DE LA SELVA A LA SALVACION

DE LA SELVA A LA SALVACION

DE LA SELVA A LA SALVACION

Es mediodía, el calor es infernal, gruesas gotas de sudor ruedan por mi espalda y mi cara está totalmente cubierta del mismo atiborrante líquido maloliente. Por más que uno intente caminar por la sombra, no es posible siquiera tratar de minimizar en algo la alta temperatura de 40° a la sombra. n la cerrada selva que voy recorriendo. Me pongo alerta por si acaso aquello representa un peligro para mí o es tan solo algún animal que anda en la sombra de aquel lugar. Me quedo inmóvil y escucho atentamente con todos mis nervios en tensión, tratando de adivinar lo que no puedo ver. En un segundo sale como brotado por una fuerza gigantesca un enorme bulto, el cual no puedo definir. Me da de lleno en el pecho, me derriba por el suelo y siento como mil navajas cortantes en mi cuello.

Desesperado, con mis dos manos rechazo con todas mis fuerzas el prominente animal y de repente veo su cara, unos enormes bigotes como cables de acero me hostigan mi rostro y unos colmillos avanzan hacia mi cara, buscando mi garganta.

Justo en ese momento suena un disparo como un cañón, retumbando en toda la selva, las aves que están posadas en los árboles salen volando en todas direcciones y mi cabeza queda casi entre las fauces de una boca que huele a demonios, veo su lengua rojiza y con mis manos logro agarrar una de sus orejas retirando la pesada cabeza de mi cuello, la cual pesa una tonelada.

Tengo una de sus manazas en mi pecho y la otra en mi cuello, las dos tienen hundidas sus garras en mi carne, de la cual surge profusamente la sangre en forma de ríos en miniatura, pero suficientes para mojar todo mi cuerpo.

Segundos después siento que el animal es movido por alguien, algo lo arrastra y lo va apartando de mí, yo no puedo ni moverme con ese gran peso encima y cuando al fin cae de mi cuerpo es que vuelvo a vivir.

Miro a todos lados y veo una persona armado con un fusil de mira telescópica, la persona es un hombre y cerca de él hay otros dos más, cargan sus uniformes de guardias de la cárcel y hablan entre sí sobre mi caso, dicen que yo estoy muerto y que me llevarán en mula hasta mi centro de reclusión.

Cuando ya se iban a retirar hago un gran esfuerzo, pero las palabras no me salen de mi boca, no puedo hablar y como puedo alzo mis brazos para que me vean, logro alcanzar una rama que estaba cerca y comienzo a agitarla y mis captores se fijan en que estoy vivo.

Dan media vuelta, se devuelven y comienzan a examinarme, tratan de limpiarme con un paño que traen y logran ver un pedazo de mi cara, la cual se encuentra sumamente congestionada e irritada, así como la garganta que la tengo prácticamente destrozada por las garras del animal, que según supe era un jaguar.

Inmediatamente salen dos guardias a buscar ayuda y uno de ellos se queda conmigo tratando de limpiar mis heridas, como puedo le hago señas para que me dé agua, ya que estoy completamente seco en ésta húmeda pero estéril selva.

El guardia trata de quitarme la camisa para ver mis heridas pero no puede, la tela de mi ropa está incrustada por completo en la carne y me provoca un dolor intenso. Le hago señas al guardia que me duele y él decide dejarme tranquilo hasta que llegue la ayuda.

La espera se hace eterna, el guardia habla por un radio transmisor y reclama ayuda inmediata, porque me estoy desangrando y él no puede hacer nada, como pudo me acomodó cerca de un lecho de hojas ´pero los dolores me atormentan, a mi lado se encuentra el jaguar causante de mi desgracia y me doy cuente que tiene un balazo en la nuca de donde rueda cantidad de sangre por su cuerpo.

Mucho después siento unos pasos apresurados y son los guardias con otra persona, lo reconozco y es el doctor del penal donde me encuentro recluido. Trae su botiquín de primeros auxilios y colgando de su cuello un estetoscopio, el cual brilla como una joya en la oscuridad de la selva.

Uno de los guardias trae una camilla portátil para trasladarme. El doctor se pone a mi lado y comienza a examinarme. Me pone el aparato en varias partes y su rostro se pone tenso dando a entender que no me encuentro nada bien. De inmediato los guardias se ponen uno a cada lado de la camilla para colocarme en ella y como pueden, delicadamente para no hacerme daño me ponen sobre la misma.

Al instante la levantan y un guardia está al frente y otro en la parte trasera. Comienzan a caminar rápido y a cada paso siento dolores en todo el cuerpo, el doctor y el otro guardia vienen tras nosotros y siento que los árboles y matas que están por todas partes pasan a mi lado a toda velocidad, se diría que los guardias van corriendo, luego se paran un rato a descansar, toman agua y el doctor y el otro guardia nos alcanzan.

Después de más de una hora de camino veo humo por sobre los árboles y es la chimenea del penal que está cerca, mi vida se ha salvado, a pesar de todas las heridas que tengo me siento animado, ya que allí hay camas limpias y en el pequeño hospital me atenderán con lo poco que haya para emergencias y si no, me trasladarán a la ciudad en helicóptero hasta algún hospital cercano.

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