Seria un fin de semana tranquilo, o al menos esa era la idea, Néstor descendiente de un gran

árbol genealógico de familia aristocrática había heredado tras el paso de aquéllas generaciones

aquel palaciego, no se encontraba demasiado lejos de la ciudad pero lo suficiente como para

encontrar una tranquilidad que él deseaba.

Néstor estaba realmente enamorado de Paris, su nueva secretaria, un amor de los de antes, lo

mío es tuyo y lo tuyo es mío y para toda la vida, así opinaba él, pero no el resto de la oficina que

miraban con escama a esa nueva chica que le había asaltado el corazón al gran jefe.

– Bien, aquí pasaremos el fin de semana, ¿te gusta?

– Vaya, ¿aquí vives o sueles pasar temporadas?

– No, me pilla mas lejos de la oficina, aquí tan solo vengo los fines de semana, o

temporadas de vacaciones, como ya te comenté tiene muchas habitaciones, puedes

elegir a tu conveniencia.

– Bien, ¿y de todo esto quien cuida?

– Bueno, más bien una señora que viene una vez por semana, justamente los viernes, hace

limpieza en toda la casa, casi todas las habitaciones permanecen cerradas con lo cual no

tiene excesivo trabajo, tan solo se ocupa de la mía, cambio de sábanas y demás, también

se encarga de dejar siempre la despensa llena con productos no perecederos para cuando

yo quiera venir poder quedarme sin problemas, y siempre me deja comida hecha para

cada fin de semana, y eso sí, el minibar siempre con buen vino de la bodega.

– Vaya, esa señora te cuida bien y cuida bien de la casa, ¿y también ha dejado comida

para este fin de semana?

– Bueno no, este no porque le comenté que no vendría solo, imaginaba que comeríamos

fuera y cenaríamos fuera, no sabía si te apetecería estar encerrada aquí todo el fin de

semana o preferirías salir de aquí.

– ¿Encerrada?, jaja, cualquiera diría que hablas de una cárcel.

– No es una cárcel, es una casa bastante grande, bueno pasemos directamente y así la ves.

Se abrieron las puertas de tal manera que cualquiera podía haber dicho que se encontraban ante

toda una fortaleza…

– Pues esta es la casita, como ves es bien grande, todo ese frontal son habitaciones, la

ultima de la izquierda da a los jardines, para ello dispongo de un jardinero, viene más a

menudo, ya sabes, las plantas requieren más cuidados y dedicación, cuando nos

instalemos te lo enseñaré.

– Si claro, la verdad, no la imaginaba tan grande, no sé, estoy impresionada.

– Si, es grande, sí, bueno aquí a la izquierda está el despacho de mi padre, abuelo,

bisabuelo y tatarabuelo, jaja, ya digo, aquí han vivido unas cuantas generaciones, como

ves todo el mobiliario es bastante clásico, todo es de la época de cuando se adquirió la

casa.

– Impresionante ¿y todo ha seguido igual?

– Sí, pero por una sencilla razón, porque todos lo han cuidado todo, por aquí han pasado

como ya te dije muchas generaciones y entre ellas lógicamente niños, pero todos crecimos con esa educación, esto no se toca, aquello no se rompe y con lo de más allá
no se juega.
Paris ante esas palabras y con lo que empezaba a ver comenzaba a sentirse un poco inquieta,
aquella casa daba la sensación de ser un gran cuadro solitario en una sala apartada de un museo,
le causaba cierta incomodidad por no decir… ¿miedo?
– Bien, y saliendo de esta sala ahí en frente tenemos un baño y la puerta de la derecha da
al sótano donde está la bodega, y si miras a la parte de arriba, todos son dormitorios
salvo otro aseo.
– ¿Y como tantas habitaciones?
– Bueno, antes mis antepasados eran muchos más de familia que ahora, tenían que tener
incluso más criados para atenderlo todo bien, luego todo pasó a mi padre, con lo cual a
mi madre, y con lo cual al único hijo que tuvieron.
– ¿Tú?
– Exacto.
Y Néstor pronunció esas últimas palabras como si hubiese hecho una especie de regresión de su
pasado y de nuevo se encontrase en el siglo xxI, y Paris cada vez encontraba el lugar más
inhóspito, algo le incomodaba, era como si toda la casa la mirase de forma descarada y Néstor
de algún modo lo comenzó a notar.
– Paris ¿estás bien?
– ¿Por qué lo preguntas?
– Bueno, te noto algo rara, como si te sintieses algo incomoda aquí.
– Bueno, para serte sincera te diré que no es un lugar donde yo viviría.
Aquella respuesta dio lugar a muchas dudas.
– Entonces si esta casa fuera tuya, si la hubieras heredado, ¿qué harías con ella?
– Jajaja, eso sería algo totalmente quimérico, jamás tendría yo una casa como esta y
menos aun por herencia, jaja.
– Bien, cambiaré el escenario, suponte que tú terminas siendo mi mujer.
– ¿Cómo?, jaja, esto va muy deprisa, yo pensaba que entre los dos comenzaba a ver algo
y por ese motivo me habías invitado este fin de semana aquí, para conocernos, pero de
ahí a pensar en matrimonio… jaja.
– Vamos a ver, Paris he dicho imagínate, tan solo eso, si así fuera evidentemente esta
casa también sería tuya, yo soy un hombre con ideas tradicionales y clásicas, yo no
haría separación de bienes, todo lo mío sería tuyo, con lo cual, el día que yo faltase, en
caso de ser el primero en faltar, esta casa pasaría completamente a ser tuya, en ese caso
¿Qué harías con ella?
– Caray, me haces imaginar muy deprisa, jaja, pero bueno, me pondré en situación.
En ese momento Paris dio una vuelta sobre sí misma como si sus ojos fuesen en ese momento
una cámara de video e intentase quedarse con todos y cada uno de los rincones de la casa que a
vista de sus ojos tenía en ese momento.
– Bien, ya lo tengo claro, se lo que haría con ella.

– ¿Y bien?
– No haría nada para mí.
– Explica eso.
– Es fácil, imaginando que tu y yo nos casamos, aunque dices que la casa sería de los dos,
yo tan solo me ocuparía de ayudarte en el mantenimiento, es decir, encargarme de si
está bien cuidada y todo eso.
– Cuando dices tan solo a que te refieres.
– Pues sencillamente, no me gustaría vivir aquí, la tendríamos bien cuidada y conservada
pero ya esta, sería como un mero objeto de decoración, una especie de museo.
– ¿No querrías venir aquí entonces fines de semana ni temporadas?
– Por dios no, no estaría aquí a gusto, entiéndeme, es digna de ver, pero no para vivir.
– Entiendo, mero objeto de museo, ¿y el día que yo faltase en el caso de que yo fuera el
primero que harías?
– ¿Si yo me quedase sola?, bueno es aventurar demasiado, pero tengo claro que yo no me
quedaría con esto ni un solo día.
– ¿Ah no?, ¿Qué harías entonces?
– Lo tengo clarísimo, haría una de dos cosas, por un lado podría habilitarlo como hotelito
para pasar temporadas, se sacaría muchísima pasta con ello, y de no ser así, pues
probablemente lo pondría en venta y con esa inversión me compraría un señor piso en la
mejor zona de la ciudad – y como volviendo en sí…- pero bueno, no vamos a pensar
ahora en cuando pase algo de eso, quiero que me dures en el caso de que nos casemos
el día de mañana, jaja.
En ese momento Néstor se sintió como quien va a comprar un coche y por fuera divisa una
autentica pieza de museo pero cuando se asoma al interior comprueba que es una autentica
morralla, así se sentía él en ese momento, él era un hombre clasista y de ideas algo retrogradas y
veía que ciertamente chocaba con Paris, lo cual escapaba de sus manos.
– ¿Te ha decepcionado mi manera de pensar? Ahora soy yo la que te nota a ti raro.
– Bueno, en realidad no me esperaba esto, por eso quise traerte aquí este fin de semana,
esa era la idea, comentarte las ideas que tengo contigo y en ese futuro contigo, pero veo
que ciertamente discrepamos.
– ¿Qué me quieres decir con eso?
– Pues que ahora todo ha cambiado, yo no puedo pensar en un futuro con una persona que
no valora nada de esto, me explico, esta casa ha pasado de generación en generación, y
desde entonces siempre ha estado bien custodiada, no me haría ninguna gracia ver esta
casa convertida en un lugar de vacaciones, no es una casa cualquiera, tu lo dijiste antes
muy bien, es como una pieza de museo, y por supuesto lo impensable sería el hecho de
venderla, eso sería inadmisible.
– ¿Me estás diciendo que antepondrías esta casa a mí?
– Pero es que no es una casa cualquiera, no lo entiendes.
– Si, lo entiendo, tu no serías capaz de renunciar a esta casa por mí, y yo no sería capaz de
cargar toda una vida con una casa que no pienso utilizarla para vivir jamás.
En ese momento se hizo el silencio y tras unos segundos Néstor recapacitó.
– ¿Sabes?, en el fondo no podría ser capaz, ¿de que me sirve tener esta casa toda la vida si
yo no puedo disfrutar con la persona que quiero?
– ¿Qué me quieres decir con eso?

Que tan solo es una casa, y dudo que pueda darme lo que tú quizás si quieres o me
puedes dar – dijo mientras la abrazaba confirmando con este gesto que quería estar con
ella.
Eran las siete de la tarde, comenzaba a anochecer y el aspecto de la casa no era más jubiloso, se
combinaban luces y sombras bailando al son de unos pasos que tan solo la noche podría
conocer.
– Bien, haremos una cosa, si quieres pasamos esta noche aquí y ya mañana pensamos lo
que hacemos.
– ¿La noche aquí?
– Si, mira, te enseñaré mi habitación, es la más alegre y grande de todas, te parecerá estar
en una gran suite del mejor de los hoteles, jaja.
– ¿Y tú donde dormirás?
– Por mi no te preocupes, dormiré justo en la que está al lado, por si me necesitas o algo,
¿te parece bien?
– Pues, la verdad, no, Néstor no quiero dormir sola, esta casa me produce escalofríos y
conforme mas oscurece más todavía.
– ¿Entonces?, ¿quieres que durmamos en la misma habitación?, no habría problema, yo
dormiré en el sofá, tengo una especie de salita, ya te dije, es como una suite de un hotel.
– Si, gracias, espero que no te importe.
– No, en serio, bueno te enseñaré la habitación y ya vas colocando tus cosas en el armario
y te pones cómoda.
– Si claro.
Era evidente, una verdadera pieza de museo, cada rincón de la casa, y mientras Paris se iba
cambiando notaba como si la mirasen por todas partes, como si hubiera cámaras pequeñitas
escondidas en el armario, en la cama, en las paredes, y hacia el espejo que había sobre la
cómoda no quería ni mirar, conforme se iba cambiando de ropa la iba dejando lo
suficientemente cerquita de ella por si necesitase en cualquier momento dado volvérsela a
poner y salir corriendo, pero justo cuando estaba cambiada se fue la luz, dio un grito que sonó a
eco en toda la casa.
– Paris ¿Qué te ocurre?
– Se ha ido la luz.
– Espera –dijo Néstor mientras se acercaba iluminado por su teléfono móvil hacia la
lámpara del dormitorio-, que raro, esta perfecta, la apretaré un poquito más por si acaso.
– Néstor, no me quiero quedar aquí ni una noche, lo siento, aunque tu duermas en el sofá,
aunque durmieses pegado a mí, no sé, esta casa me produce una rara sensación –dijo
mientras se frotaba con sus propios brazos recorriendo con su mirada por todas partes.
– Bien, esta claro, no soportas estar aquí, pues nada, cambiante y nos marchamos,
pasaremos la noche en un hotel, o si lo prefieres puedo llevarte a casa.
– No, esta noche no podría dormir en mi apartamento y menos aun que mi compañera de
piso me vea así, ¡por dios si estoy aterrorizada!
– Vale, pues no se hable más, vamos a un hotel y punto, venga, cámbiate, te espero en el
despacho.

Paris parecía haberlo presentido, nuevamente volvía a cambiarse de ropa, y cuando se
dirigía al despacho le sonó el móvil, Néstor tan solo escuchó el murmullo, apenas pudo
distinguir alguna palabra.
– ¿Qué ocurre?
– Me acaba de llamar una señora a mi móvil –dijo Paris pronunciando cada palabra como
extraña en sus propios labios- , tenía mucha prisa y estaba muy acelerada, decía que
estaba muy interesada en esta casa, y que la quería comprar.
– Qué raro, yo no he puesto ningún anuncio, y tú misma sabes mejor que nadie que nunca
tuve pensamiento de venderla, pero, es más, ¡te ha llamado a ti!, ¡a tu móvil!, no
entiendo nada, ¿a qué hora dijo que vendría?
– Esta misma noche, a las nueve.
– Aún son las siete, bueno, ya siento verdadera curiosidad, esperaremos aquí en el
despacho, ¿te parece?
– Si claro, no sé, todo esto es muy raro, sobre todo por la llamada a mi móvil, ¿Quién
puede saber que yo estoy contigo?, lo normal es llamarte al tuyo.
– Sí, bueno, pero igual de absurdo es eso como el hecho de que lo hagan sin tan siquiera
haber puesto un anuncio, no le demos más vueltas, esperaremos y saldremos de dudas.
Se sentaron en el sofá del despacho, pero tanto se relajaron que prácticamente se quedaron
medio dormidos.
– Uf, casi me duermo, ¿Qué hora es? –dijo Néstor con los ojos desorbitados.
– ¡Las nueve y media!, igual ha venido y no la hemos oído.
– Va, pues mira, nos largamos y punto, voy al baño a despejarme un poco la cara, ¿podrás
estar solita unos minutos?
– No seas tonto, anda ve.
Y cuando se encontraba en el baño sonó de nuevo un teléfono, y esta vez no fue ninguno de los
dos móviles, sino un teléfono rojo muy antiguo situado sobre el mueble de roble, ese sí que
parecía una verdadera antigüedad.
– Bien, has aguantado solita este ratito, sigues viva, jaja.
– Por favor, no te rías, ¿no escuchaste el teléfono?, ha vuelto a llamar.
– Pues no, no he oído nada, ¿y qué te ha dicho?
– Esta vez no me ha llamado a mi móvil, sino al teléfono de la casa.
– ¿De la casa?, ¿de qué casa?
– Pues de cuál va a ser, de esta.
– No digas tonterías, pero si aquí no hay teléfono.
– ¿Ah no?, ¿y eso que es?
– Paris, ese teléfono es de adorno, nunca funcionó –y acercándose al teléfono lo cogió
para mostrarle a Paris que no tenia cable, no funcionaba.
– ¿Piensas que me estoy volviendo loca?, este teléfono acaba de sonar ahora mismo, y era
la misma señora que me ha llamado antes al móvil, era la misma voz.
– Bien, ¿esa supuesta señora te ha dado algún dato más?, ¿te ha dejado algún nombre o
algún número de teléfono?

– Si, se trata de una tal Berenice Samaras, ah bueno y el teléfono se habrá quedado
grabado en móvil, antes no miramos…
– Espera, Paris por dios espera un momento, ¿estás completamente segura de que te dijo
ese nombre?
– Sí, claro.
– Bien, enséñame por favor tu móvil, quiero ver qué número se ha quedado grabado.
Cuando Paris se lo enseñó Néstor se calló literalmente al sofá, como si realmente hubiera visto
un fantasma, ¿lo había visto?
– ¿Qué te ocurre?
– Paris el nombre de la mujer que ha llamado por teléfono era el de mi difunta madre,
Samaras es mi segundo apellido y ese número de teléfono móvil era el suyo.
– ¿Qué quieres decir?, bueno en realidad no sé si quiero saber lo que me quieres decir,
pero yo me voy de aquí.
– Pues sencillamente, alguien me está gastando una broma y ha ido demasiado lejos con
ella.
– ¿Te refieres a algún conocido tuyo?
– Es posible, pero… un momento, ¿me acompañas arriba?
– Dime para que, yo no soporto un minuto más en esta casa.
– Por favor, no preguntes ahora y sígueme.
Y como si llevase un perrito Néstor cogió a Paris de la mano y subieron a la primera planta, ésta
era algo más fría que la planta baja, más oscura e inhóspita, se dirigieron a la habitación que se
encontraba justo en frente, estaba cerrada con llave, Néstor sacó su llave del bolsillo…
– La cerradura está algo fuerte, esta habitación no se abre desde hace diez años.
– ¿Diez años?, ¿de quien es la habitación que me quieres enseñar?
– Paris hace diez años fallecieron mis padres , esta es su habitación.
Cuando se abrió la puerta todo estaba completamente a oscuras, la ventana cerrada y las cortinas
corridas, había un tremendo olor a humedad y a antiguo, incluso se podía escuchar el rumor del
crujir de la madera de los muebles, Néstor se acercó a la ventana, corrió las cortinas y abrió la
ventana de par en par.
– ¿Se puede saber que haces?, ¿para qué me subes aquí?, hace muchísimo frio y
humedad.
– Necesito comprobar una cosa y creo que tu también.
Néstor se acercó al armario que se encontraba a la izquierda de la puerta, abrió el cajón de
abajo, estaba lleno de objetos personales de su madre, un abanico, su cartera, pañuelos
bordados, varias gafas fuera de sus fundas, y… un móvil bastante antiguo, de los primeros que
salieron al mercado.
– Esto es lo que yo buscaba –dijo con el móvil en la mano mostrándoselo a ella-, aquí
tenemos la respuesta, Paris, éste móvil esta encendido.
Ambos se quedaron nuevamente petrificados, apenas podía pestañear.

– Éste móvil se lo regaló mi padre a mi madre, apenas lo utilizaba, pero al menos cuando
se encontraba sola en la casa podía ponerse en contacto con nosotros, cuando falleció
hace diez años, dimos de baja la línea en la compañía, no tiene cargador, y tan solo lo
guardamos en este cajón porque aquí se guardó todos sus objetos personales, como
mero recuerdo, todo sigue tal cual como ella lo dejó el último día.
– Bien, vale, un móvil encendido desde hace diez años, sin cargador y dado de baja en la
compañía, pellízcame para comprobar que esto es un sueño por favor.
– Paris las últimas llamadas que figuran en este teléfono son un teléfono fijo y tu móvil.
– Espera, déjame.
Paris cogió el móvil e hizo una rellamada al fijo, y exactamente en ese mismo momento
sonó el teléfono de la casa, bajaron rápidamente los dos por las escaleras mientras que Paris
continuaba con el móvil en la mano, llegaron hasta el despacho y cuando descolgaron el
teléfono rojo del despacho se apagó el móvil.
– Néstor, no sé qué está pasando aquí pero yo me voy, pero no quiero que tú te quedes
aquí solo.
– Haremos una cosa, ¿Qué fue lo último que te dijo esa supuesta señora cuando llamó a
este teléfono?
– Que no nos fuéramos, me lo pidió por favor, digo que vendrían mañana a primera hora.
– Bien, iremos esta noche a dormir a mi piso, y vendremos mañana a primera hora,
necesito saber que está pasando aquí, Paris entiéndeme, a la habitación de mis padres
jamás ha entrado nadie, la llave tan solo la tengo yo, jamás se ha limpiado, está intacta,
es la única habitación de la casa que siempre ha permanecido cerrada y ahora de repente
cobra vida ese puñetero móvil que no servía para nada y ese teléfono…, Paris ese
teléfono nunca funcionó, tú misma has comprobado que no tiene ni cables.
– Vale, ¿entonces quieres que vuelva contigo mañana verdad?
– Si por favor, pasaremos la noche en casa l y mañana vendremos con luz del día y,
bueno, esperaremos a ver cómo termina esto.
– Si, mejor, no puedo irme a mi apartamento en estas circunstancias, mi compañera aparte
de tomarme por loca se asustará, mejor ya le cuento más despacio mañana.
– Ya, claro, en casa seguramente te sentirás igual de incomoda.
– Francamente, preferiría pasar la noche en un hotel, prefiero estar en algún lugar donde
haya más gente, esta noche me da miedo todo, y perdona, no es por tu madre…
– No me des explicaciones, yo también siento mucho miedo, no son cosas normales,
¡vámonos!
Y así hicieron, recogieron ropa para esa noche, cogieron el coche y se acercaron a la ciudad en
busca de un posible hotel que tuviese esa noche alguna habitación libre, era complicado pues se
trataba de fin de semana y estaba casi todo ocupado, y así terminaron en una pensión un poquito
más alejada del pueblo que no estaba mal, afortunadamente les quedaban un par de
habitaciones, decidieron pasar la noche en la misma, a Paris le aterrorizaba dormir sola.
– Bueno, pues aquí estamos, mientras tu abres la puerta yo iré a esa máquina a por una
botella de agua, tantos nervios me han dejado seco.
– Vale, tranquilo, ve.
En ese momento cuando Paris abrió la puerta de la habitación pegó tal grito que retumbó en
toda la casa.

– Paris ¿que te pasa? ¿Por qué gritas?
Paris le cogió del brazo mostrándole la habitación, pero lo que allí veían no era la habitación de
un hotel, sino la habitación de la madre de Néstor, en ese momento como queriendo escapar de
una gran pesadilla ambos se dieron la vuelta intentando entender algo de aquello, pero al darse
la vuelta no estaban en el hotel, sino de nuevo en la planta alta de la casa, como si no hubieran
salido de ahí.
– ¿Pero esto qué es? –dijo Néstor totalmente aplanado dejando caer todo su cuerpo sobre
sus rodillas.
Mientras Paris permanecía de pie a su lado, ¿Qué estaba ocurriendo?, ¿Qué demoños era eso
que les hacía no poder salir de esa casa?, en ese momento vuelve a sonar el teléfono rojo del
despacho, ambos se quedan mirando con las miradas exasperadas.
– ¡Vamos abajo rápido! –dijo Néstor mientras la cogía de la mano casi arrastrándola por
las escaleras.
– ¿Pero qué haces?, me haces daño.
– Perdona, pero es que necesito aclarar todo esto de una puñetera vez –dijo mientras
llegaban a la sala del despacho- ¡coge tú el teléfono!
– ¿Yo?, ¿porque yo otra vez?
– No preguntes y cógelo, luego te explico.
Y Paris cogió el teléfono, pero a los diez segundos de cogerlo cayó al suelo, Néstor lo recogió,
pero al ponérselo en el oído no escuchaba nada en absoluto, lógico, ese teléfono nunca funcionó,
no tenia cables.
– Dime por dios
– Era ella –dijo sin levantar la cabeza y con la mirada totalmente perdida en el suelo- dice
que no vayamos a ningún lado, que volverá…
– Pero esto que es, no me deja escuchar su voz, tan solo se comunica contigo…
– ¿Estás empezando a pensar que realmente es tu madre verdad?
– Me temo que sí.
– Pero, ¿crees en estas cosas?
– No, pero ella me está haciendo que crea, por la fuerza, ¿no te das cuenta?, nos pasan
cosas inéditas, ese móvil, el maldito teléfono rojo, la habitación, ¿no ves que nada tiene
sentido?
– Ya, y que podemos hacer, yo me rindo.
– Bien, haremos lo que ella quiere que hagamos, no quiere que salgamos de la casa, pues
bien, no saldremos, pasaremos aquí la noche.
En ese momento abrió el minibar pero estaba completamente vacío.
– Mira, hasta el minibar, siempre ha estado lleno, cuando vengo siempre hay vino, nunca
me apetece tener que bajar hasta la bodega a por él y por eso le tengo dicho a la señora
que viene que procure que siempre haya buen vino aquí, y ahora está vacío.
– Igual le ha pasado a ella estas cosas también y se ha pillado una borrachera, jaja.

– Sí, hay que ponerle humor a todo esto, sino no podremos sobrevivir ni tan siquiera la
noche, bueno, pues voy abajo a la bodega a por una botellita, y si hay que pillarse una
borrachera pues nos la pillamos, jaja.
– Vale, te espero aquí, no tardes mucho por dios.
Paris sabía que no podía o no debía ocultarle más tiempo lo ocurrido a su compañera de
apartamento, ese era el momento.
– Néstor acabo de hablar con mi compañera de piso, le he contado todo y lleva razón en
lo que dice, es mejor que vayamos los dos al apartamento esta noche, ella llegará algo
tarde pero al menos dormirá allí, es mejor que alguien tenga constancia de todo esto que
está pasando.
– Ya, ¿no te rindes verdad?
– Todavía no, vamos antes de que sea más tarde.
– Bien, pero ésta nos la llevamos –dijo enseñándole la botella de vino.
Y sin esperar más tiempo y sin tan siquiera coger nada partieron hacia el apartamento de Paris,
todo estaba muy tranquilo, su compañera ya les avisó de que llegaría más tarde, puso la tele
mientras Néstor llenaba dos copas de vino, se sentaron en el sofá y los segundos comenzaron a
pasar entre aquellas cuatro paredes, pero el vino comenzó a producirles cierto adormecimiento,
de tal manera que la conversación terminó quedándose entre los labios de ambos.
– ¡Paris! –dijo Néstor horrorizado.
– ¿Qué ocurre? –dijo Paris despedazándose mientras se restregaba los ojos.
En ese momento ambos se quedaron mirando completamente irritados porque, efectivamente,
de nuevo se encontraban en el sofá del despacho.
– Está claro, es inútil.
– ¡Espera! –Paris volvió a coger el teléfono móvil para hablar con su compañera.
– “¿Dime, que pasa, porque llamas a estas horas, que ha pasado?”.
– Dora necesito saber si hay algún indicio de que hayamos estado allí en casa.
– “Si claro, a no ser que hayan venido unos ladrones, se hayan sentado en el sofá
tranquilamente a beber vino mientras veían la tele, jaja”.
– Por favor, esto no es para reírse, hemos estado ahí pero debimos quedarnos dormidos y
nos hemos despertado aquí.
– “Bien, ahora la acojonada soy yo, ¿Qué significa todo esto?”
– No lo sé, se nos está jugando una mala pasada, no hay manera de que salgamos de esta
casa *, estamos desesperados.
– Bien, Paris escucha, voy a ir a por ti, es mejor que no intentes venir tu sola, dime la
dirección.
Pero justo en ese momento se cortó la comunicación.
– ¿Qué ocurre? –le preguntó Néstor.
– Nada, se ha cortado la comunicación, el caso es que tengo suficiente batería, ¿se habrá
quedado ella sin batería?

– Vuélvela a llamar
– ¿Qué pasa?
– Me dice la operadora que el número al que estoy intentando llamar no pertenece a
ningún operador.
Dora desde el otro lado también intentaba llamar a Paris, pero igualmente le dijo la operadora
que ese abonado tampoco pertenecía a nadie.
– Bien iré yo pero ésta vez sola –dijo Paris mientras le miraba como si ese fuese el último
recurso para salir de todo aquello.
– Bien, hay que probarlo todo, pero por favor, ten mucho cuidado y el móvil siempre a
mano.
– Lo mismo te digo, ten mucho cuidado y el móvil como si fuera tu propia mano.
Y así hicieron, Paris salió por la puerta con esa sensación en el cuerpo de no saber muy bien si
llegaría al apartamento y mucho menos cuando volvería, al menos tenia la seguridad de no estar
allí sola, eso quizás podría llegar a cambiar algo aquella increíble historia.
– Por dios, por fin, ya iba a llamar a la policía –dijo Dora abriéndole la puerta a su
compañera y echándose a sus brazos.
– ¿La policía?, ¿para qué?, esto no es un asunto de ladrones, no se Dora, estamos tan
perdidos…
– Bueno no te preocupes, mira, visto lo visto no pienso dejarte ni un minuto sola, es más,
nos beberemos unas buenas copas de vino, pondremos una buena peli y la noche será
joven, jaja.
– ¿Vino? Ni en broma, ese vino debe estar embrujado, es de la bodega de la casa de
Néstor, de ese vino tan solo bebí una copita y me entro un sueño de marmota, no, esta
noche no puedo dormirme.
– ¿Y tú crees que esa es la solución?, ¿no dormir?
– Pues no lo sé, el caso es que cuando fuimos al hotel no dormimos, estábamos bien
despiertos, y sin embargo nos pasó.
– Bueno pero piensa una cosa, esta vez estoy yo, y él no está.
– Si, por eso he venido sola, pero estoy preocupada por él, su madre…esa casa…, no sé,
no estoy tranquila Dora.
– Bueno, ya pensaremos en él, de momento hay que comprobar cómo va todo fuera de esa
casa.
París se sentó en el sofá mientras Dora apareció de la cocina con una bandeja de cosas para
picar.
– Bien, no se puede pensar con el estomago vacío.
– Dora por dios, si lo que yo menos necesito ahora es pensar –le respondió con una cara
de pena que parecía un corderito degollado.
– Bien, no necesitas pensar, pero comer si, ¿no?
– Si, un poco, menudo fin de semana, ¿sabes?, su intención era saber lo que yo opinaba de
esa casa, por eso quería que pasara el fin de semana con él, pensaba en un futuro pedirme matrimonio, pero claro, eso incluía la casa, cuidarla, conservarla, pasar
temporadas en ella, llegamos incluso a discutir por eso.
– Eso no me lo contaste por teléfono.
– Ya, bueno, te conté solo lo importante.
– ¿Y tú que le dijiste a todo eso?
– Pues Dora, la verdad, adecuarla para hotelito o casa rural y en último caso pues
venderla.
– ¿Eso le dijiste?
– Si, ¿por?, al principio se mostró reticente, pero luego claudicó, y bueno, dijo que
importaba éramos nosotros, no la casa.
– Claro, y eso a su mama no le gustó –dijo estas palabras bebiendo vino de la misma
botella
– Jaja, Dora pareces una autentica borracha, cualquiera que te vea…
– Claro, pero ¿Quién me ve?, nadie, estamos solitas, pues a disfrutar.
– Si, para ti es fácil, pero él está allí solo en esa casa.
– Nena vamos a ver, ¿Dónde está él? En su propia casa, ¿Quién supuestamente le
acecha?, su propia madre, pues es mayorcito, que se busque un poquito la vida.
– No seas tan fría, es como si esa casa absorbiera al que pasase por ahí.
– Bueno, ya sé que no es normal, pero no puedes obsesionarte con ello, esta noche
descansa, mañana ya veremos lo que hacemos.
Y así estuvieron un buen rato, charlando, bebiendo y comiendo.
– Dora no puedo más, necesito ir al baño.
– Muy bien, yo te acompaño.
– Jaja, no seas tonta, tan solo voy al baño, no voy a salir a ningún lado.
– Nena, esta noche no me separo de ti, tú sabrás como te las compones.
Y las dos marcharon al baño como si fueran unas auténticas adolescentes, de la mano y
sigilosamente.
– ¿Dora te importaría volverte? solo pido un pelín de intimidad –dijo mientras se
desabrochaba el cinturón de los vaqueros.
– Vale, venga –dijo mientras giraba medio cuerpo hacia atrás- , pero por dios no te
eternices que no tengo yo los nervios para estar aquí esperando demasiado tiempo, y por
favor no te calles y sigue hablando porque entonces pensaré que estoy hablando sola y
si me da por pensar que estoy hablando sola eso significará que empezaré a pensar que
realmente estoy sola y ahí es cuando ya me acojonaré del todo.
Y en ese momento se dio la media vuelta, París ya no se encontraba allí, salió al salón y
tampoco había rastro, ni el dormitorio, ni en la cocina, había desaparecido, ¿Qué podía hacer?
No sabía dónde estaba esa casa, tan solo tenía el teléfono de ella, pero al intento de llamarla
nuevamente ese número no decía pertenecer a ningún abonado y la oficina donde trabajaban a
esas horas ya no habría nadie, se encontraba atada de pies y manos sin poder hacer nada..
Mientras Néstor permanecía sentado en el sofá del despacho escuchó un grito proveniente del
baño, rápidamente se levantó y pudo ver como se abría la puerta y de ella salía París
aterrorizada.
– No es posible, ¿Qué haces aquí?

– Te juro que hace tan solo unos segundos estaba sentada en el aseo del baño de Dora, se
dio la vuelta, en ese momento incliné apenas un segundo la cabeza hacia el suelo y
cuando la levanté ya estaba aquí, en este baño, Néstor ¿que nos va a pasar? –dijo
mientras le abrazaba desesperada – ¿qué vamos a hacer?
– Francamente no lo sé, esto va mas allá de mi entendimiento, de momento necesito
servirme una buena copita de ese vino.
– Sí, yo también la necesito.
Marcharon al despacho, y al entrar al curioso pasó, la puerta del minibar se encontraba abierta y
completamente llena de botellas de vino, y justo en ese instante volvió a sonar aquél teléfono
rojo.
– Cógelo tú por favor, yo voy a estar muy ocupado eligiendo la mejor botella de aquí.
Y París cogió de nuevo aquel teléfono, estuvo unos segundos sin decir nada, tan solo
escuchando, pero Néstor no lo soportaba mas, decidió cogerle el teléfono.
– ¡Muy bien!, aquí nos tienes, ¿Qué piensas hacer cono nosotros? ¿Jugar hasta que te
canses? –pero la comunicación se cortó.
– Igual no está descansando en paz.
– Claro que no, y lo hará hasta que no nos liquide del todo, ¿no lo entiendes? Pretende
que nos volvamos completamente locos, pero no lo va a conseguir, te juro que no lo va
a conseguir –en ese momento de rabia le dio con la botella al teléfono rompiéndola en
dos pedazos.
– Pero ¿Qué haces?, te vas a terminar haciendo daño –iré a la cocina para recoger todo
esto.
– No, tú no te mueves de aquí, ninguno nos vamos a mover de aquí, ya no me fio de
ningún rincón de esta casa, deja que el aroma de este vino nos embriague los sentidos
esta noche, necesito que todas las partes de mi cuerpo se emborrachen ¿entiendes?,
todas, absolutamente todas, es más, esta noche voy a fumarme un puro de los que
guardaba mi padre en uno de estos cajones.
– ¿Estás loco?
– No, aún no, loco me volveré si no hago todo esto, y no intentes impedírmelo por favor,
esta noche ya me da igual todo.
– ¿Todo?, ¿yo también?
– Pues mira, es posible, todo fue siempre bien en esta santa casa, he pasado aquí media
vida, fines de semana, días de vacaciones, y jamás, ¿me oyes?, jamás pasó algo ni tan
siquiera parecido hasta que tú la pisaste.
– ¡Ah claro muy bien, me culpas a mí!
– ¿A quién si no? , ¿con quién habla?, ¿a quien llama a su teléfono móvil?
– Genial, muchas gracias, ya es lo que me faltaba, mira para escuchar esto mejor me voy.
– Jajajaja, ignorante de la vida, ¿A dónde narices piensas ir?, no tienes otro remedio que
quedarte aquí, escuchándome quieras o no.
– ¿Estás borracho? No te conozco.
– Y menos aun me vas a conocer, jaja –dijo mientras se colocaba el puro en la boca e
intentaba encender una de las cerillas que aún se conservaban en el cajón, pero con tan
mala suerte que al intentar encenderla se le traspapeló entre los dedos quemándoselos y
teniéndola que tirar a un suelo ya previamente bien mojado por el vino.

Rojo, amarillo comienzan a renacer como lavas del suelo, apropiándose poco a poco de cada
uno de los muebles, cortinas, puertas, pero antes de que ellos perdieran el último de los sentidos
salieron rápidamente de la casa, mientras en sus ojos se podía ver como en un espejo toda la
casa en llamas, las llamas se dejaban ver a través de los ventanales de la casa.
– ¿Te ocurre algo Néstor? –notando cierta encogida que dio.
– No me hagas mucho caso París pero juraría que acabo de ver a mi madre en la ventana
del despacho, como si al fuego hiciera de cortinas sobre ella.
– Esto nos ha afectado ya demasiado, mejor vámonos.
– ¿A dónde?
– Pues mira, a un sitio donde hay una persona que seguro, seguro, esta preocupadísima
por como estamos.
– ¿A tu apartamento verdad?
– Si, Dora debe saber que estoy bien, que estamos bien.
– Si, llevas razón, es morboso por mi parte estar mirando cómo se quema la casa donde
han vivido tantas generaciones de mi familia, donde yo me he criado, y donde he
crecido, y donde pensaba llevar una vida contigo.
– Néstor no lo pienses mas por favor, piensa en una nueva vida sin ella.
– Mañana será todo escombros, ¡vámonos! –dijo mientras cogía a París del brazo y a la
vez sacaba el móvil de su bolsillo.
– ¿A quién vas a llamar?
– A los bomberos, no quiero que haya ningún problema, quiero que se queme sí, pero
que no cause ningún daño local.
Y tras la llamada se metieron en el coche dirigiéndose al apartamento de Dora, y dejando que
poco a poco la casa se fuera consumiendo, sin pena ni piedad.
– Santo dios, pero París porque no has intentado ponerte en contacto conmigo, estaba ya
desesperada, no sabía qué dirección darles a la policía, me sentía impotente, ¿Cómo
estáis?
– Todo ha terminado ya, se ha prendido fuego la casa.
– ¿Cómo?, ¿Qué ha pasado?
– Un cúmulo de cosas, ya no queremos pensar en ello, de verdad, lo hemos pasado
francamente mal.
En ese momento Néstor recibió una llamada de los mismos bomberos a los que llamó.
– ¿Néstor?
– Sí, el mismo, dígame.
– Vera, somos el servicio de bomberos que usted llamó antes, queremos ratificar la
dirección que usted nos ha dado antes, creo que ha debido haber algún error.
– Si claro –y les dio de nuevo la dirección.
– ¿Está usted seguro?
– Pues claro que lo estoy, es mi casa, ¿cómo no voy a estarlo?
– Pues algo raro ocurre, la casa se encuentra perfectamente, aquí no hay ningún fuego que
valga, si quiere puede venir para comprobarlo.
– Bien, ahora mismo voy para allá, no tardo nada, por favor les ruego que me esperen.
– ¿Qué ocurre?

– Vámonos ahora mismo para allá, dicen que ahí no hay ninguna casa en llamas.
– Bien, vamos, yo voy con vosotros.
Marcharon todos para la casa, conforme iban llegando París y Néstor no daban crédito a lo que
aún seguían viendo, ahí estaba ella, seria y altanera, con todo su orgullo y aguantando el tipo,
sin un resquicio apreciable, ni señales de humo, ni de fuego, ni nada parecido, y allí estaba el
coche de bomberos, con una manguera que no había hecho falta sacarla porque no había fuego
que apagar.
– Hola, buenas noches, no hemos querido forzar la puerta pues al no haber fuego no
estábamos seguros de que fuera la suya, como ve esta impecable.
– No puedo ser, tienen que creerme, nos hemos ido y todo estaba en llamas –dijo Néstor
mientras abría la puerta de la casa.
Pero todo estaba normal, no había olor a humo, pasaron a la habitación del despacho donde todo
comenzó, todo estaba perfecto.
– No es posible –dijo Néstor con actitud de llegar a volverse loco y mirando al suelo- os
puedo jurar que aquí mismo había una botella de vino rota con vino derramado por
medio suelo, y a esta pitillera debería faltarle un cigarrillo que yo mismo cogí delante de
ella –señalando a París.
– Bien, esto ya me está empezando a cansar y tenemos mucho trabajo, esto ya me está
empezando a parecer una broma de mal gusto –dijo el bombero.
En ese justo momento sonó el teléfono rojo, Néstor se acercó a él como si en el fondo de algún
modo estuviera esperando que ese momento llegara, cogió el teléfono enseñándoles claramente
que el teléfono no tenia cables, lo descolgó y se lo pasó al bombero.
– ¿Esto también le parece una broma?, igual le parece también una broma quien se
encuentra a l otro lado de la línea.
Silencio en el despacho del teléfono rojo.

El no resiste, no aguantan, ven que están perdidos y deciden desesperados quemar la casa, al dia
siguente, su amiga se entera por las noticias de que el caserio ha ardido en llamas, decide ir a
ver el lugar, todo se encuentra destruido por el fuego, todo son escombros de hormigón y
madera, tan solo hay una habitación que parece haberse conservado mejor que el resto de la
casa, la sala de los licores, en ese momento suena de nuevo el famoso teléfono rojo…

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