Hoy son siete, pero hasta quince han llegado formar parte del juego. Están permitidas las pelotas de goma, los aviones de papel, los sonidos con código, las tizas, los mensajeros, animales, linternas, instrumentos musicales…Vencerá quien más señales interprete y detecte.
Street78 también tiene un modo pelea. Primero se establece el chismorreo, el flirteo, la provocación y el desafío. Los puñetazos suman, la ira desbocada resta. Vale el comodín del primo de Zumosol, la llamada a un vecino y el apoyo de un amigo de otro barrio que va a instituto privado. Gana quien convenza a la mayoría de los jugadores.
Tienen una hora, no más, para jugar en la calle, luego todo volverá a ser como hoy.
—¡Ahí está la señal, Voda! ¡Y son tres! Deben provenir de los pisos construidos detrás de las pistas. Eso es cosa de Movis, seguro.
—¡Podrían ser de Pepe!, él también vive cerca de las pistas de deporte.
— No lo creo, la altura de las señales es de un tercer o segundo piso. Pepe vive en un primero.
—Date cuenta, Oran, que, tras las pistas, la calle asciende. El reflejo de aquí en frente puede haber sido producido desde un segundo piso de la calle de arriba.
La calle es tabú. Los niños que van a la misma escuela y viven en el mismo barrio juegan desde sus casas. Los teléfonos tienen aplicaciones increíbles para todo. Está de moda el Street78.
Street78 mantiene las puertas abiertas y las cortinas echadas para que no entren los mosquitos (los ladrones dan igual). Las calles tienen defectos en sus asfaltos y a veces huele a orines de niños y borrachos mezclados con los de perro. Pero este olor sólo se da en callejones estrechos y sin salida. La mayoría de las calles se visten con macetas apoyadas en las fachadas o en los alféizares de las ventanas. Algunas sin rejas. Los niños deben enviarse señales de diversa índole dentro de un campo de visión. Cada jugador tendrá que descubrir de qué línea viene cada señal. Casi siempre hay cobertura, salvo cuando se prestan los móviles unos a otros, Street78 detecta la portabilidad y la permanencia.
Los perros de Street78 andan sueltos y persiguen a los gatos Street78, como siempre ha sido, y cuando empieza a oscurecer se echan en un rincón, perro y gato, juntos, mirando a sus niños, cada uno al suyo, hasta que se oye la voz de mamá Street78:
—¡Vodafo!, ¡Movista!, ¡Pepefo!, ¡Orang! ¡A desconectar!
OPINIONES Y COMENTARIOS