«Por concepto de amor propio.»

«Por concepto de amor propio.»

Charly.

20/05/2023

«Hay cosas tediosas en la vida, como el camión lleno de gente por la mañana.

Hay cosas molestas, como que te cague un pájaro encima cuando caminas por la calle y manche tu cabello o ropa.

Y hay cosas que te agotan mentalmente, como tener que explicar una y otra vez a alguien que ni siquiera conoces por qué no quieres un servicio de renta para tu línea telefónica.

A todos nos acosan de tarde, justo cuando sacamos nuestra comida del microondas, luego de 6 horas de trabajo ininterrumpido y queremos sentarnos a comer.

En la noche, cuando estamos retornando a casa, exhaustos.

Un Domingo en la mañana cuando estamos tan a gusto durmiendo, abrazados a la almohada y suena el teléfono, para anunciarnos la excelente oportunidad que tenemos de adquirir un cambio de línea por la mitad de lo que actualmente pagamos y que nos va a durar 5 meses en promoción.

Y tú sólo deseas mandarlos al diablo.

Pero un día por más que te empecines en esquivarlos, darles la vuelta o sólo no atender esa llamada, te atrapan.

Lo interesante es quien logra hacerlo, el como elegir palabras diferentes para decirte lo mismo.

Sólo que no te dice lo mismo.

Me tomó desprevenida. Caminaba por el metro, luego de pasar la tarjeta por la manivela y que ésta chocara contra mi estómago, haciéndome girar y darme cuenta que ya no tenía efectivo.

Tenía unos auriculares de cable asomando bajo la chamarra, y el celular en mis pantalones empezó a vibrar.

Puse el manos libres al tiempo que mis pies retrocedían, buscando con la mirada la caseta para recargar dinero. Fue entonces que escuché ese afamado tonito de «Buenas tardes, le saluda Cristian Pascal de…»

Si pasó realmente o no, lo desconozco. Pero me sentí cerrar los ojos con exasperación, buscando paciencia en mí para no cortarle la línea.

Esos segundos son los que determinan si un asesor tendrá éxito y logrará captar tu atención.

Y entonces mencionó lo que me hizo ruido: «… Le comunicamos que tiene la oportunidad de hoy contratar un plan en beneficio del amor propio.»

Uno se está esperando la recarga de $50 pesos de Telcel o la conexión 4G de Movistar, incluso encontrarte con algún loco de Pillophon.

Pero no ésto.

Me quedé callada por un momento, habiendo abandonado el impulso de colgar, lo que dio paso a que me preguntara «¿Sigue ahí?.»

A lo que respondí que sí.

Ahora me encontraba en la conversación de venta más inusual del mundo.

Le pedí que me repitiera la información.

«Claro, le comentaba que hoy ha sido seleccionada entre un número finito de candidatos para contratar un plan de ahorro en beneficio del amor propio.

Nuestro servicio ofrece la más grande cobertura a nivel internacional. Además de darle 5 recordatorios al día de lo importante que es usted para usted misma. Completamente personalizado, claro está. Y la protección contra malos comentarios, otorgada de por vida. Así usted puede ir sobradamente por la vida sin detenerse por lo que piensen u opinen los demás de manera negativa.»

Les estoy hablando de algo serio, yo estaba de pie, ahí, a mitad de la estación Indios Verdes con un extraño al teléfono que me ofrecía un plan en base al amor a uno mismo.

Tengo que admitir mis culpas, me tenté.

Si era una broma, me reconocía como burlada. Felicitaría a quien hubiese tenido la idea. Hasta pensaría en repetirla.

Por eso seguí en la llamada, con la curiosidad cosquilleando en la boca del estómago, las manos sintiendo un extraño hormigueo en la punta de los dedos y una situación nada convencional.

Pero acepté. Me comprometí con mi papel en aquél circo, real o no.

«Okey, acepto. ¿Qué tengo que hacer?»

Sentí ese medio segundo de asombro que suelen tener todos los telefonistas en ventas cuando les dices que sí, debe ser como un regocijo muy personal.

En seguida empezó a tomar mis datos, preguntaba por nombre, fecha de nacimiento, entidad federativa. Sobre algunos contactos, ésto fue curioso, porque hizo énfasis en que fuesen personas que yo supiera que me amaban.

Y sí, yo también pensé que podían usar esas cosas como extorsión. Por eso opté por darle números viejos de líneas que ya no utilizaban actualmente las personas que me querían.

Me preguntó los parentescos, dije que eran mi mamá y mi hermano.

Entonces inquirió: «¿Y sí la aman?»

Me hizo pensar, cuestionarme un brevísimo instante aquello. Y entonces me sentí tonta por dudar de algo así.

Respondí que claro, que me amaban como yo los amaba.

«Es usted una persona afortunada, entonces.»

Proseguimos con el CURP, mi correo electrónico y 3 cualidades que le gustaran a la gente de mí.

¿Cuántas cosas ignoramos hasta que nos hacen preguntas tan específicas?

Para mí tranquilidad y de aquella farsa, no me pidió mi dirección y tampoco me tuve que inventar una.

«Muy bien Srta. Carla, lo único que faltaría es la confirmación. Voy a leerle un pequeño aviso de privacidad y después le haré algunas preguntas confirmando los datos ya dados, si están bien, me responde que sí, si hay algún error o cosa con la que no esté de acuerdo, me dice que no. ¿Okey?»

«Okey» dije yo.

«Hago de su conocimiento que Mevaloro hace uso de sus datos, aportes, experiencia e historial personal sólo para los fines establecidos en el servicio. Para conocer más de nuestra política de privacidad, puede consultarla en www.amorpropio.com.mx»

¿Entonces no era una estafa?

«Confirmo su nombre completo es Carla XXXX XXXX XXXX, ¿correcto?»

«Sí»

«Confirmo que usted nació en San Luis, el día 13 de Junio de 1995, a las 13:30 pm hrs.»

«…Sí.»

Sí, había nacido a esa hora exacta.

«Confirmo que las personas que la aman son Carmen XXXX XXXX XXXX y Roberto XXXX XXXX XXXX, con números de teléfono 55-4xxx-xxxx y 55-6xxx-xxxx, ¿correcto?»

«Sí.»

«Muy bien, recuerde que el plan de pagos es por donaciones voluntarias, realizadas a su propia cuenta de ahorro, sin tener que utilizar ningún tipo de cuenta clave, más que su honestidad.»

Aquello me desconcertó, sinceramente no entendía cómo yo misma iba a aportar con ello.

Pero lo vería.

«Y por último, queda mencionarle sobre el cargo por concepto de amor propio.»

Ahí paré, no entendía a que iba diciendo eso.

Y pareció interpretar mi silencio.

«Permitame explicarle, cuando usted no cuida de sí misma, se genera éste valor adicional. 

Cada vez que usted permita que otros hagan uso de su empatía, de su compañía, de su buena y sincera disposición para ayudarles, sólo cuando les convenga y sin darle nada a cambio, usted estará menospreciando su entrega y se realizará un cobro extra.

De éste modo, manteniendo al día las cuentas claras, podrá darse cuenta que es mucho más feliz cuando aprende a poner sus límites de forma asertiva y no deja sueltos pendientes y supuestas obligaciones que no le corresponden.»

La gente seguía yendo y viniendo, de forma común. Sin tener idea e interés por la normativa que me estaban explicando.

«¿Tiene dudas? ¿Está usted de acuerdo con ésto?»

«Sí, estoy de acuerdo con ésto.»

«Perfecto, entonces sólo me queda por hacerle la última pregunta: ¿Usted está de acuerdo con conseguir amarse más?»

Y tras una prolongada pausa, con un nudo en la garganta, yo dije que sí.»

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS