada con los ojos muy abiertos y, sin embargo, esquivos a la mirada de la secretaria que la observa silenciosa. Torpemente se deshace del incomodo formalismo que le resulta despedirse, con un confuso movimiento de manos, para enfrentarse luego de unos ligeros pasos, al hecho de abrir la otra puerta. La secretaria le observa salir, mientras se percata a su vez, que el joven no se entera de nada perdido en sus pensamientos, con los ojos clavados en la ventana. Se levanta con un gran esfuerzo que desea disimular sin lograrlo y camina hasta la puerta entreabierta del consultorio. Adentro está la doctora Carol escribiendo en el pequeño portátil puesto sobre el escritorio. Se detiene para mirarla entrar. Mientras cierra la puerta, le dice:
–Doctora, tenemos otro paciente en la sala de espera. Ya es el último del día. Su nombre es Nojan Alberto Fuentealba Cordero. Tiene 23 años de edad. Es egresado del Instituto Políglota, como usted. Ha vivido toda su vida en la gran ciudad. Tiene libreta del voluntariado en el servicio obrero nacional. Por eso lo han enviado con la autorización del servicio de seguridad social y justicia ciudadana de la gobernación.
–Correcto Margarita. Ya leí el conciso informe que enviaron de la facultad de medicina por petición de la gobernación y del Instituto Políglota.
–Yo también doctora. ¿Lo hago pasar?
La doctora Carol piensa durante unos segundos antes de contestar:
–Dame solamente un momento antes de hacerlo pasar.
–Lo mandaron porque lo han encontrado hablando con seres inexistentes, completamente solo por las calles de la ciudad. En su hogar los vecinos lo han oído vociferando en su soledad con estas entidades imaginarias. Lo han visto salir a buscar con rabia a estos seres, como si existieran, sin encontrarlos. Sin embargo, ahora se ha mantenido callado mirando hacia la ventana en la sala de espera. No me ha platicado y parece que quisiera escapar.
–Gracias Margarita. Ahora déjame sola y dame un momento antes de hacerlo pasar. –Le contesta la doctora quien desea encontrarse de nuevo consigo misma, con sus pensamientos en la soledad.
–Supongo que esos seres no están con él ahora mientras espera. –Le dice la secretaria mientras se acerca a la puerta y la abre.
La doctora Carol respira hondo cuando se encuentra por fin sola. Sabe que no tiene sentido hacer un diagnóstico antes de ver al paciente. Por eso le resulta contraproducente las apreciaciones de su secretaria y el historial clínico que le han enviado desde la facultad de medicina. Seguramente lo enviaron allí para ser analizado profesionalmente. Sin embargo, me lo han remitido a mí –piensa en silencio mientras mira por la ventana la puesta del sol–. ¿Entonces escucha voces en la soledad y cree que esas voces están afuera de su cabeza? Ha decidido enfrentarse con violencia a esas voces imaginarias. Por eso le han oído hablar solo en su hogar y en las calles de la ciudad. A pesar de sus padecimientos mentales es un honorable egresado del Instituto Políglota, además cuenta con la libreta voluntaria de obrero, como yo. Es arqueólogo y ahora trabaja en las excavaciones que se están haciendo en los suelos donde se construye la editorial del hijo del presidente y el nuevo museo in situ. Realmente es un joven exitoso que padece un extraño malestar mental.
Afuera la secretaria mira al joven con impaciencia. Aún no decide cuando decirle que puede pasar al consultorio. Le observa ignorarla por completo un momento más, hasta que no aguanta y le dice:
–¿Nojan Alberto es su nombre?
El silencio como respuesta le desconcierta e irrita. Con más fuerza le dice:
–¿Su nombre es Nojan Alberto Fuentealba Cordero?
–Así es. –Le contesta el joven mientras la mira con los ojos negros y perdidos en una profundidad inaudita.
–Ya puede pasar al consultorio.
Se levanta y lentamente camina hacia la puerta. Al abrirla y entrar, nota que la doctora se encuentra mirando por la ventana.
–Bonito atardecer doctora. Su resplandor más hermoso anuncia que se acerca el reinado de la noche.
–Hola Nojan Alberto, mi nombre es Carol. –Le dice la doctora mientras camina hacia su escritorio–. ¿Se refiere al ocaso? –Comenta mientras le señala con las manos que tome asiento y enciende disimuladamente la sofisticada grabadora de voz y la cámara de video. Nota que tiene toda su atención, ya que en silencio se sienta con la mirada atenta a su naturaleza femenina; pero no lo suficiente como para notar que ha encendido la grabadora y la cámara sin su autorización.
–El crepúsculo y el ocaso. –Le responde él, mientras se acomoda en el asiento.
–¿Sabe por qué se encuentra hablando conmigo ahora? –Le pregunta ella con el interés de detectar si tiene consciencia de su malestar. Se pregunta si puede explicarlo por sí mismo con algo de coherencia.
–Me han enviado con usted porque escucho voces extrañas que no logro identificar. Estas voces me han sabido llenar la copa gota a gota, hasta reventar en vociferaciones y búsquedas violentas de algo… –Le responde envuelto en gestos indescifrables incluso para su experticia profesional–. En ciertos momentos he salido a buscar esas voces que escucho. A veces pienso que se esconden bajo la tierra; entonces excavo con violencia sin encontrar nada.
–¿Esas voces le obligan a que las busque? –Le inquiere Carol.
–¿Acaso puede comprender usted doctora? Solamente creerá que estoy loco, a pesar que tengo evidencias fidedignas de lo que va a escuchar. Durante los últimos siete años hemos llevado a cabo excavaciones en el subsuelo sobre la meseta llamada ahora, entre los colegas, la del gran yacimiento, la minita de oro de la prehistoria humana. En ese lugar se construye un sofisticado y novedoso museo in situ, el parque llamado de la diversidad étnica, el hospital indigenista, una de las escuelas anexas al gran Instituto Políglota, la casa del alcalde que es también gobernador y presidente, la enorme editorial de su hijo el escritor y un sofisticado supermercado. Bajo ese lugar se han hecho los más extraordinarios hallazgos arqueológicos en la historia de la arqueología en Colombia, los más grandes e importantes que se han dado en esta rama de la ciencia humana durante las últimas décadas. Son evidencias materiales de una cultura prehispánica aún más antigua que la san agustiniana, la más antigua datada hasta ahora. Créalo señorita que ha sido para mí un gran privilegio y todo un placer trabajar en este oficio, no solamente porque me han dado el privilegio de gozar de una holganza económica, sino también porque me ha permitido avanzar enormemente en mis estudios sobre el origen de nuestras raíces humanas. Si quiero ir al principio de mi malestar espiritual, tengo que admitir que todo empezó cuando presté mi licencia voluntaria como obrero, excavando los sótanos de la enorme editorial. Era mi primer año fuera del gran Instituto y quería contribuir a la construcción de esta ciudad en alguna obra. Fue en esa donde tuve que ejercer mi licencia como obrero y también donde tuve mi primer acercamiento a la función del arqueólogo. Durante ese año de mi licencia, se hallaron en los primeros metros de profundidad una gran cantidad de ajuares funerarios, con hermosas y muy sofisticadas vasijas de cerámica marrón, también esculturas hechas de piedra extraordinariamente talladas con representaciones de seres fabulosos, algunos restos óseos y otros momificados, adornados con sus atuendos y decoraciones de tumbaga, de oro y plata. El gran escritor también es un colega prodigioso. Gracias a él, al siguiente año decidí estudiar arqueología e inicié mi práctica en sus excavaciones. Desde entonces no he salido de allí.
La doctora Carol le deja hablar, a pesar que no le ha contestado a la pregunta que le hizo. Aún no responde cuál es el origen de esas voces que le asechan y qué le dicen. Agradece haber encendido la grabadora de voz y la cámara de video. Nojan Alberto capta la pregunta que silenciosamente quiere hacerle la doctora, se detiene un momento para contemplarla y luego continúa:
–En ese lugar han surgido las voces doctora. Allí han nacido. De allí han salido para perseguirme el resto de mi vida. Esas voces están vivas y sus orígenes se remontan a tiempos tan antiguos que no están en la historia. Me dicen con insistencia que mate al presidente y a su hijo.
–¿Puede explicarme eso?
–Debajo de los primeros ajuares funerarios se encontraron cementerios más antiguos con materiales culturales más rudimentarios. Son muy hermosos y antiguos; sin embargo, debajo de esos restos de épocas tempranas, se encontraron otros más inauditos cuyas dataciones nos ubican en épocas antediluvianas, quiero decir, antes de la última vez que se derritieron los polos y se movieron los ejes de la tierra causando una consternación planetaria. Creemos que se trata de uno de los descubrimientos más antiguos de la arqueología colombiana. Con mucho cuidado los removimos para permitir la construcción de los grandes sótanos donde ahora se almacena y procesa el papel reciclado con el fin de hacer los famosos libros ecológicos del gran escritor y colega. Para nuestra suerte nos permitió excavar aún más hondo y donó parte de sus seis edificios de sótanos profundos para otras secciones del museo in situ. Claro que el escritor y ninguno de mis colegas tienen que ver con mi malestar. Lo que ahora padezco doctora, ha sido fruto de un descubrimiento. Excavamos y en sus profundidades también hallamos restos de megafauna y megaflora. Mamíferos gigantes y monstruosos que habitaron y se alimentaron de frutos y vegetales que les hacían parecer diminutas especies enfrentadas a un entorno descomunal. Por eso le digo que los hallazgos hechos en ese lugar son extraordinarios, no solamente para la arqueología, sino también para la paleontología, la entomología, la botánica e incluso para la astronomía.
–¿En qué momento empezaste a oír las voces? –Le insiste la doctora con la esperanza de orientar la conversación.
–He querido recordar ese primer momento. Aún está perdido en el terrible olvido de mi torpe memoria. Una parte de mí que no es completamente racional, me dice que salieron del ajuar funerario donde fueron hallados restos de por lo menos cincuenta mujeres muy jóvenes, alrededor de un monstruo mítico que se representa con mucha frecuencia en el estilo artístico de esta comunidad. Fue al final del primer año como practicante de arqueología. Desde entonces empecé a oír voces de niñas clamando alrededor del fuego en un tormento interminable, que vienen en una ventisca como si sus gritos se conservaran en el viento. Se pudo determinar que murieron luego de una tormentosa vida que quedó plasmada en sus huesos. Durante el segundo y tercer año decidí ignorarlas concentrado en los nuevos hallazgos; pero poco a poco se fueron acercando. En medio de sus llantos claman justicia. Fueron entregadas a un monstruo de terribles facciones que parece gobernar sobre las tormentas y las lluvias, sobre la vida y la muerte, sobre ellas. Sus lágrimas fueron la ofrenda en una época de hambrienta sequía, para llamar su prodigiosa presencia tan necesaria para las cosechas. Al cuarto año y especialmente en los últimos años, me convencí que se trataba de un serio problema que me va a perseguir el resto de mi vida. Entonces encontramos los hallazgos líticos de una tecnología aún más antigua. Hermosas armas para cazar, hachas, percutores y herramientas de labranza, junto a estatuillas con representaciones similares de este monstruo divino y legendario. Llegamos a inferir que arqueólogos de la antigüedad habían hallado los restos de estas comunidades aún más antiguas y de ellas aprendieron a idolatrar a este ser mítico. Mi sorpresa se acrecentó hasta desbordarse el año pasado, cuando se hicieron los hallazgos de ciertos restos óseos de animales antediluvianos. Sus restos permiten diseñar virtualmente bestias tan enormes como el edificio que se construye allí. Entre ellos hay uno tan parecido a las representaciones de esta bestia misteriosa que se ubica entre el zoomorfismo y el antropomorfismo, entre lo divino y la naturaleza, lo más antiguo y lo más cercano, tanto que me toca todos los días cuando llego a los laboratorios de arqueología y paleontología. Francamente doctora, los hallazgos que se han hecho son absolutamente extraordinarios y podría hablar de ellos hasta el amanecer. Incluso en los mismos estratos geológicos donde se han encontrado estos huesos enormes, se han encontrado restos sofisticados de artificios humanos gigantescos, que nos hacen suponer la antigua existencia de una comunidad de gigantes…
–Es muy interesante lo que me cuenta Nojan Alberto. Sin embargo, solamente algo me inquieta en éste momento. ¿Ahora mismo escucha esas voces? –Le instiga la doctora Carol con el fin de confrontarlo con su verdadero trastorno y hacerlo volver a la realidad.
–A principios de este año todas estas realidades se han sumado a una sola obsesión sobre lo que nos puede decir todo este basto material arqueológico y natural que ahora está a la custodia patrimonial del museo y de la editorial del gran escritor, donde están los laboratorios. ¿Me creería si le digo que los lugares más inauditos de esta nueva ciudad, se encuentran cimentados sobre antiguos vestigios? Porque así es doctora. ¡Y la divinidad que antes fue adorada en este sitio, me quiere ahora convertir en su arma, me quiere gobernar hasta obligarme a matar al presidente y a su hijo!
RESUMEN
En un pequeño pueblo nació un niño extraordinario, quien aprendió a leer y a escribir con tan solo tres años. Su padre, un humilde electricista, le enseñó y, a pesar de su humildad, su biblioteca era la mejor. En los libros encontró el sendero. Al crecer entró a estudiar y en la escuela se destacó por su inteligencia sin límites y sus cuentos.
En su último año hubo un incendio que consumió la biblioteca del colegio y la iglesia del pueblo. Marcó el inicio de una nueva época, pues Emmanuel, como se llamaba, convenció a sus compañeros para que convencieran a sus padres, de elegir a Ismael, su padre, como alcalde. ¡Y así fue! Desde entonces y gracias a sus ideas políticas, entre ellas el voluntariado obrero, jóvenes de todas partes llegaron con el fin de construir una nueva ciudad y un nuevo colegio sobre las ruinas del anterior, el cual fue llamado el Instituto Políglota, gracias al proyecto de una nueva biblioteca que conservara las lenguas originales de los escritores y por recibir a los niños indígenas para reivindicar sus lenguas nativas. La implementación de sus ideas, llevó a Ismael a la gobernación y luego a la presidencia. Y el pequeño y olvidado pueblo pasó a ser la nueva capital del mundo.
Pero las evidencias excavadas de una divinidad antigua y descomunal, quiere destruir todo lo creado, como ya lo hizo con otras civilizaciones pasadas. Quiere obligar a Nojan Alberto, un arqueólogo, a matar al presidente y a su hijo. Acabar así con los grandes líderes y su extraordinario proyecto de una gran ciudad abierta al mundo. Despertar por fin en su forma tormentosa y bestial, por medio de un rito sanguinario, para caer sobre la ciudad. La doctora Carol le ayuda a vencer con la fuerza del amor, la inaudita locura paranormal de este dios antiguo, a pesar de contradecir sus convicciones científicas.
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