Siempre pierde el que no sabe amar.

Siempre pierde el que no sabe amar.

Joe

11/08/2025

No hago más nada con amor.

Me cansé.

¿De qué sirve hacerlo si la gente lo desprecia?

No lo valora, lo desecha, lo olvida rápido.

Elijo convertirme en un ser frío y soberbio —o más bien, egoísta—, porque existieron, y existen, personas que me mienten, me usan y me ocultan cosas como si yo realmente hubiera hecho algo malo.

Como si hubiera actuado tan mal como ellos lo hicieron conmigo.

Como si tuvieran miedo de que yo sepa una verdad que pueda lastimarme o enojarme.

Como si me vieran capaz de desatar un lado aterrador dentro de mí.

¿Aterrador por qué?

¿Porque existe la posibilidad de que yo también pueda herir?

Tal vez sí.

Lo aterrador es eso que da miedo; y a veces, lo que más miedo da… es que nos dañen.

Evitamos momentos intensos para no caer en bajones emocionales, para no sufrir.

Porque duele.

A nadie más que a un masoquista podría llegar a gustarle el dolor.

El resto tenemos que soportarlo hasta sanar.

Y muchas veces, vivir sus secuelas.

¿A qué voy con esto?

Es simplemente la incertidumbre que ronda mi mente:

¿Por qué ocultarme cosas o mentirme, cuando ya me han herido antes?

No veo necesidad de hacerlo.

Podría ser cruel y meter los dedos en la herida, pero no tengo maldad.

Aún no.

Prefiero quedarme quieta y en silencio.

Porque ya probé el cóctel de la venganza, y no está tan bueno como dicen.

Aunque, claro, siempre es tentador querer volver a darle una chance más a ese viejo trago.

No.

No está bueno adelantarse al karma y hacer su trabajo por él.

Por eso dejo que la vida trate como tenga que tratar a quienes me han fallado.

Y ella actúa, siempre, de forma dura y triplicada.

Si estás que pateás el piso constantemente y tu racha decae…

¡Felicidades!

El karma te está dando lo que merecés.

No disfruto las desgracias ajenas —por obvias razones—,

pero sé que las cosas pasan como pasan.

Y nadie sale ileso después de traicionar.

Queda en vos seguir ahí,

creyendo que la felicidad o la angustia del otro son absurdas,

mientras seguís tiradx en la cama tratando de manejar tu vida.

Ya no depende del karma.

Depende de vos.

Dejá de culpar al resto por tus consecuencias.

Levantate.

Y sacá toda tu mierda.

Yo sentí que él —ese “karma”— actuó y dictó consecuencias sobre mis actos.

La estoy pasando mal desde que enfermé hace tres semanas.

Sin ganas de volver a las guardias ni a las pastas,

pero tampoco con fuerzas para quedarme sin cantar,

sin viajar en subtes,

sin patinar por la ciudad,

sin subir y bajar las empinadas calles de Humberto I° hasta cansarme.

El corazón dolía.

Y las ganas de seguir se desvanecían.

Todo lo que estaba edificando… cierta porción se desmoronó.

Pero no me voy a permitir quedarme de brazos cruzados,

ni hacer lo mismo que estos enemigos me hicieron.

Decido levantarme con la poca fuerza que tengo

y retomar mis carreras universitarias.

Agronomía ya volvió a ver mi cara,

y esos barrios donde me desangré de amor… también.

Ya fue.

Que a aquellos desamores se les detenga el corazón por un segundo cuando se crucen con mis ojos.

Porque tendrán que toparme:

caminando sobre los porteños adoquines,

compartiendo charlas y risas con amigas,

besos con algún que otro loquito en el Gibraltar,

visitando museos, plazas y birrerías,

comprándome ropa linda,

y elevando mi autoestima.

Me vuelvo a rodear de amor, otra vez.

En cuanto a la enfermedad…

Evidentemente no me voy a morir.

Eso sería una exageración.

Aunque lo que estoy pasando es insufrible,

intento disfrutar el día a día.

Y, de todas formas,

me voy a recuperar.

No sé lo que es tirarme abajo.

No sé lo que es mezclar mis problemas con mis vínculos.

No sé lo que es quedarme sola, incluso cuando lo estoy.

No sé lo que es dañar física o emocionalmente a alguien,

porque sé que el universo lo ve todo.

Y actúa de la manera más fiel.

Si hubo algo que dije y dolió,

es porque te choca encontrarte con la verdad.

A fin de cuentas, el karma se encarga de definir cómo vas a vivir.

Así que…

Bancátela.

Y te mentí.

Jamás voy a dejar de hacer las cosas con amor.

Porque al final de la historia,

siempre pierde el que no sabe valorar.

Siempre pierde quien no sabe amar.

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