Perfil público

ANGELA SOLANO YÁÑEZ

ALCORCON - España

Número de obras:1
Lecturas de sus textos:1028
Votaciones recibidas:70
Obras que ha votado:34

Era un huerto con higueras de grandes troncos y dulces higos que, cuando las hojas se partían, daban gotas de leche, que no eran lo mismo porque escocían. Y un cielo repleto de nubes mágicas, con un sol radiante que te cegaba. Era mejor no mirar más arriba de donde volaban las cigüeñas. La tierra contenía lugares invisibles habitados por seres diminutos y atareados. Delgados tallos se elevaban para las mariquitas y las mariposas. Las avispas y las ortigas me enseñaron a desconfiar de las apariencias. De las lagartijas aprendí el sigilo y a perder en la competición. Siempre fueron más rápidas, y nunca me dieron tiempo para explicarles que quería ser su amiga. Trepando a la higuera para imitar a un gorrión, descubrí la fragilidad de la piel, el color de la sangre y cómo el consuelo alivia el dolor.
Luego las ramas se quedaron desnudas como preguntas sin respuestas. El cielo se puso gris, el agua se hizo carámbano y la lluvia lavaba las calles empedradas. Hubo que entrar, dar la luz y encender el fuego. Las ramas cortadas ardían en la chimenea soltando chispas y soltando historias, calentando cuerpos y almas con sueños y fantasías de lugares lejanos.
Había múltiples caminos y una sola carretera. Los caminos, para ir y volver. La carretera se alargaba hasta perderse en el horizonte, hacia un futuro incierto del que no se sabía cuándo se podría regresar.
Las encinas, a los lados del arcén sobre un manto verde salpicado de flores y riachuelos, desaparecieron dentro del túnel perforado en la montaña. Al igual que los tejados rojos de las casas encaladas.
Y aparecieron grandes edificios de cemento, avenidas asfaltadas llenas de coches, trenes encerrados. Y gente, mucha gente, entrando o saliendo deprisa por huecos excavados en la acera, esperado una señal para poder cruzar la calle. Y ruido, mucho ruido. Y una mezcla de hedores y aromas envasados. Sólo quienes lo soportan pueden acabar gozando de los beneficios que se exponen en el escaparate de los deseos. Y pagar el precio.
Nuestras pisadas convirtieron el barro en vereda y el descampado en parque. Han crecido los árboles y bajo su sombra conversan los ancianos y juegan los niños. Hay una fuente con el agua limpia. Crecen flores cada primavera y huele a romero y a lavanda.
Contemplo los atardeceres desde la terraza y tengo tiempo para perder.

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Interesado por: Me interesa la literatura en un sentido amplio, sin predilección de género

Autores o libros favoritos: García Márquez. Amy Hempel, Borges.

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