El himno nacional

El himno nacional

Ignacio C. Sierra

04/05/2022

Nota previa: el relato ha sido escrito para encajar leído en voz alta sobre el tema The National Anthem, de Radiohead (Spotify, YouTube). El texto alineado a la derecha corresponde con la letra de la canción (traducción libre mía) y no se lee. Incorporo marcas de tiempo y velocidad para guiar la lectura. Recomiendo un volumen generoso de la música, que bien puede incluso llegar a tapar la propia voz.


Audiorelato


0:03

La enfermera que lo ha despertado por segunda vez lo ha llamado A. El chico sigue sin recordar nada, como cuando lo encontraron tirado en el portal de su casa junto a una maleta saqueada. Quizá lo llama A por ser el primero en la hilera de camillas de esta sección, pero él sonríe pensando «A de Amnesia» mientras se lleva la mano a la venda sucia que le cubre la herida de la frente.

0:23

Atardece. El tejado del refugio se extiende más allá del alcance de su vista. Los megáfonos instalados en lo alto de cada columna emiten música, un ritmo repetitivo, sencillo, una línea de bajo que podría haber sido compuesta por un niño de dieciséis años. Aún sin recordarla le resulta familiar, le transmite una paz de la que desconoce su origen.

0:45

Hay un ajetreo incesante. A su alrededor todo el mundo parece sumido en una coreografía al ritmo de la melodía, silbando, golpeando con las uñas rotas los cañones de los fusiles con los que aguardan, manteniendo su ritmo en el paso de las botas al marchar hombro con hombro. Se mueven como marionetas unidas por hilos que cuelgan de una misma batuta en la mano de un único director de orquesta. No se miran entre sí, absortos en sus tareas.

1:12

A su lado, un hombre le enfoca con el ojo que le queda, habla palabras sin sentido entre las que solo se distingue la repetición de «resiste» al terminar cada fraseo. Al hacerlo, la mitad sana de su rostro parece lastrada por la otra, quemada, petrificada en una máscara semejante a una sonrisa. El hombre parece el único que no atiende a la música de los megáfonos.

[Everyone] Todos

[Everyone around here] Todos aquí

[Everyone is so near] Tan cerca, todos

[It’s holding on] Resiste

[It’s holding on] Resiste

1:58 >

Los megáfonos interrumpen un instante la melodía para que una voz marcial diga «resiste» cuando en uno de los lejanos extremos descargan un trueno, un relámpago y una tormenta de granizo. A no ve nubes contra el cielo ensangrentado. Su vecino dice adiós, se tumba y cierra el ojo sin callar su discurso ni sentir la necesidad de esperar la despedida de A.

[Everyone] Todos

[Everyone is so near] Tan cerca, todos

[Everyone has got the fear] Todos tienen miedo

[It’s holding on] Resiste

[It’s holding on] Resiste

2:40 >

La música desaparece de los altavoces dando paso a un estruendo de bocinas que chillan tan alto que tapan el granizo. Su sonido se arrastra y multiplica desde la distancia componiendo un engendro desacompasado, amorfo, cuyos ecos reverberan y rasgan las entrañas de cada ser vivo en el refugio.

Las cajas se desperdigan como minas sobre el suelo cuando la gente rompe filas y huye, o cae desplomada, o consigue cobijarse debajo de las camillas. A los imita, salta de la suya y rueda hasta parapetarse bajo la del hombre del rostro roto, que no se ha movido.

Entre cada bocinazo, una voz marcial insiste con una sola palabra: «resiste».

[It’s holding on] Resiste

3:22 >>

El bombardero pasa tan cerca que su rugido se eleva por encima de las bocinas, y A lo identifica, y entiende que no es una tormenta lo que se abalanza sobre ellos.

[It’s holding on] Resiste

3:32 >>

La lluvia de proyectiles atraviesa el tejado y trilla el suelo a su alrededor, y el cuerpo del hombre es ahora solo un escudo, blando blindaje para A.

[It’s holding on] Resiste

3:42 >

Cesan las bocinas cuando el espacio bajo el tejado implosiona y el tiempo colapsa en un estallido que lo vacía y lo ocupa todo.

3:59 >>

Se escuchan gemidos entre los escombros. Aguantan algunas cámaras que envían al General la imagen de desolación incompleta, un mínimo movimiento de cuerpos. Infantería recibe una orden.

4:10

Dos tanquetas llegan a los restos del refugio. Sus orugas aplastan los fragmentos de tejado, de columnas, las estructuras de las camillas que sobresalen como huesos rotos. Se detienen junto al cráter de la primera bomba.

Las manos de A se clavan en sus oídos intentando acallar el pitido, afilado como metralla, que destroza su cerebro. Los brazos son las únicas extremidades que siente ya. A aún resiste entre los restos cuando ve las suelas acercarse con un paso conocido. El soldado agradece que A siga tendido boca abajo cuando descarga una ráfaga de su metralleta contra su nuca y los casquillos rebotan calientes contra sus botas.

4:52

«No hay supervivientes» es el mensaje que, como había requerido, recibe el Ministro de Defensa. El General le acaba de informar de que ha concluido la orden de limpieza de la zona cero de la masacre que acaba de cometer el enemigo. Da las gracias a sus lugartenientes de infantería, que cortan la comunicación.

5:12

Cuando los últimos soldados se sientan de vuelta en las tanquetas, la música revive y suena por los megáfonos que resisten testarudos entre los cascotes. Los hombres se levantan y se cuadran, mano en la frente, y alguien ordena silencio, como siempre que escuchan el himno nacional.

5:38

El Ministro solicita que comiencen a redactar el comunicado.

Un helicóptero levanta viento que se lleva el polvo y las huellas.


Música: Radiohead, The National Anthem, Kid A. Parlophone, Capitol.

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