Caminando por la plaza de mi localidad, veo una niña que lentamente se me acerca y con su tierna voz me dice:- hola soy luisa, ¿podrías ayudarme…? En ese momento es inevitable que mi mente desborde una serie de preguntas -¿como es que una niña pequeña estaba en la calle sin acompañante? ¿donde estaban sus padres? ¿estaría perdida? no entendía si después de lo que había sucedido, aun los padres o responsables de la infante se daban el lujo de cometer semejante error.
El terror en las calles de mi pueblo cada vez era mas latente, los columpios de los parques solo son balanceados por el viento, las tardes se hacen cortas y las noches eternas, porque de las casas ni por la ventana, queremos asomar nuestras cabezas. Todos deseabamos que aquel día fatídico no hubiese existido jamas.
En compañía de su sonrisa y unas monedas en su mano, se dirige a la tienda a comprar una golosina, su madre en casa le esperaba. Con el deseo de tener el dulce en las manos para saborearlo, regresar a casa para hacer las tareas e ir al colegio, emocionado Matt caminaba. Inocente del rumbo que sus pies le llevaban.
En casa las alarmas se activaron, un par de horas habían pasado y el niño no había regresado, la madre cobijada por la agonía busco por doquier sin obtener resultado. Las autoridades fueron puesta al tanto del caso, quienes después de dieciocho horas lamentaban dar por noticia, el fatal destino de su niño; un cuerpo sin vida fue hallado en un lote baldío, desvestido, con marcas en la piel, no mayor de seis años, llamado Matt.
Todo el pueblo estaba estremecido por aquella noticia, la indignación había llegado a cada hogar y una marcha decidimos hacer rechazando tal crimen, porque sin duda un caso tan deplorable nunca se había registrado en la población. Las autoridades por su parte ofrecían una recompensa millonaria, para quien brindara información de los responsables de este crimen, quienes después de una semana lograron dar captura al fratricida. Si bien la justicia se había reportado y el caso había llegado a su final, era imposible que no se convirtiera en un flagelo para aquella madre y para toda la comunidad.
Una vez que mi interrogatorio mental desaparece, me doy cuenta que aun sigue allí la pequeña niña, esperando de mi una respuesta. Pero ¿como no ayudarle e irme? algo tenia que hacer! aunque recortara tiempo a mis ocupaciones diarias, no creo perdóname que algo le pudiera pasar. No obstante tenia mucho miedo, podía ser victima de una trampa, esa niña podría estar siendo usada para un delito, realmente no sabia que decisión tomar.
La credibilidad entre las personas de mi pueblo cada vez es mas mínima, todos parecemos ser sospechosos de un intenso caso sin resolver. Las formas de delinquir aumentan como nieve que cae de la cúspide de una montaña y tal cual como lo predice las sagradas escrituras «por haberse multiplicado la maldad el amor de muchos se enfriara». Nadie confía en nadie, cada quien busca lo suyo y por grupos mi pueblo parece dividirse
Con dinero en una cuenta y efectivo en sus bolsillos se conforma el grupo de aquellos que tienen la facilidad para extender su mano al necesitado y no lo hacen, asimismo, los que se encuentran en la misma situación y acceden ayudar un poco, y por otro lado está, el grupo mas numeroso que teniendo mucho o poco no están seguros de hacerlo por los inadecuados fines que son utilizados sus ayudas y por ende, frecuentemente se cohíben.
Por obvias razones me encontraba inmersa dentro de aquel ultimo grupo, combatiendo con mi interior para resolver la situación de luisa, que con paciencia espera frente a mi. El tiempo corría y ya era hora de decidirrme y fue cuando mi móvil sonó para darme aviso que en la esquina de mi casa, había sucedido un accidente automovilístico y probablemente iba mi mejor amiga. Con presteza y con el corazón en mano, me dirijo hacia el lugar de los hechos, frustrando para la pequeña toda posibilidad de ayuda de mi parte.
El suceso no fue de mayor complejidad, a Dios gracias y ninguna vida fue afectada en el accidente, exceptuando mi alma que cargaba con la infame culpabilidad de haberle dado la espalda a luisa; ¡ni por lo menos deje que terminara de preguntarme!, realmente no sabia que necesitaba. Y recordé que me había dado una nota que involuntariamente había guardado en mi bolsillo, la cual busque llevándome una agridulce sorpresa.
No importa, ¡voy a estar bien!, un momento ¿que? desde luego estaba mas confundida que nunca, ¿realmente iba a estar bien? ¿se encontraría con sus padres? ¿ellos estaban cerca? o simplemente sabia de antemano que no le iba a ofrecer ninguna ayuda.
La tarde había caído, estaba lejos de la plaza, tenia que terminar un trabajo de la universidad, pero mi necesidad por saber el desenlace de luisa aumentaba, por ende, tome un taxi para irle a buscar olvidando por completo que no era un estatua y no iba a permanecer inmóvil en ese lugar. Mientras recorría la zona, descubro un sinfonía de personas albergadas en los andenes, recostadas sobre cartones y arropados por la peor penuria que haya visto. Y le dije al taxista ¡que terrible situación de esta gente!, ¿desde cuando están allí?, quien me responde admiradado: ¿de que me hablas? – !los que están frente a nosotros!- No veo nada.
Increíblemente nuestro grado de indiferencia había alcanzado un nivel superior, no simplemente nos estábamos dando la espalda entre si, sino que peor aun, habíamos optado por enceguecernos frente a los necesitados para evitar lastimar nuestra moral. Sin embargo ignoramos que, aunque decidamos no verlos, ellos van seguir allí y por desgracia multiplicándose en numero, entretanto que vivimos en esta humanidad inhumana. No vuelto a ver luisa. quiero suponer que esta bien, pero afortunadamente desde aquel día mis ojos fueron abiertos y mi espalda no he vuelto a dar.
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