―¿Viste que con esto del tapabocas y la distancia social la gente ya no se besa?
―Cierto, y surgen saludos ridículos: chocar los codos, los puños… en cualquier momento se pone de moda darse una patadita en el culo. Entre amigos, eh.
―Hablando de besos, ¿cuál dirías que fue el más relevante de la historia?
―¿El de Judas a Jesús?
―Puede ser. Real o mítico marcó un antes y un después. ¿Y pensando en arte?
―Mmmm… creo que me detendría en El Beso de Klimt, ¡qué pasión!, dicen que podría ser un autorretrato, con su pareja, claro.
─O con una dama de la alta sociedad, según malas lenguas… Pensar que fue considerado blasfemo en su época…
―Es que tiene una carga de intimidad, pasión y colorido que no eran frecuentes.
―Yo te propondría la escultura de Rodin, ¡le salió tan bien que la replicó por todo el mundo!
―Claro, es uno de los besos más famosos. Y además, adúltero. ¿Sabías que está inspirado en una pareja de cuñados infieles? El Dante los marcó como lujuriosos en el Infierno de la Divina Comedia.
―Ya se notaba que muy inocentes no eran: los dos están en pelotas… ja, ja.
―La cuestión es que, después del famoso beso, el marido cornudo decidió acabar con la armonía familiar: liquidó a los dos infieles: su mujer y su propio hermano.
―Bueno, en tren de develar falsas ilusiones, ¿te acordás del icónico beso del marinero y la enfermera en Nueva York, en los festejos por el final de la segunda guerra?
―Cómo olvidarlo, hermosa imagen, aunque no parece muy espontánea… ¿fue preparada?, ¿se trata de eso?
―No, no, todo lo contrario, fue muy real. Algo así hoy armaría flor de quilombo, sobre todo entre las feministas.
―¿Por qué?
―Es que la enfermera contó, tiempo después, que al tipo no lo conocía y que la agarró y le zampó el beso sin preguntar y apretándola con ganas. De romántico, nada.
―Mirá vos. Bueno, el fin de semejante guerra justificaba todo, ¿no? Qué lástima, tan prolijita que había salido la foto…
―Pero beso, beso, lo que se dice beso histórico, tengo uno sin par, aunque mejor sería olvidarlo…
―¿A cuál te referís?
―Al chupón que se dieron dos tipos… que no eran gays.
―¡Ya sé! El ruso y el alemán.
―Esos, Brezhnev y Honecker. Parece que por aquellos tiempos se estilaba esa forma de saludo entre camaradas… Pero, la verdad, esa imagen es inquietante, es… es asquerosa.
―Sí, dos políticos jovatos y horribles frotándose las bocas… más antiestético imposible, puaaajjj…
―Yo creo que ahí empezó el declive de la Unión Soviética…
―Creo que si ponés esa foto en los dormitorios conyugales, la humanidad se extingue en un par de generaciones.
―¿Y cuál es tu mejor beso? Un beso personal, digo.
―Bueno, bueno… algunos de la juventud no se pueden olvidar… Pero los que les voy a dar a mis nietos cuando la pandemia me permita volver a verlos, esos sí que van a pasar a la historia…
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