Perfil público

La primera vez que me detuve a escribir con calma fue en una pizarra que había colgada en la habitación de casa de mi madre, el que era el dormitorio de mi hermana y mío. No tendría más de nueve o diez años, pero me encantaba escribir despacio la palabra «Hola». Luego calló algún cuento a medio hacer y tras zambullirme en el mundo de «Pesadillas» llegó en mi adolescencia Isabel Allende, Paulo Coelho, Zoe Valdés... A los dieciséis tenía muchas ganas de escribir pero no pasaba del primer folio. A los diecisiete gané un accésit en el instituto con un relato inspirado por una novela que leí sobre Afganistán. Ahí quedó, porque entré en el conservatorio y me tuve que poner mucho las pilas con la música clásica en la especialidad de guitarra. La verdad es que me considero toda una campeona, porque aunque hoy día no es mi oficio, el esfuerzo descomunal que he realizado para poder terminar el grado superior del instrumento ha sido tremendo. Siete años después me encuentro llevando una escuela de espiritualidad online, escribiendo talleres, cursos, manuales y otras cosas; grabando vídeos, hablando, dando consejos y amando el lenguaje en todas las formas en las que me encuentro. No soy una especialista en dialéctica, pero me encantan las palabras. He publicado un libro hasta ahora, he escrito otros seis más. Ahora estoy con uno de una temática específica para mi escuela y por fin, este 2019, no solo he dejado el tabaco, sino que también me he animado a escribir novela. Soy de las que creen que el tiempo hay que aprovecharlo, en algún momento he viajado a pasados lejanos con esto, pero no me arrepiento porque a mi edad, he llevado a cabo los suficientes actos como para avanzar hacia lo que me encanta hacer sin miramientos: ESCRIBIR.