Un Día Gris, un Corazón Lleno

Un Día Gris, un Corazón Lleno

Salimos de casa con el conjunto rojo que habíamos comprado,

Bien apretado para que nada se escape de su lugar.

El día estaba pesado, húmedo,

En cualquier momento venía la lluvia.

¡Qué lindo el momento previo a la tormenta!

Donde no caen gotas del cielo 

Pero huele a tierra mojada.

Algo en el ambiente cambia, 

Ya sabés que va a llover.

Cual recuerdo que uno trae desde Mar del Plata 

Con los delfines poniéndose color rosa cuando se avecina la lluvia.

También duelen las rodillas,

-Algunos «afortunados» tenemos ese don-

Pero salimos igual… 

Durante mucho tiempo no lo hicimos.


Decidimos dejar la casa sin distracciones

y dejé el celular para que nadie moleste:

Este era nuestro momento.


Bajamos las escaleras y salimos a andar.

El cielo estaba gris,

Casi no había gente en la calle,

Los mosquitos también picaban. 

Me había olvidado de ponerme repelente.

Igual emprendimos camino a la cafetería que estaba cerca.

Un viaje tranquilo, 

Los pájaros típicos en los días de lluvia 

Ya se escuchaban previo a que el cielo estuviera por caer.

En el medio nos detuvimos, 

Un árbol con flores blancas llamó mi atención 

y me alarmó de que era momento de tomar unos ramitos

Para la limpieza de los martes en casa.

Como pude arranqué un poquito del árbol,

Asegurándome que nadie estuviese viendo,

Que no hubiera ninguna cámara apuntando hacia mí 

Como si cortar una flor se tratara de un delito.

Cruzamos la plaza…

Poca gente, 

Pocos perros, 

Mucho barro.

Se robaron hasta el tacho de agua de los pobres animales

A poco tiempo de haberlo colocado.

-¡Era obvio!- Pensé.


Seguimos caminando 

A la espera de la lluvia que, quizás, nunca aparecería.

Todo era hermoso: 

Las flores de los árboles, 

La plaza casi vacía, 

Los olores a tierra y pasto húmedos,

Caminar con ella me hacía feliz,

¡Estábamos en un día feliz!

Me encontré sumergida en una burbuja de felicidad

En un día gris.

Pero, a diferencia de muchos, 

Los días grises me gustan,

El silencio del barrio en un día gris me gusta.


Llegamos por fin.

Una cafetería pequeña, 

En una esquina, 

Con colores pasteles y

Mezcla de texturas: 

Madera, terciopelo en las sillas, 

Un símil terrazo de colores también claros 

Y un pequeño mostrador exhibiendo las delicias del lugar.

Me imaginaba exactamente algo así 

Frente a la playa,

Con la misma sensación de ese momento, 

Y con la misma compañía.


Nos sentamos afuera a esperar las medialunas calentitas,

Y el café recién hecho.

Otros dos olores que aumentan mi felicidad.

Nos sentamos

Con un silencio que nos envolvía 

En armonía con algún canto de algún pájaro

Y la vi…

Me detuve a verla ya que en el trajín del día a día,

El trabajo y las obligaciones, 

Una no termina de ser consciente de lo feliz que es teniéndola a su lado.

Nos miramos, cansadas y con calor. 

Me miró con sus ojos negros,

Y esas medialunas blancas que se le hacen cuando mira un tanto de reojo.

Me miraba obediente, 

Cansada.

Y yo con miraba de amor.


En ese momento pude darme cuenta 

De lo valioso,

Lo hermoso

y lo feliz que puede hacernos 

Salir a pasear juntas.

Rumba, así se llama mi perra, 

Estaba ahí, sentada, esperando conmigo las medialunas y el café 

que habíamos pedido.

Todos la miran con cariño,

Debo admitir que es linda

Y compradora

-como sus padres-

E inmortalicé ese momento,

Sintiéndolo tan especial,

Tan nuestro

Que todo el desgano que pesaba los últimos días

Por un segundo había desaparecido

Dentro de aquella burbuja de felicidad 

Que estábamos teniendo 

Antes de que el cielo, finalmente, cayera.

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