Aventura mensual: Super Perico y Un amo digno de su sirviente (7 de 32)

Aventura mensual: Super Perico y Un amo digno de su sirviente (7 de 32)

Arte Lancelot

14/08/2024

Las aventuras de Super Perico


Un amo digno de su sirviente

Primer movimiento


Sétimo movimiento: Pizarra

Versión en audio: 

Buscando amo llegó Super Perico a la ciudad de Egeria. Localidad famosa en los alrededores por sus abundantes fuentes; creadas en ocasión de alguna moda arquitectónica que caló hondo en toda la comarca. Para el ave se trataba de la primera ciudad visitada en su vida, así que le causó una profunda impresión. El mundo humano era completamente diferente cuando se imaginaba a lo lejos e interpretado por habladurías de pajaritos.

La urbe en su interior era un nuevo universo deslumbrante. Egeria no se consideraba, ni mucho menos, entre los principales pueblos de Haram. No obstante, era visita obligada en las cercanías. En especial por sus hermosas fuentes que daban mucho que hablar a los visitantes ocasionales.

—Señora, ¿acepta ser mi dueña? Necesito una ama que me explique cómo ser un héroe -preguntó mecánicamente, casi seguro de recibir otro no por respuesta.

El ave repetía su rutina de todos los días. En esta ocasión, eligió una señora que ya comenzaba a encanecer.

—Tus palabras me asustan. Prefiero llevar una vida tranquila.

—¡Pero es que necesito ayuda!, debo encontrar a alguien que me explique. Una super mascota requiere una guía humana.

—Aquí en Haram tenemos un método muy sencillo para que los héroes sepan que hacer… Al menos no podrán quejarse de falta de ideas.

La respuesta entusiasmó al perico. Pero la señora se negó a darle explicaciones.

—Yo no entiendo ni puedo explicarte nada. Sin embargo, puedo mostrarte algo que podría interesarte. ¡Sígueme…!

Casualmente, se encontraban cerca de una de las principales fuentes de la ciudad. En compañía de las fuentes estaban casi siempre los parques y también las pizarras con anuncios de la policía.

La señora llevó a Super Perico hasta una de estas pizarras en el parque más cercano. El tablero exhibía las fotografías de algunos delincuentes buscados por la policía. Para la mayoría se ofrecía alguna recompensa según el tipo de servicio que se diera a la investigación. Normalmente, incluían el AAC o autorización para el arresto civil.

—¿Qué son estos papeles con fotografías?

—Estos papeles son llamados a la población para colaborar con el arresto civil. Si los capturas y los llevas a prisión serás un héroe, al menos en mi opinión. Este número es la recompensa. Se trata de arrestarlos no de asesinarlos, porque si los matas te expones a que pongan un cartel con tu nombre también. Este hombre de la foto es un ladrón escurridizo; pero no tiene cargos de homicidio. Si lo arrestan te pagan. Si solo das información tal vez consigas algún lucro.

Aunque el ave ya había escuchado mucho del dinero y de los pagos, no había comprendido bien su funcionamiento. 

Según su interpretación, los humanos no habían alcanzado el nivel de progreso cultural necesario para compartir al igual que los pericos hacen entre ellos. Como remedio a su insociabilidad, habían inventado el dinero.

En ocasiones los pericos son egoístas, pero es más por travesura que verdadero egoísmo. Cuando un pajarillo encuentra algo valioso se pone tan contento, que toda la bandada se entera y él mismo invita a todos a compartir lo encontrado. Las reglas del dinero son completamente contradictorias con ese tipo de idiosincracias.

Aún así, presentía alguna potencial utilidad como forma de intercambio con otras especies. Si las riquezas servían como barrera que evita compartir cuando se considera contraproducente; bien podrían utilizarse como estrategia para evitar que las serpientes y otros indeseables entraran al Palacio de los Pericos. Analizándolo con más cuidado, sería bastante útil.

—Tengo muy claro que a ustedes los seres humanos les gusta el dinero. Me lo han explicado varias veces, pero todavía no entiendo bien para qué sirve.

—¿Te gustan las frutas y las semillas?. —La señora esbozó una sonrisa con la pregunta. Comenzaba a entrar en mayor confianza con la supermascota.

—Sí.

—Es algo que si se lo das a los humanos. Ellos te dan a cambio frutas, semillas o lo que quieras.

—¿Me regalarías un poco de ese dinero?

—El dinero no se regala. Tienes que trabajar, y entonces te lo dan.

—¿Ser un héroe es trabajo?

—Según lo que hagas. Si acumulas suficientes recompensas, tendrás derecho a llamarlo un trabajo mal pagado.

Con las pizarras de la policía, lo de convertirse en héroe estaba un poco más claro. No parecía muy complicado buscar las personas de las fotos. Con los pericos le gustaba retozar con algunos juegos de escondidillas y esperaba que no fuera muy diferente.

Por supuesto, seguía lleno de dudas. Además, la solicitud del ángel era un amo; no se conformaría con un tablero repleto de autorizaciones AAC. Pero al menos podría utilizar la pizarra para darse a entender con su futuro dueño. Un método para ponerse de acuerdo, eso debía ser una buena idea.

Terminó su plática con la señora, preguntando por algunos de los sujetos retratados:

—¿Esta foto?. —Le llamó la atención un individuo que parecía muchas cosas, pero no un delincuente. Hasta podría pasar por una buena persona.

—Le llaman el Amigo, desconozco el motivo. Que no te engañe su apariencia, ese hombre es muy peligroso. No es para ti ni para nadie. Lo ponen allí, para que el pueblo no reclame. Dicen que es amigo de los policías y de los políticos. No te metas con él.

De la anterior conversación el ave sacó muchas conclusiones útiles para sus planes futuros. La pizarra ofrecía una lista de personas que un Super Perico podía arrestar y ser considerado un héroe. Le pedían ignorar a un tal el Amigo, al que no le veía nada peculiar, excepto su cara de inocencia. Era mejor hacer caso en terrenos tan extraños y desconocidos.

Aprendió que se pagaba dinero a los héroes, y servía para que los humanos te den semillas, frutitas y toda clase de objetos raros, curiosos y probablemente entretenidos. Que aunque los pájaros tienen suficiente. ¿Los humanos no tienen suficiente? Había que trabajar para que te regalen las cosas.

Decidió no molestar más a la señora que ya le había dado suficientes explicaciones. A los pericos les encanta conversar, y no les molesta preguntar lo mismo todas las veces que fuera necesario. Con un poco de paciencia podría aprender bastante. 

Así pasó todo su primer día en Egeria, entrevistando a los visitantes del parque y curioseando los alrededores de la pizarra. Cuando se encontraba solo, examinaba con sumo interés las numerosas fotos que se exhibían en el tablón policial. Encontró algunos AAC interesantes, aunque no entendía bien de lo que trataban.

Un tal Clonador de celulares, alias para uno de los antisociales buscados por la policía, fue uno de los primeros en captar su curiosidad de pajarillo. No entendía lo que tal cosa pudiera significar. Poseía algunas ideas incoherentes sobre el posible uso de los teléfonos en sus diferentes presentaciones.

Para satisfacer su curiosidad, interrogó a varios transeúntes. Las explicaciones superaban los escasos conocimientos del tema de Super Perico. Prometía ser un caso interesante. Pero sus entrevistados no sabían del tema, ni tampoco se tomaban la molestia de explicar lo poco que sabían.

Un muchacho de colegio fue el que detalló un poco más sobre los delitos del tal Clonador de celulares. Robaba grandes cantidades de metálico con trucos que la policía apenas comenzaba a dilucidar. Aparentemente creaba clones casi perfectos de celulares honrados que colocaba estratégicamente en el mercado tecnológico. Estos clones imitaban durante años las marcas honradas sin que el usuario sospechará de ninguna falsificación. De un momento a otro se activaba un saqueo electrónico de las cuentas bancarias de sus víctimas. El celular falso actuaba como un ladrón intermediario en una cadena que se perdía en el extranjero.

La buena ave no entendió la mayor parte de tales explicaciones. Avanzó al menos en su comprensión sobre los teléfonos celulares. Quedaba claro su utilidad para hablar con otras personas, cuando no se siente interés en conversar con el perico que se tiene a la par.

—¿Cómo se arresta un Clonador de celulares?

—¡Ni la menor idea!, creo que hay que estudiar mucho -respondió el muchacho de colegio.

—¿No se le puede arrestar con un super picotazo doloroso?

—Tal vez, yo que sé… Pregúntale a un banquero.

Entre los carteles aparecía un delincuente con el curioso apodo de Avionetero. El ave conocía de avionetas, por haber volado varias veces cerca de ellas en competencias imaginarias. Retos que ganaba siempre desde que adquirió sus superpoderes, por lo que pronto había perdido interés.

El tal Avionetero abordaba los aviones de pasajeros desde su aeronave pirata. Bien armado arrebataba aquello que pudiera interesarle del equipaje de mano de los pasajeros y las bodegas internas. Una vez satisfecho de su pillería escapaba por aire embarcado en su nave filibustera.

Siendo el aire su medio natural, sintió un interés especial por este delincuente. Prometía ser más fácil de entender y muy del gusto de un perico con superpoderes. Así que el pajarito insistió varias veces entre los transeúntes para obtener información del caso y sobre instrucciones para su arresto. Pero los resultados fueron todavía más limitados que con el Clonador de celulares. Era evidente que los humanos no compartían su fascinación por el vuelo y su completa ignorancia del arte.

También le despertó interés el Amigo. El tipo que no se podía arrestar ni tocar. En ese punto existía un consenso general; al menos todos los caminantes invariablemente tenían algo que decir sobre él. El avecilla no alcanzaba a comprender porque publicaban una orden de arresto que intencionalmente no se debía cumplir.

Se formulaba a sí mismo, que un buen perico no venía a poner orden en el mundo humano. Ayudar a las personas en sus necesidades y luchar por el bien y la justicia, esa era su misión. Pero si encontraba un mundo humano funcionando al revés, así lo dejaría.

—Señor, quiero arrestar al hombre de la foto. —En esta ocasión señaló un AAC al azar.

El interpelado era un caballero que lucía un bigote bien cuidado, pero que resultaba algo ridículo por estar fuera de moda.

—¿Quieres ser policía aficionado? Pésima idea, esos pobres existen para callar las críticas a la policía, y para que los delincuentes maten a alguno. Sería una vergüenza para Egeria que no mataran a nadie, ¿no crees?. Me fumo este habano en honor a los aficionados que bien se lo merecen. —Empuñó un puro de confección artesanal y esperó varias bocanadas antes de continuar.

«No ingreses a la cooperativa, mi periquito. Te desgracias la vida por arrestar a uno, a ti te matan y te pagan una porquería. Luego el juez los suelta con cualquier pretexto. Pero si no me haces caso, como hizo mi buen e ilustre amigo Ryota, que en paz descanse. Pues olvida lo que dije y me quitó mi sombrero en tu honor».

—¿Qué es un policía aficionado? -preguntó nuestro héroe.

—Los civiles que arrestan a los AAC que aparecen en esta pizarra. Yo nunca he arrestado a nadie, entonces no lo soy. Si tu arrestas a alguien, con recompensa o no; y además te gusta el apelativo, entonces sos policía aficionado. ¿Entendiste?

—¿Y cómo se arresta a un AAC?

—¡Olvídalo…! Pregunta a la policía, ellos tienen lecciones para aficionados. Si tanto te gusta atrapar antisociales, mejor tomas el currículum completo y te vuelves profesional. Siempre que veo a uno con las ideas de Ryota, aconsejo lo mismo. —El hombre del bigote curioso cerró los ojos. Recordaba una conversación semejante que había tenido con su amigo ya muerto.

«¡Hombre no seas necio!, vuélvete profesional. —Intentaba recordar las palabras exactas aunque sin éxito—. Son siete años de entrenamiento más uno de tránsito. Es mucho esfuerzo, pero vale la pena y es gratis. Es la alternativa inteligente si te interesa tener familia como Dios manda. 

«Si haces lo contrario, dicen que se consigue vivir; pero siempre al día… ¿Sabías que Haram es el único país del mundo en el que le dan comida gratis a los policías aficionados con más de tres capturas? Lo paga el gobierno en exclusivo para los miembros en ejercicio de la cooperativa. Ni siquiera los profesionales tienen derecho a comida gratis, aunque ellos si ganan su buen metálico. Creo que el reglamento exige AAC para los tres casos. Si te dedicas a eso como rutina, no debería ser un inconveniente».

Super Perico permaneció en las cercanías de la fuente todo el día. Estaba contento con su progreso, así que resolvió visitar otra pizarra a la mañana siguiente. Esperaba que su búsqueda rindiera frutos tarde que temprano. Algún transeúnte leería las pizarras por razones diferentes a la curiosidad. 

Cuando se acercaba el ocaso, decidió por fin marcharse del lugar. Sin embargo, solo por experimento decidió, antes de partir, probar una nueva redacción para sus interrogatorios.

—Disculpe señora. Le parecerá una pregunta extraña… Si usted eligiera arrestar a alguna de esas personas en la pizarra, a quién arrestaría de primero. —En esta ocasión hablaba con una ancianita curiosa por leer las recompensas.

—Por supuesto que a nadie. No me interesa que maten a ninguno de mis parientes.

—¿Y si estuviera totalmente segura que no se muere ni usted ni nadie?

—Si estuviera totalmente segura que todo sale como en las películas… Pues en ese caso, lo dice todo el mundo, al que hay que arrestar es al Amigo.


Siguiente entrega
-Libro completo disponible en octubre del 2026


Ver también: Un amo digno de su sirviente, Arte Lancelot

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