REFLEXIONES DESCONFINADAS

REFLEXIONES DESCONFINADAS

Mario Ferreira

26/07/2020

REFLEXIONES DESCONFINADAS 1: UN EJERCITO DE OJOS

Un ejército de ojos tomó la calle.

Miles de miradas perdidas inundando el espacio que dejaron otras que, encerradas, esperan el momento de imitarlas. Cuando sea prudente; o cuando ya no se pueda más.

Batallones desordenados de seres con medio rostro con sus gestos perdidos detrás de telones de papel y tela.

Perdidas las muecas de disgusto y las sonrisas tibias.

Extraviados los labios apretados del esfuerzo o la desazón; escondidas las bocas abiertas por el asombro o el aburrimiento.

Perdido el beso, atrapado en el tamiz del tapaboca. Curioso, ¿no?: igual que un virus.

Tal parece que tendremos que aprender a ser más escrupulosos para descubrir en los ojos del otro las profundidades del alma; más allá de la poesía y el romanticismo.

Tendremos que esforzarnos para que los demás vean en nuestras pupilas el reflejo de nuestros sentimientos.

Extraño, todo es muy extraño. Pero real.

¿Cómo será el mundo en quince días o en un mes o en un año?.

¿Habrá cambiado algo?. ¿Cuánto tiempo nos miraremos a medias detrás de los barbijos, incluso cuando éstos ya no estén?.

La luz va a llegar, más tarde o más temprano. Seguro más serena y limpia, sin nubes de humo y mugre que la opaquen. Ojalá que por mucho tiempo, eso espero.

Y estará en cada uno de nosotros, devolverle a la vida, aquello que le retaceamos y hacer de cada momento, un único instante de agradecimiento.

REFLEXIONES DESCONFINADAS 2: TE QUIERO…PERO DE LEJOS.

Siempre me acompañó la certeza del primer abrazo aunque no lo recuerde; seguro un regalo de mi madre.

Luego nosotros repetimos el ritual y abrazamos a nuestros hijos queriendo llenarnos de tanta felicidad y hacerla eterna.

Porque el abrazo, aunque fugaz, tiene algo de apropiación, del deseo de no dejar escapar ese momento.

Sí, ya sé que hay abrazos de compromiso o de ocasión. Pero yo no hablo de esos.

Hablo de los verdaderos, los sentidos, los que surgen porque sí, los que no se calculan ni se piensan.

El abrazo, vence a la distancia. Reta y desafía nuestro espacio individual para convertirlo en un lugar compartido.

Cuando abrazás, tu corazón queda cara a cara con el del otro, para que se cuenten las cosas que la razón, esa tonta que vive en la azotea, no sabe contar.

El abrazo entibia el alma cuando ésta se enfría de soledad o desdicha; o simplemente cuando algún invierno sorpresivo se cruza en nuestra vida.

Te da la bienvenida y demora las partidas, te perdona y te cobija. Es el gesto de la caridad.

Hoy tengo el abrazo de mi esposa (y doy mil gracias por eso) y hoy también, extraño el de mis hijos, el de mi nieto, el de mis amigos.

Abrazos de amor cotidiano, filial y fraterno.

Abrazos que te dicen simplemente: “estoy contigo”.

Nos piden seguir queriéndonos, pero de lejos.

Por eso, cuando termine este largo viaje inesperado, comenzaré a guardar con cuidado en la memoria cada uno de los abrazos que la vida, generosa, me regale.

Nunca se sabe cuándo los necesitaremos otra vez.

REFLEXIONES DESCONFINADAS 3: VILLANOS Y HÉROES.

Ahí van, a la vista de todos; con sus plumas desplegadas en un arcoíris sin colores, burdo y gris.

Faltando a la clase de los solidarios, huyendo de las reglas como si vivieran solos. Extraños entre los extraños, desiguales y rancios. Feos e hipócritas.

Sacando el cartel de: “¡a mí qué me importa!”. Creyendo que son inmortales, impermeables, diferentes, poderosos.

Salieron de la oscuridad para florearse frente a los otros (nosotros) que los miramos atónitos a través de las ventanas.

Se creen héroes cuando en realidad son villanos.

Cientos y miles cubriendo las plazas y las playas, mientras el resto de los mortales (¿será por eso?), los miramos por la tele.

Los villanos bien saben lo que pasa pero prefieren ser malos. Es que así son los villanos. Viven la vida entera esperando un minuto de gloria. Gastan sus días soñando con el momento en que los demás hablarán de ellos.

No hay nada que los haga sentir mejor que mofarse de la crítica fundada y lógica. Porque simplemente son villanos y ellos quieren que la gente los odie. Aunque sea un poco.

Mientras los héroes lo arriesgan todo, cuidándonos en tantas cosas que parecían que no eran tan importantes pero lo son, ellos, los villanos, se ríen en sus caras y en las nuestras.

Algunos hoy, ya podemos tímidamente refrescar el cuerpo y el alma con la brisa o entibiarnos a la luz del sol. Vestidos con nuestros tapabocas coloridos, intentando desarrollar esa nueva capacidad de ubicarnos en el mundo a dos metros de distancia. Y en la calle, nos cruzamos con ellos, los villanos, que ya no están tan alegres (lo sé porque veo sus caras, no llevan tapabocas). Se encontraron de golpe rodeados de otros seres que son mayoría y los ignoran o incluso, les hacen ver su ignorancia.

Con algo de suerte, quizás, hayamos aprendido a no tomar en cuenta a los villanos que siempre estarán y a agradecer cada día, a los héroes que enfrentan la vida con esperanza y amor.

Nosotros decidimos de qué lado estar.

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