Su piel se percibía gris y todo a su alrededor se interpretaba del mismo tono, existen otras personas que por el contrario, demuestran en su ser un amarillo brillante, con capacidad de cegar a cualquiera que lo observe por mucho tiempo, algo muy similar a como los percibimos en una primera impresión, en un primer encuentro; así será cualquier tipo de relación que tengamos con ellas, habrá quien no lo vea de ese modo y es totalmente respetable, seguramente ha tenido mucha más suerte que yo, en esas variaciones de las personas que le rodean.
Tengo la manía de sentir a las personas en colores, habrán quienes se puedan percibir en olores, otros con forma de animales, incluso como objetos cotidianos, me aterra pensar la forma en la que otras personas pueden percibirme, pues aún no puedo entender el pensamiento humano del todo, además que, solo soy una humana, todo se centra en lo que creo conocer de esta característica propia, somos radicales y objetivos, pero podríamos trascender a tantos pensamientos más allá de lo literal. Lastima que, no pasa tan seguido como me gustaría que sucediera.
Que tal si pensamos en una persona con un color en particular, ese color que nos atrae, pero que al mismo tiempo nos repele o nos asusta, un color incierto, cada uno de nosotros traerá a la mente a alguien especial, seguramente. Ese color tiene derivados o tonos que lo complementan, pero seguramente esa paleta de gradientes, le pertenece única y exclusivamente a esa persona.
Ahora… Viene el ejercicio real, según la psicología del color hay unos parámetros muy establecidos de como se perciben estos en nuestra mente, como que el rojo simboliza amor, peligro, emergencia o pánico, el verde, naturaleza o armonía, pero en nuestra cotidianidad algunas veces se pueden cambiar esos conceptos básicos haciendo analogías e incluso convirtiéndolas en utopías de su mismo concepto, todo es tan relativo cuando se trata de personas y más aún cuando esas personas son especiales.
Pensamos entonces en ese color especifico o en esa gama que los convierte en únicos, pueden haber quienes se les parezcan, impostores, me atrevería a decir, pero de seguro esa magia que se logra con esos tonos especiales, esos colores exclusivos de cada uno; por más de que se intente forzar, no se logrará percibir en otras personas diferentes a ese color especial que nos representa a ese ser autentico.
La idealización de las personas nos convierte a nosotros mismos en foco de vulnerabilidad, pues añoramos que su comportamiento sea tal cual lo hemos percibido inicialmente, ese mismo, que se transforma en faro de nuestra atención, convirtiendo esos colores iniciales en los que a veces ni siquiera sabíamos que nos interesaban, en todo lo que disfrutamos de la vida, causando aún más intriga y apego, pero más allá de las consecuencias que pueda causar nuestra exposición ante esto, lo mejor de todo es la variación que nuestro tono propio causa en esa combinación, definitivamente no debemos restringirnos de sentir, vivir, acariciar, dimensionar esa mezcla, no puedo concebir algo que tenga mayor valor que la sensación de empatar y complementar.
El problema de esta ecuación, es cuando esa combinación no trasciende, no se usa, no ilumina, no se replantea, o tal vez lo haga pero no conserva su esencia, es ahí cuando la vulnerabilidad en la que habíamos caído, sobre todo decidido aceptar y apropiarnos de ella, empieza a cobrar factura, pues el dolor de sentir la ausencia de esa combinación multitonal en la que habíamos confiado nuestra fragilidad es justo la causante de un ardor infinito que no permite ver más allá de lo monocromático de la vida.
OPINIONES Y COMENTARIOS