En un mundo de probabilidades infinitas estamos tú y yo, dos personas que tal vez no estaban destinadas a encontrarse pero que consiguieron una oportunidad de hacer posible lo que antes no hubiera imaginado. Sin hacer un cálculo preciso sé que en el universo de probabilidades cuánticas estamos tú y yo.
La realidad ideal seguramente sería muy distinta a la que vivimos, si los deseos se hicieran realidad a nuestro antojo empezaría por restarle kilómetros a la distancia y averiguar en lo cotidiano nuevas formas de crear momentos juntos. Lo cierto es que más allá de lo que no es, existen posibilidades alternativas que me hacen creer que sí se puede ganarle a la distancia y que el tiempo está de nuestro lado cuando lo menos probable ya ocurrió; encontrarnos.
En un mundo de infinitas probabilidades estamos tú y yo con una oportunidad, tal vez de no encontrarnos en lo cotidiano, pero sí de acercarnos a lo extraordinario. Sin embargo, se necesitan dos corazones, dispuestos, disponibles y decididos para construir y practicar el amor. El mío lo estaba, lástima que el tuyo tomó la decisión de no volvernos a encontrar porque dijiste que no iba a funcionar.
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