Sentí que la vida me acariciaba
un rocío fresco en una tarde de verano.
La sonrisa se me escapaba traviesa
mientras me entonabas esas palabras hermosas
tan cálidas y cómodas que mi oído pedía aún más.
Mi adicción al cariño de tus buenos días
y al erotismo de tus buenas noches.
Protagonista de mis poemas
Y antagonista de mi tristeza.
Pasaste por alto mis ojos,
viajaste con tus dedos por mi cabello,
memorizaste la textura de mis labios.
Cometió un crimen señorita.
Dejó sin palabras a un escritor.
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