De los recuerdos

¿Se fue así sin más? Acaso… ¿no pensó esperarme para que la acompañara hasta el final? ¿Cómo se atrevió a dejarme sólo, aquí,frente al mundo?… Se le hace difícil al hombre seguir camino sin el sostén de una mujer– leí alguna vez por ahí y me pareció una reverenda estupidez. Pero ahora reconozco en aquellas palabras, el peso de su sentido. Ella era mi vida entera, verla en esos intervalos que te regala el tiempo, significaba respirar… aquellos momentos en que estuvimos separados por el infortunio del destino, fueron una tortura.

¡Bah! fui un imbécil, las trampas más inteligentes surcan su huella en los entornos menos insospechados. Ahora es un poco tarde para lamentos.

Retumban en mi cabeza casi como un eco, sus palabras, perennemente me recordaba que no le dijera “para siempre” cada vez que le esbozaba algo. Y hoy, por fin me doy cuenta,que tenía razón, son dos términos demasiados connotados de peso, no se pueden sostener por más tiempo del que uno imagina, son inciertos, no se los puede abrazar ni con manos prestadas… creo que ya nunca los volveré a repetir… no se puede prometer lo que no se sabe si se podrá cumplir, no somos dueños de este espacio físico, no somos nada, la vida nos lleva por donde se le da la gana. Me veo y no me reconozco, no queda ni la sombra de lo que fui, ¿quién es Aitor sin Violeta? ¿Quién seré de acá un tiempo? Si ya no sé cómo caminar por esta senda interminable, que es el pasillo de mi casa. No sé si lanzar al fuego las fotos, puesto que no sirven para nada; también he pensado viajar y terminar lo que ella había empezado, el tema es que no tengo ni la mitad del valor y la fuerza que la impulsaban a pelear por lo que creía valioso y justo.

Deberé decidir cuanto antes, puesto que ya llevo seis meses encerrado en estas cuatro paredes,hacinado por la angustia de su partida y la carga de mis remordimientos.

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Era una hermosa tarde otoñal, el reflejo del sol se filtraba por la ventana de una vieja habitación repleta de libros; había miles de ellos desparramados por doquier. En un sofá,Violeta disfrutaba de ese aroma añejo que la envolvía. Hacía varios días que se encontraba perdida y enajenada en su sub mundo literario, tratando de encontrar respuestas a preguntas que últimamente la perturbaban.

Ensimismada en los detalles no escuchó el golpe de la puerta de entrada. Judith,su mejor amiga y compañera de aventuras,aguardaba en el pórtico, al ver que nadie daba señales de vida,abrió la puerta y entró a la casa, subió por la pequeña escalinata segura de encontrarla en su mundo: “ libros”, al llegar a la habitación la escuchó leer en voz alta un poema: “…Aunque sea ya tarde para desvaríos,

aunque no hayas atravesado la delgada línea que nos separa,

aunque las vicisitudes y los contratiempos sean barreras invisibles…”, como ésta parecía poseída por la lectura, giró sobre sí y cuando estaba por emitir un chistido, Violeta se dio vuelta y rió, ambas se miraron y empezaron a reír al unísono, se conocían a la perfección desde muy pequeñas, no sólo habían ido juntas a las mismas escuelas, sino que eran vecinas, vivían casi pegadas, divididas por un surco de ligustrinas verdosas.

Como eran dueñas de una empresa de viajes,desde hacía tres años, disfrutaban viajar por todo el país y el mundo, el objetivo de este año era llegar a África, todo un sueño por cumplir. Judith añoraba demasiado hacerlo. El viaje sería el puntapié inicial de un magnífico proyecto educativo y social, ahí Violeta pondría todos sus conocimientos en ayudar a los niños africanos sin estudios; quería construir una pequeña escuelita-albergue en donde se pudieran capacitar en arte, música, literatura, astronomía y demás conocimientos. Todo estaba prácticamente resuelto, el inconveniente más urgente a resolver era ultimar las correcciones del proyecto en cuestión y enviarlo al consulado. Los dilemas legales siempre tardan más de lo previsto, así que cada tarde se reunían a releer y acomodar la propuesta para que no les revotaran los documentos y no les retrasaran el viaje.

El destino escogido era Santo Tomé y Príncipe al nordeste de África, una zona repleta de islotes que albergaba a varias comunidades nativas, con ciertas dificultades sociales y económicas amén de un alto índice de niños analfabetos. Tanto a una como la otra, les gustaba interactuar con realidades ajenas a su estilo de vida, no es que fueran de clase pudiente, pero jamás les había hecho falta nada, lo que acentuaba su interés en ayudar y contribuir al bienestar común. La última misión que habían llevado a cabo juntas, las había marcado a fuego, en ese tiempo eran apenas unas adolescentes comprometidas con las causas eclesiásticas, pertenecían al grupo de jóvenes misioneros San Francisco de Asís, un Santo del 1100-1200 que había sido marcado, al igual que Cristo, con los estigmas del crucificado y que tenía como dogma la vida en hermandad, fraternidad, además de los preceptos: castidad, pobreza y obediencia. Bajo ese lema, se unieron al grupo de misión hacia la selva misionera, convivieron semanas en distintas comunidades, separadas en dos bandos, una al norte, la otra al sur. Los trabajos que se llevaban a cabo eran simples pero de un compromiso preponderante. Cada día Violeta se topaba con una realidad cruda y dolorosa, por momentos ansiaba ser otra, más fuerte al menos, para poder paliar con la problemática de las personas, como era hábil escuchando, los habitantes se acercaban a ella a compartir sus miserias, a llorar la pérdida de sus hijos o a cuestionarle porqué Dios, se aprovechaba del más pobre a la hora de pasar sus facturas. Siglos de opresión, falta de recursos, hacinados, excluidos como escoria, sumisos, sobre todo las mujeres, cargando con un yugo que tiene su sello tiempo atrás, aun hacía mella en ellos. Ser nativo de la tierra tiene su costo, no sólo pesa la tez, sino la maldición de ser el conquistado. La hambruna y la falta de recursos básicos en cuanto a medicamentos, arrasaban con el alma de cada lugareño.

En la zona donde Violeta estaba, ocurrió que, un grupo de infantes que corrían hacia su choza, fue sorprendido por el avance de una Yarará brillosa,alertada por un sollozo desgarrador, se fue acercando y vio que uno de los chiquitos sostenía con la mano en alto,al reptil, mientras en el suelo su hermanita de no más de 3 años convulsionaba. Al llegar hasta allí, se consternó con la imagen, el nene apretaba la serpiente lo más fuerte que podía, pero ésta no largaba una gota del antiofídico para salvar a su hermana, ante la desesperada lucha de la niña, Violeta rasgó con sus uñas la herida en la mano, y succionó con la mandíbula apretaba el veneno a fin de no tragarlo, cuando sorbió la sangre, escupió. Durante varios minutos la nena siguió temblando, hasta que se calmó y quedó en reposo exhalando pausado, con aplomo. La cargó como un bebé por un sendero frondoso y húmedo tierra adentro, seguida del nene que aun cargaba con la víbora ya asfixiada por la presión. Los padres la recibieron sorprendidos, porque ante sí, tenían a la nueva chaman del pueblo, la escupidora de venenos. Esa noche en medio de una algarabía, le contaron que habían perdido dos hijos por picaduras de Yararás y que lo único que podían hacer era llorar a los suyos y darles una solemne sepultura, pero que ahora sabían cómo evitar las pérdidas, gracias al secreto de los labios.

Ese día juró ayudar, viajar solo para brindarle una mejor calidad de vida a los menos pudientes, a los necesitados, quizás como gratificación así misma, respaldada por la fe, sabiendo que su nacimiento no era vano.

África, traería nuevas experiencias, conocimientos, la empoderaría. Judith estaría allí, como lo había estado siempre, con su amistad incondicional, con la fuerza y la alegría inconmensurable para ayudarla a desterrar las sombras, que amenazaban con volver, que la asechaban en los rescoldos de la memoria, esas que pensó, habían quedado colgadas en una fría habitación del pabellón 13.

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Sinopsis: La protagonista de “Para Siempre” fiel a sus instintos y creencias, termina envuelta en una nebulosa de imprevistos que en su vida hubiese imaginado. El terror de no ser ella por momentos, la obliga a huir de un pasado que ama ya la vez odia. ¿A qué aferrarse cuando,nada ni nadie puede salvarte, cuando el amor es la trampa y la fe el boleto de ida al mismísimo infierno? Una historia para armar capítulo tras capítulo, un juego de lectura.

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