El primer día de clase de literatura en la carrera de Traductorado de Inglés, en Buenos Aires, supe que ella sería mi destino. Adoraba leer, escribir, pensar, buscar palabras, trabajar en mi escritorio con diccionarios y clásicos pero la vida da muchas vueltas y tuve que irme. Me traje muchos de esos libros y la mayoría los tuve que dejar.
Mis hijos me absorbieron el tiempo, las ganas y el resto lo hizo el entorno poco enriquecedor. La necesidad de traer el pan a casa me alejó mucho de la lectura, de la literatura y de mi sueño de escribir mis memorias algún día.
De todo esto han pasado 20 años y creía que estaba en el recuerdo, que había sido un sueño de adolescente idealista, un idealismo que creía acabado, asesinado por el realismo pesimista que invade nuestros sentidos. Sin embargo uno de esos días, un día común y corriente, como cualquier otro, en el que me encontraba en una de mis búsquedas de sentido, de objetivos, de proyectos nuevos, haciendo balance y cerrando ciclos, sentí el llamado de la escritura tan fuerte como en la universidad.
Pensé en empezar con mis memorias pero supuso un esfuerzo memorístico que en seguida me sacó la idea de la cabeza. Así que decidí dejar que la inspiración fluyera de forma natural y mis manos simplemente fueran el vehículo para transmitir el mensaje.
Así empezaron a aparecer pequeñas historias, mezcladas con anécdotas, con personajes inventados y otros reales, en un estilo simple y directo. Claro que soy consciente que tengo mucho camino por recorrer y que me faltan recursos y herramientas, por eso estoy en esta academia y por eso escribo textos que necesitan una buena crítica. Sólo así podré dedicarme de forma profesional a la escritura y mudarme a una casa frente al mar con ventanales enormes y el ordenador como único compañero, en plan Pablo Neruda.
Interesado por: Me interesa la literatura en un sentido amplio, sin predilección de género
Autores o libros favoritos: Borges, Isabell Allende, Pablo Neruda