Abrirán las puertas de la iglesia y entre yernos y sobrinos sacarán a hombros mi ataúd, ante la mirada callada de los presentes. El cortejo marchará despacio, para que pueda así contemplar por última vez la plaza, la fuente de tres caños, nuestra casa… ―Qué ilusión nos hizo tener por fin nuestra propia casa―. Entraremos en el camposanto por la puerta al final del camino del cementerio, donde paseamos de la mano por primera vez. Llegaré tranquilo, sabiendo que no habrás dejado de esperarme.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS