Empaqué una maleta y abrí una cremallera
Recuerdo bien que de pequeña me contaron una historia que aun vive con claridad en mi memoria. Era de un lugar extraño con palabras diferentes, una historia de viaje con un objeto que lo acreditaba. Ella hablaba de sus anécdotas en aquel lugar, y poco a poco fui entendiendo que realmente hablaba en plural, con su “allá” hacia referencia a varios lugares ; ella cocinaba cosas que eran de ese lugar, cambiaba su acento para jugar a ser de allá . Yo pensaba que esos lugares, tan diferentes -parecen felices. Quiero ir a ver eso, me dije. Me interesa saber que pasa allá también, quiero aprender, visitar un país diferente parece emocionante, quiero ir allá´- decía en mi mente una y otra vez- y después de mucho intentarlo lo conseguí. Ahora era yo, quien volaba fuera del país.
Abrir y cerrar cremalleras, empacar y desempacar imágenes.
Ya estaba fuera, en un lugar desconocido con veintitrés kilogramos en la espalda, y mi vida contenida en una maleta azul. No entendía nada de lo que se hablaba (sensacion que hoy aún es de mi agrado), pero me guiaba por los letreros y comencé a sentir esas experiencias de las que tanto me habían contado. Empecé a ir de un lado para el otro, aprendí a estar aquí pero también a estar allá, a transitar a la deriva, a extrañar, a encontrar, a olvidar y a recordar. Todo esto hace parte del juego, el juego del estar.
Luego de regresar, me di cuenta necesitaba aún más y que este había sido el primer paso para seguir más allá. Asi que decidi doblar mi equipaje y la distancia que queria recorrer. Atravesé un océano y comprendí con la experiencia, lo que significaba la geografía, la historia que estudié y los libros que heredé. Estaba contrastando todo lo que no entendía, y al final pude comprender como se movía ese nuevo lugar. Estaba afuera del todo del continente,entre mi hogar y mi nueva casa había un atlantico de iferencia. Continúe conociendo lugares y más lugares, – coleccione tantas historias como para empezar a olvidarlas-.
Mi compañera, la cámara, guardó en fisico todas aquellas memorias, que ahora son telas con fotografías, capsulas de tiempo, que coleccionan dos años (o dos vueltas al sol) de experiencias como extranjera, yendo y viniendo empacando y desempacando, con la intención de excavar otras realidades. Utilicé un par de zapatos, una maleta y un mapa,nada mas básico que eso, nada mas necesitaba en realidad. Tracé una línea de kilómetros, acumulados en catorce países y empecé a andar.Testigos fieles, son las suelas de mis zapatos, de que andube por ahí por esa linea. Línea que quiero continuar trazando.
Esta línea blanca, la he escrito con imágenes, es el libro de las cremalleras, el libro que tiene metros por países, el libro que quiere contar e invitar a explorar el mundo como un día lo soñé y ahora deseo continuar la vida del ser que está aquí pero tambien allá.
Ana la Viajera
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