Siempre he entendido escribir como un acto íntimo, incluso clandestino. He escrito a escondidas durante los últimos 10 años, por el pudor de mostrarme desnuda sobre el papel, por ser incapaz de exhibirme en emociones, ideas, fantasías… Por esconder ese placer oculto e inconfesable de construir con las palabras. En viajes de trabajo, en trenes y aviones, a las 6 de la mañana de un sábado; o a medianoche, cuando todos en casa se iban a dormir. Pero he escrito, escribo, porque no tengo más remedio, por necesidad.
Mi primer recuerdo escribiendo es con 11 años, inventando casos delirantes de “Los Angeles de Charlie”, que atesoraba en unos cuadernitos de espiral. Escribí mi primera novela con 13 años, una fantasía espacial llena de clichés en plena fiebre de Star Wars. “El tesoro de Cosec” se llamaba. Se la presté a un compañero de la facultad y nunca más supe de ella.
Estudié periodismo y así seguí escribiendo, en este caso como forma de ganarme la vida. Aparqué el propósito de hacerlo por placer, aunque a veces emborronaba folios con algunas ideas y luego los ocultaba en libros, donde nadie pudiera verlos. Mientras, construía una carrera en el mundo de la comunicación corporativa, llegando a puestos de responsabilidad y directivos en multinacionales. Me casé y tuve dos hijos que ahora ya son adultos y acaban de descubrir que su madre escribe.
Interesado por: Cuento corto / relato breve, Novela corta / nouvelle, Novela en un sentido amplio, Artículo / Crónica / periodismo literario, Ensayo / No ficción / Divulgación, Guión de cine o TV / Videojuego
Autores o libros favoritos: Juan José Millás, Eduardo Mendoza, Francisco Ayala