Y viniste así sin más, con tu sonrisa de medio lado y tu andar calmoso.
Viniste, sí, tan celeste como resplandece el cielo de nuestra adorada ciudad y no pude evitar dejarme caer en tus brazos sin siquiera notar el cansancio de inestables noches de mente alborotada.
Vienes y me pregunto cómo haces para que me deje aterrizar siempre tan delirante sobre tu cuerpo… tan entera, tan dócil, tan tuya. Resbalando entre nuestra humedad y amarrando lo que no queremos soltar.
Anda, no me respondas. No me marees con ideales rotos y tópicos que mi mente no quiere comprender.
Venga, sígueme el rollo y déjate amar como sé hacerlo a mi manera y bajo mis normas. Adoro contemplar cuando te dejas llevar a mi par, bailando juntos envueltos de esta gloriosa locura.
OPINIONES Y COMENTARIOS