Éxtasis sinestésico

Éxtasis sinestésico

Ele

07/09/2020

Excitada, como no recordaba haberlo estado nunca, fue a la librería caminando a un ritmo frenético. Finalmente pudo quitarse la mascarilla y un escalofrío recorrió todo su cuerpo, deteniéndose unos segundos en el cuello antes de extinguirse. Inhaló profundamente y sintió por primera vez en mucho tiempo ese olor, viejo conocido, mezcla de polvo, celulosa y nostalgia. Aspiró una segunda vez, aún más intensamente, para permitir a los cientos de historias que flotaban en el ambiente colarse por sus fosas nasales. Cerró los ojos y se dejó guiar por el único sentido que nunca la había engañado. Serpenteó para evitar los libros de autoayuda, con su olor a alquitrán característico y olfateó de refilón la hierbabuena fresca que se desprendía de Cien Años de Soledad. No recordaba que los poetas malditos huelen a sándalo y canela y sonrió porque no dejaba de parecerle irónico. Siguió avanzando, alerta, extasiada, escuchando cada vez más fuerte el corazón en sus sienes, oliendo su propio deseo, con los ojos muy cerrados y las aletas de la nariz muy abiertas, saboreando matices de los que no se había percatado en todos estos años. Frenó en seco. Nunca hubiese imaginado que, en este nuevo mundo, las teorías marxistas olerían a tarta de fresa.

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