Algo que me contaron…

Algo que me contaron…

Adi Gomez

08/02/2018

Me gusta sentarme en el borde de la calle con mi abuelo, me gusta escuchar sus historias que el conoce de este barrio.

Mis amigos me dicen que es aburrido, una perdida de tiempo y que soy rara por hacer esto. Se equivocan. Pasar tiempo con mi abuelo es el mejor regalo de la vida, todos los días a las 7 de la tarde en el borde de la calle con mi abuelo, gracias a el aprendo de la vida.

Mi abuelo me contó sobre la vida de mi vecina, del verdulero de la esquina, la señora con los 12 gatos. Pero nunca me contó de su propia historia. Mi abuelo es muy cerrado sobre su vida, ni mi papa sabe mucho de su historia. Obvio tengo muchísima curiosidad. ¿Que esconderá?

Un día común, yo estaba en el colegio y recibí la peor noticia.

Mi abuelo estaba internado. A penas salí de la escuela corrí lo mas rápido para llegar al hospital donde se encontraba mi abuelo. Mi corazón palpitaba muy fuerte.

Después de esperar horas mi abuelo ya había vuelto a la normalidad. Fue un pre-infarto. Me dejaron pasar a verlo, el estaba como si no hubiera pasado nada, es muy fuerte. El tiene que quedarse internado por 4 días, decidí quedarme esos días acompañándolo.

Cuando termino de dormir su siesta de 2 horas, me pregunto que quería hacer. Sentí que era mi oportunidad de preguntarle sobre su historia, de su vida y lo hice. El se empezó a reír, decía que era la primera persona en preguntarle eso. Se puso cómodo, me miro fijo y me dijo:

-Nunca le conté a nadie esto, espero que con esta historia aprendas mucho.

Yo no decía nada, solo esperaba escuchar esa historia tan escondida y empezó a contar:

Cuando yo tenia tu edad, unos 18. Mi padre murió y solo quedamos mi madre y yo. Solos y sin nada, ni un centavo. Mi madre se vio obligada a casarse con un hombre muy poderoso, gracias a eso nunca mas estariamos en la ruina. En la noche de la cena para conocer a la familia completa, conocí a la mujer de mi vida, tenia 17 años, su nombre era Sofia. Era hermosa, pero sus ojos,es que el color de sus ojos me encantaba; no eran ni azules, ni verdes. Eran de color café, café que quita el sueño, café que producen desvelos.

Nunca escuche a mi abuelo decir esas cosas,y cuando contaba eso, sus ojos brillaban, no lo quería interrumpir, así que seguí escuchando.

Estuvimos mucho tiempo platicando, caminamos por el jardín. Le dije que me sentía atraído por ella y ella me dijo lo mismo. Yo nunca fui de esconder lo que siento, tal vez dentro de unos minutos me muera, hay que vivir el presente, hacer y decir lo que uno siente.Ya era la hora de que yo entre a la casa para cenar, ella era de la servidumbre, eso me había dicho. Pase por un espejo para estar elegante para la cena, pero cuando entre a la mesa la vi a ella con un vestido elegante, los dos nos sorprendimos al vernos. Mi madre me presento con toda la familia de su prometido, pero a la hora que mi madre dijo que Sofia era la hija del prometido de mi madre, en mi corazón fue como si me hubieran apuñalado. En toda la cena no dije ni una palabra. Cuando termino la cena me retire y me dirigí al jardín. Pensaba en todo, hasta que escuche un llanto, seguí el sonido. Era Sofia, me senté al lado de ella. Nos quedamos callados por unos minutos. Hasta que le dije que todo iba a ser imposible, y ella volvió al llanto. Decidí abrazarla, y me miro con esos ojos café, y sin querer la bese, fue como un impulso. Todo se dio vueltas, fue muy linda la sensación.
Pasaron varios meses, con ella teníamos un amor secreto, mi madre se caso con su padre. Era rara nuestra relación,adentro de la casa nos hacíamos los amigos pero afuera nos amábamos como si no hubiera un futuro, yo la amo y ella a mi. Todas las tardes abajo de un árbol charlando, le pregunte por que la primera vez que nos conocimos se hizo pasar por la servidumbre, me dijo que no quería que yo la viera como una chica rica, y por eso se había enamorado de mi, por mi humildes. Juro que yo la amo. Pero debía saber que las mentiras tienen patas cortas. Mi madre sospechaba y decidió seguirme un día, nosotros nos juntábamos en un banco abajo de un árbol. Todo paso tan rápido, Sofia lloraba y mi mente estaba en blanco.
Decidieron mandarme a un internado,lo peor de todo fue que no me pude despedir de ella.Todas las noches escribía una carta para que cuando saliera de aquí se las estregara y sienta que mi amor durante estos años nunca se desvaneció.
Después de tres años esperando, salí de este internado, llevo mis 250 cartas, hacia mucho no sentía esta felicidad.
Cuando llegue todo estaba abandonado, todo en ruinas, recorrí cada rincón, fui a nuestro banco debajo del árbol, al ver lo que había ahí mi corazón se rompió.
Hace 2 años ella murió. No decía su causa en la lapida, las cartas se desplomaron en el césped. Nunca mas volveré a ver a mi madre, nunca me aviso para poder despedirme.
Después de estar horas en el banco,recordando el pasado. Decidí ir al ejercito.
Ahí conocí a tu abuela, ella me volvió a enseñar lo que era el amor. Pero nunca voy a olvidar a Sofia mi amor prohibido.

Estaba en shock. Como mi abuelo sufrió tanto y nunca contó nada, al ver que una lagrima le caía decidí abrazarlo. Y solo le dije, «la vida es tan injusta».

El me miro y me dijo, querida nieta, la vida no es injusta, la gente la hace injusta.

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