Enciendo la luz de mi habitación. Cojo el mando de mi nueva cama articulada y presiono la flecha que me indica que me incorporo para sentarme, ya puedo levantarme. Haciendo un esfuerzo subo la persiana y apago la luz. Ya es de día ! y hace un calor que no resisten ni las hormigas con cantimplora. Enchufo el ventilador y busco una varilla de incienso. Voy a la cocina que en el cajón de los cubiertos sé que hay cajas de cerillas. Aquí está … esta misma de Incosol. Abro la caja y los fósforos son de madera ocre y azulón, que bonitos. Prendo una cerilla y en contacto con la varilla una mini llama nace y muere en segundos en cuanto la soplo para dar pasó al baile de humo gris perfumado de sándalo que con el aire fresco que emana de las aspas del ventilador, inunda mi habitáculo. Cierro los ojos y respiro profundamente. Al abrirlos me levanto para coger de la leja un diccionario que me detalle el significado o significados de la palabra » viaje «. Y leo textualmente:

1:Traslado a un lugar que está lejos.

2: Acción de recorrer el espacio que hay entre dos puntos.

3:Frase usada para referirse a la muerte.

4: Estado que produce el uso de drogas alucinógenas.

Sin embargo para mí, ya con cincuenta vueltas al sol, esta sugerente palabra que en mis ańos adolescentes solo significaba desplazamiento con transporte, ha cambiado mucho, tanto, que mi último viaje lo realicé apenas hace veintisiete dias y sin moverme de mi cama mastodóntica de un hospital.

Era finales de Junio y mi hijo finalizaba su curso universitario, por lo que pensamos viajar juntos a nuestra tierra, ya que pasamos casi todo el ańo en Madrid por motivos laborales y profesionales. Llevaba unos días que no me sentía muy bien, me notaba diferente, y como anualmente tengo que hacerme una revisión rutinaria de pecho, pedí una cita a mi ginecóloga. En la exploración me dijo que tenía que hacerme una mamografia pero que además en esta ocasión ańadiria una resonancia. Unos días después volví a verla con los resultados y con la simple expresión de su mirada supe lo que esos informes redactaban. Ella me dijo: Hoy es 7 de Julio, San Fermín. Te deberías operar lo antes posible, te aconsejo que antes de un mes, lo hemos descubierto a tiempo.

Cerré por unos segundos mis ojos y sin poder articular palabra mis lágrimas brotaban sin control, como una tubería rota y arcaica.

No pasa nada, escuchaba con una voz tenue y lánguida. Hoy en día hay muchos avances y lo hemos pillado a tiempo…ya verás como no es nada tan grave, te deseó lo mejor y espero volver a verte después de la operación.

Cabizbaja me despedí con un «gracias Paula » y frotándome las mejillas salí de su consulta con una bolsa llena de papeles, radiografías, informes y diagnósticos médicos letales.

Una vez asumida la situación de saber que mi cuerpo iba a cambiar de por vida y que en cuestión de días no volvería a ver más mi pecho, decidí programar varios viajes cortos. Uno fué a la playa. Queria dejar constancia fotográfica de cómo estaba y del tipo que tenía antes de …

Otro viaje, al sur de Espańa, era para visitar a mis amigas que no había visto en muchos ańos y así celebrar nuestra amistad, ya sabes, por si no vuelvo …y ambos viajes fueron exquisitamente melancólicos y merecieron la pena.

Volví a casa con las pilas puestas y cargadas de una energía emocional rebosante de muestras de carińo y amor.

El día 9 de Agosto entré al quirófano a las nueve de la mańana. Tranquila, dicharachera. Las últimas palabras que escuché del anestesista fueron » es que no te callas ni bajo el agua » y a las cinco de la tarde abrí los ojos, ya en mi habitación del hospital. Era amplia, blanca, luminosa y muy tranquila.

Cuando cerraba los ojos siempre me imaginaba en Las Maldivas, en una de esas casitas que hay dentro de un mar verde aturquesado, cristalino y transparente, o nadando en sus aguas.Creo que nunca he viajado tan lejos ni con tanta frecuencia como ahora lo hago.También experimento otro viaje nuevo para mí, el viaje a mi interior. Paso muchas horas sola, en silencio, depende de mi estado de ánimo a veces me acompańa la música de Chopin con su piano, Metálica con sus trepidantes guitarras o Sanz con sus melodías que me transportan a días felices, pero otras muchas prefiero escuchar sólo a mi cuerpo y mi respiración y hablarle a mi cerebro para pedirle que me ayude a sanarme y a expulsar este dolor carnal que me lleva al infierno de mis entrańas. El viaje a través del dolor te cambia los pensamientos de las cosas, cambia hasta tus creencias.

No puedo finalizar este viaje sin contarte lo que me pasó al tercer día después de la operación. Seguía en el hospital. Sentada en mi cama. Frágil, agobiada con tanto cable y apenas sin movilidad, serían las seis de la tarde. Alfonso estaba sentado en el sofá junto a mi cama. A él le debo mi vida. Lo llamé. Ven, le dije. Veo unas luces blancas y muy brillantes, son muy intensas. Él se extrańo. Qué luces ? me preguntó. Entre respirando y ahogandome tres veces, mi voz y mi cuerpo se apagaron. Me cuentan que tuve una parada cardíaca, que Alfonso gritó como poseído por el diablo pidiendo socorro llamando a las enfermeras, que rápidamente vinieron tres y un médico y en minutos me reanimaron. Volví a la vida. No oí nada, no recuerdo nada. Sólo esa luz ……

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS