El Dios Espejo

El Dios Espejo

CESAR LORQU

25/11/2021

Las redes solo quieren presentarnos aquellas secciones del mundo que nos gustan. Es decir, al final esta interconexión digital no facilita el contacto con otros, sino que sirve “para encontrar personas iguales y que piensan igual, haciéndonos pasar de largo ante los desconocidos y quienes son distintos”, La expulsión de lo distinto por Byung-Chul Han.
Byung-Chul Han y Redes Sociales

Hoy me levanté temprano por la mañana, fui al baño como de costumbre, tomé mi chocolate caliente y salí de casa; antes de salir me planteé un ejercicio sencillo:

Observar a mi alrededor y evidenciar en qué gastaban el tiempo los que como yo adelantaban el día.

En mi alrededor así como en los extremos del recorrido que hacía pude reparar que 7 de cada 10 personas miraban su móvil o celular – o como suelan llamarle en tu región –

Los jóvenes engolosinaban su ocio en las redes sociales, unas tomaban selfies, otros miraban el escote o el derriere de sus artistas de moda. Unos pasaban casi sobre tu ser, con los ojos desorbitados como bajo el embrujo de su dispositivo, después de tropezarte en su camino seguían inmersos en sus aparatos, taciturnos y a punto de cruzar las calles sin verificar el tráfico.

Me sentí algo frustrado tras evidenciar que el resto de la escena natural de nuestro entorno les era indiferente y fútil a los transeúntes dispersos, una especie de «Burbuja digital» que le proporcionaba a cada quien la expectativa de aislarse socialmente en su red.

Al llegar a mi sitio de trabajo, observando por supuesto un escenario similar y repujado en esencia, se me hizo rutinario a los ojos el horizonte, con una perspectiva introspectiva, con visos de sobria nimiedad.

Quise consultar, además de la moda, ¿Qué razones podrían explicar ese patrón observado?

Entré a mis redes dónde, desde hace un tiempo, publico links y textos como autor y como referente, observé además que los textos compartidos carecían de LIKES, que las imágenes con mensajes o fragmentos de poemas o frases tenían algunos pocos LIKES y que, lo que más le gustaba a la gente que seguía mis redes, eran las fotografías que muy ocasionalmente comparto.
He vuelto a preguntarme,

¿Cuál puede ser la razón o las razones?
– sigo en blanco –

Volviendo al virtuosismo de la imagen y al éxito de las redes sociales me encontré con algunas referencias sobre los espejos y su influencia – no como reflector de la luz  – sino como multiplicador de imágenes.

La mitología griega reseña que Atenea le regaló a Perseo un escudo en bronce «que brillaba como espejo» al que llamaron Aegis y fue uno de los recursos, entre otros, que le permitió a este héroe mítico cortar la cabeza de Medusa que habitaba en el país de las Górgonas («Parece ser que los dioses usaban la tecnología para ayudar a sus protegidos» plantea la referencia).
Aegis, al igual que los espejos reflejados en un móvil, podría a su vez representar la opción de espiar – stalkear – a tus semejantes con la exposición inherente a hacer pública tu vida y favorecer el acoso virtual que en su máxima expresión genera el riesgo entre otros de robo de la identidad, desacreditación, difamación etcétera que constituyen el delito de Ciberacoso considerado en muchas partes del globo como una contravención y para lo cual hasta el día de hoy, no hay una legislación clara que le robe nuestros niños a esta bestia de 4 cabezas similar a Hydra y que serpentea entre las redes.

Un neonarcisista mirará en su nuevo espejo, con cristal y cámara HD, lo que ve en el otro como bueno o como malo tratando de espiar sus emociones a un lado u otro de su balanza emocional. Los nuevos narcisistas, los que se hacen tras un móvil por ejemplo, buscarán la aprobación o el rechazo en sus semejantes cuantificando los LIKES una vez más, usando por supuesto recursos o perfiles falsos que le permitan ser aceptados.

De seguro, esto no será el fin último de este recurso tecnológico que aparecerá entonces como representante de un status social ligado al consumismo, incitando en las personas al uso de un «espejo tecnológico» de gama alta con mejor resolución de imágenes por supuesto, que les permita hacer parte de una sociedad convergente en imagen.

Pues bien, ahora que voy de salida a casa, puedo creer que una nueva especie de idiotas inteligentes preferirán mirar sus dispositivos en sus recorridos sobre bulevares y calles, reparando con ojos inmutables y convictos, antes de proferir un:
– buenos días, buenas noches, que lindo su poema señor-

Yo podré entonces escudriñar entre tus ojos buscando la paz a mi zozobra por los instantes rotos y mudos de una vida simple y amorfa, por la brevedad de ésta memoria y los juegos de mi infancia en algún recóndito lugar en la caja de los sueños de mamá, su polaroid 600 square instant que guardaba bajo llave para que yo no la estropeará con mis manos curiosas.

CESAR LORQU

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