Sin decir adiós.

Ni los libros que leí, las películas que ví o las anécdotas que escuché, se acerca a lo que realmente sentí cuando te fuiste.

Creí saber que era tener el corazón roto era sentir tristeza pero no, no estaba ni cerca. Es un dolor que quema, que duele. Es un dolor inmenso que se siente en todo el cuerpo y que no te deja pensar. Yo quería salir corriendo, suplicarte que no te fueras, rogarte con todo lo que soy para que te quedaras pero al mismo tiempo sabía que el amor no funciona así, que no había nada que te hiciera cambiar de opinión y que para ti, nuestro tiempo juntos se acabó.

Y me llené de impotencia, de muchísimas preguntas, de insomnio, de lágrimas, de desilusión, de angustia y de un dolor que me ahogaba consumiendome lentamente. Las personas suelen decir que «de amor nadie se muere», hoy cuestiono esa frase. Uno si se muere. Al menos, yo siento que si… yo morí, no soy la misma desde que me dejaste, ya no veo el amor como antes, tampoco el dolor. Perdí el miedo a sentirme vulnerable a la fuerza porque el dolor me vacío de pronto.

Ojalá pudiera decir que después de todo este tiempo ya no te pienso pero la verdad es que sigo pensando en ti como el primer día y sigo esperando un mensaje de buenos días. Todavía me muero por ver tu carita y te extraño tanto pero, ¿así es la vida no? era algo que debía pasar tarde o temprano. Todo inicio tiene su final.

Una vez me dijeron que amar es lanzarse al vacío esperando que el otro te atrape abajo, a veces tienes suerte y te corresponde, y otras te haces mierda. Sin duda, amar y sentirse amado es el sentimiento más lindo que hay pero hoy digo que nada me hizo sentir más viva que cuando sufrí por amor.

Llorar desconsoladamente con miles de preguntas en mi cabeza me hizo entender que en nuestra historia nunca hubo nada que yo hiciera para que te fueras. Llorar secó mi alma pero con los días hizo florecer mi espíritu, aunque hoy esté viviendo un día a la vez y aun no quiera saber de historias, canciones o películas de amor.

De saber que ese día sería el último te juro que
Te habría abrazado más.
Te habría besado más.
Te habría mirado más.

El amor no es para cobardes. Y es de cobardes no hacerle frente a la despedida.