Hoy me encuentro con la necesidad de desmitificar la noción de «traición».

Me pregunto porqué las personas tenemos la costumbre de hacernos cargo de las actitudes de los demás.

Si alguien a quien queremos hace algo que nos perjudica, lo tomamos como una traición. ¿Pero es realmente eso? Sinceramente, pienso que no.

La gente hace cosas de acuerdo a su ser. Si alguien tiene un corazón noble, seguramente actuará de buena fe. Si por el contrario, carece de empatía y buenos sentimientos, se comportará de acuerdo a eso. Ahora, ¿qué pasa cuando un ser querido hace algo y sentimos que nos lastima adrede?

Automáticamente lo tildamos de traidor para con nosotros. Pero lo cierto es que la única traición en ese caso es la de esa persona para consigo mismo. ¿Por qué? Porque definitivamente alguien que obra mal con un cercano, sólo lo puede hacer si su alma está tan vacía como su consciencia.

Pero lo más triste de ese caso es que no cuenta ni con su propia aceptación, y ahí es donde elige mostrarse como otra persona.
Seria todo más fácil si entenderíamos que más allá de que sean nuestros amigos o familia, cada uno hace cosas de acuerdo a lo que es.

Cada cual da lo que tiene para dar. Una vez que comprendamos eso, nos dejará de doler lo que hagan los demás, ya que al fin y al cabo, es lo que pueden hacer con lo que son.

La lealtad, a mi criterio, entonces no existe. No es más que el resultado de nuestro accionar acorde a nuestro corazón… y definitivamente en consonancia con nuestros principios.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS