Fue el mejor sentimiento del mundo. Alegría, emoción, amor, nerviosismo, nostalgia; todo en un enredo inseparable del que no quería salirme. No quería dejar de sentir eso, porque el hacerlo implicaba volver a la realidad, dejar de verte, dejar de sentirte. Quería quedarme atrapada toda la eternidad en ese sueño de un segundo.

Pero eventualmente el segundo termina; el sentimiento efímero acaba y el sueño se va para dar paso a la realidad.

Me encuentro extrañando el segundo que acaba de pasar, hasta que tus labios en mi mejilla hacen que todo vuelva a comenzar.

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