La doncella de la noche.

Esta es la historia de la doncella de la noche, la cual despertaba con la luz de la luna y las estrellas; mientras a la luz del sol dormía. Ella habitaba en un bosque de una tierra lejana. Durante la noche la doncella abría sus ojos y caminaba por el bosque, brindando paz. En este bosque se encontraban unas pequeñas criaturas con apariencia de bolas de algodón, quienes al llegar la noche se volvían negras. La joven doncella purificaba estas criaturas volviéndolas bolas de algodón blancas y llenando de vitalidad a toda la vegetación del bosque. Al ocultarse la luna, la doncella agotada entraba en un profundo sueño.

Cercano al bosque se encontraba un reino donde yacía un rey y su hijo, el príncipe Thomas el cual se encontraba enfermo de una rara e incurable enfermedad que le hacía tener fiebre por las noches, un enorme dolor de huesos, una piel pálida, así como sangrados por la nariz y la boca. Los sabios del rey le habían contado leyendas de la joven doncella de la noche, la cual era capaz de curar cualquier enfermedad. Estos alentaron al rey en ir en busca de la doncella de la noche y secuestrarla para hacerla curar al futuro heredero del trono del reino. Lo planearon por varias semanas hasta que llegó la noche en la que lo harían. El rey se encontraba indeciso de dar la orden, pero al ver a su joven hijo agonizando de dolor y fiebre decidió que esa era la mejor elección, así que dio la orden a los soldados quienes se dirigieron al bosque en busca de la bella doncella. Los soldados del rey esperaron hasta la madrugada justo como era el plan, ya que en ese momento la doncella se encontraría agotada y a punto de entrar en sueño profundo. Esa noche la doncella repitió su ciclo sin fin, donde purificaba a esas pequeñas criaturas negras y las volvía blancas. Al llegar la madrugada casi el amanecer los soldados rodearon a la doncella de la noche, esta ya cansada y con sueño no pudo escapar de ellos. Esperaron a que durmiera y una vez dormida la encerraron en una jaula. Los soldados llevaron a la doncella cantando de felicidad pues la salud del príncipe mejoraría.

Al llegar los soldados con la doncella en una jaula todos en la sala del rey aplaudieron, se podían ver los rayos de luz del sol atravesar las grandes ventanas de la sala, las cuales iluminaban la blanca piel de la doncella y su oscuro cabello negro. Vestía un hermoso vestido azul del color de la noche, con misteriosos brillos que daban la apariencia de estrellas en el firmamento. Todos en la sala se asombraron al verla, con una apariencia llena de inocencia. Los sabios informaron al rey que deberían esperar hasta la noche a su despertar para poder curar al príncipe Thomas. Llegó la noche y la doncella despertó de su sueño, pero en esta ocasión dentro de una jaula. El rey se encontraba en la misma habitación, llorando desconsolado por su hijo. La doncella confundida intentó forzar la jaula por lo que el rey supo que había despertado.

Se acercó a ella y con lágrimas en los ojos le pidió que curara a su hijo. La doncella lo miró con curiosidad, mantuvo silencio por unos segundos

-Necesito volver al bosque- Dijo con una voz dulce.

-¿Es qué no entiendes? Necesito que cures a mi hijo, eres la única que puede hacerlo- Respondió el rey.

La doncella asombrada lo miró fijamente a los ojos

-Mi papel en este mundo no consiste en curar enfermedades humanas… Si no regreso al bosque todos los seres vivientes corren peligro- dijo la doncella en tono firme.

– ¿Qué tu papel no es curar enfermedades? Creo que no entiendes la posición en la que te encuentras en este momento – Respondió el rey exaltado.

– Insisto, tú y todo tu pueblo corren peligro si no regreso al bosque antes de la madrugada- Replicó la doncella.

    El rey se encontraba impaciente

    -¿Por lo menos verías a mi hijo? Puedes curarlo y te dejaremos libre para que vuelvas al bosque.

    La doncella al ver la desesperación y el sufrimiento del rey aceptó ver al hijo.

    El rey llevó a la doncella con el príncipe Thomas. Ella al verlo arder en fiebre y sangrando por la nariz decidió ayudarlo, se acercó a la cama del príncipe y puso su mano sobre su pecho. Transcurrían los minutos y la fiebre del joven príncipe comenzó a disminuir. Su piel comenzó a tomar color. Pasó 1 hora y la doncella continuaba con su mano sobre el pecho del joven, pero se miraba agotada. Finalmente, después de 2 horas la doncella de la noche retiró su mano del pecho del príncipe, el cual ya no tenía fiebre, no sangraba y su piel parecía llena de vida.

    -Su hijo se encuentra sano… ahora debo volver al bosque- dijo la doncella, la cual al dar un par de pasos cayó al suelo. El rey fue rápidamente a revisarla; ella se encontraba dormida debido a que la enfermedad de la que había curado a Thomas era muy grave.

    Algo que se creía en las leyendas era que la doncella purificaba las cosas con su luz, pero en realidad la doncella purificaba absorbiendo toda la oscuridad y enfermedad existente, al llegar al límite de energía negativa que podía retener su cuerpo, esta caía dormida profundamente, eran los rayos de luz del sol los que la purificaban mientras dormía. Normalmente en su hábitat la doncella podía absorber la energía negativa durante toda la noche, ya que al cumplir este ciclo todas las noches, la energía negativa del bosque era mínima.

    El rey quien presenció el poder curativo de la doncella de la noche, decidió que el dejarla libre sería un gran error ya que ella podría asegurar salud en toda la gente de su reino; el rey había olvidado las palabras de la doncella.

    La doncella durmió todo el día nuevamente, y todo en el reino era alegría y celebración pues al fin el príncipe Thomas se encontraba con salud. El rey era muy querido por su pueblo pues siempre se preocupaba por el bienestar de cada uno de los habitantes del reino.

    Cuando la doncella despertó por la noche se encontró nuevamente encerrada en una jaula. En esta ocasión la doncella se mostraba inquieta y desesperada.

    -Se que dije que te dejaría libre y podrías volver al bosque cuando curaras a mi hijo. Esto podrás verlo como un crimen, pero el verdadero crimen por mi parte sería dejar ir a quien podría curar cualquier enfermedad que azote a mi pueblo – Dijo el rey.

    -¡NO! ¡NO LO ENTIENDES! Has cometido un grave error – Respondió la doncella.

    De pronto por la ventana se comenzaron a escuchar gritos de agonía, desesperación y dolor.

    El rey corrió a ver que ocurría en su reino y bajo la tenue luz de la luna pudo observar como unas enormes bestias envueltas por una viscosa sustancia negra como la noche, grandes garras y afilados colmillos destruían todo a su paso dejando ruinas, sangre y sufrimiento.

    -¿Qué es esto? – Preguntó el rey horrorizado.

    -Mi papel en este mundo era evitar que algo como esto ocurriera, yo protegía a los seres vivientes de esas criaturas de la noche – Respondió la doncella.

    Se escuchó un fuerte estruendo en la habitación del príncipe. El rey corriendo se dirigió a la habitación, y al abrir la puerta miro la ventana rota y la cama del príncipe vacía cubierta de sangre.

    -¿Qué he hecho? – Se repetía en voz alta el rey al enterarse que había perdido lo que más amaba en este mundo.

    Corrió a la jaula donde tenía a la doncella y le pidió que detuviera a esas bestias mientras abría el candado de la puerta donde se encontraba encerrada.

    -Las detendré, pero no puedo recuperar todas las vidas que han sido arrebatadas esta noche – Dijo la doncella.

    El rey se arrodillo llorando y gritando de agonía.

    La doncella salió del castillo y comenzó a cantar una hermosa melodía que tranquilizó a esas bestias nocturnas que habían llevado la muerte a ese reino. Se acercó a las criaturas absorbiendo así toda la oscuridad que había en ellas. Las enormes criaturas se convertían en pequeñas bolas de algodón siguiendo a la doncella en su camino al bosque.

    El rey se quedó solo en su reino, sin un pueblo que gobernar, ni un hijo a quién amar y heredar su trono y corona.

    La doncella volvió al bosque antes de media noche para así volver a su sueño profundo. Repitió el ciclo nuevamente noche tras noche, para así proteger a los seres vivientes manteniendo en equilibrio la luz y la oscuridad.

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