En un espacio y tiempo lejano, situado en el punto medio entre dos dimensiones. Una reveladora historia comenzó. Una de estas dimensiones era la dimensión material, y otra, la dimensión de las sombras.
La primera era una dimensión que, en ese tiempo, formaba parte del pasado. Considerada un mito, antiguo y lleno de secretos. Quienes la habitaban, eran llamados “humanos”. Se dice que estos vivían bajo conceptos, que los tenían encadenados. Como si en su tierra no pudiese existir otra verdad que no sea aquella que estaba ya aceptada. Al igual que se definían por símbolos y muchos objetos, como si jugaran a coleccionarlos constantemente, hasta que sus colecciones se volvían innecesarias y aburridas, y las desechaban para crear nuevas. Creando con ellas falsas facetas que nunca permitirían realmente ver claro. A veces, ni ellos mismos encontraban el sentido a estos aspectos propios. Pero podían sentir que algo más que eso existía en su lugar. Entre ellos solían herirse y no les importaba realmente como el otro habitaba su espacio. Tenían una imaginación tan grande que creaban falsas barreras que dividían su espacio en diversas porciones, que realmente nunca existían.
En cambio, la Dimensión de las Sombras, era un lugar en el que no existía lo material, pero en el que abundaban pensamientos y nuevas ideas por doquier. Se valoraba aquello que transmitiera la energía merecedora de ello. Esto era, lo real. Aquí, se podía ir más allá de lo material, del tacto y la visión, la experiencia de las sombras en su lugar era plena, habitaban aquí como grandes esferas de luz que se conectaban irradiando destellos de energía y comprendían el significado de cada destello. Se guiaban en base a la empatía. Cuando alguna de ellas dejaba de brillar, toda la dimensión de reunía y sanaba a esa sombra. Solo mantenían una única verdad, todas eran una, una eran todas.
Muchos aspectos diferenciaban y separaban estas dos dimensiones. A excepción de su historia, esta las complementaba, tal como el agua del océano y la arena del mismo. Así de distintas, pero necesarias la una de la otra.
Con respecto a los habitantes de estos lugares, los humanos creaban y recreaban espacios donde vivir, porque los necesitaban para dividir su espacio del espacio de los demás. Si bien tenían un enorme y habitable lugar donde convivir, ellos elegían crear sus “edificios”. Los cuales eran el hogar de su esqueleto. Y transportándonos a la dimensión de las sombras, allí existían proporciones denominadas “vacíos”. Se encontraban a lo largo y ancho de toda la dimensión. Cada una de las sombras tenía el suyo; estos eran el hogar de todos sus sentimientos y pensamientos, preguntas y respuestas.
Una de las sombras que habitaba este lugar era muy curiosa y aventurera. Solía preguntarse sobre cuestiones que requerían de la ayuda de otras sombras para ser respondidas. En un momento específico, se preguntó qué podría haber fuera de su dimensión. Una de sus dudas era si ese otro lado material que conocía solo como un mito podía tener conexión con ella. Creía firmemente que algo unía ambas dimensiones, pero no tenía información para confirmarlo. Para su tranquilidad, y para su suerte, esta pregunta no empezaría a carcomerla por
dentro hasta encontrar una respuesta, al menos no por mucho tiempo. Ya que,
sabía a quién recurrir para comenzar con su búsqueda de respuestas. Su
ayudante sería la sombra más anciana, Esencia, quien era distinguida del resto de
las sombras por su antigüedad en estas tierras y amplio conocimiento sobre ellas.
Por las noches, en los rincones de este sereno y sombrío espacio, los vientos
narraban historias, una de ellas incluía a Esencia, quien solía descubrir y revelar
secretos, sin ayuda de ninguna otra sombra. Se contaba que hace tiempo,
Esencia habitaba el mundo material. Por lo que se sabía al respecto, estaba allí
para enseñar a los humanos a recorrer un camino. Esto fue lo único que Esencia
se atrevió a compartir hasta el momento, incluso con las sombras, ella prefirió
guardar su conocimiento en su vacío, pensando así, que nunca tendría que
recordar nuevamente su existencia en ese plano.
Llegó el momento en que la sombra aventurera estaba lista para empezar a
indagar. Recurrió a Esencia y le explicó sus dudas, finalizando con una oración
muy penetrante para los pensamientos de la misma-“Con respecto a esa
dimensión material tan lejana, que por cierto tú conociste Esencia, ¿puede que
exista algún punto que una a humanos y sombras? ¿Como si fuésemos un mismo
viento, que por alguna razón se deslizase en dos direcciones contrarias y así
acabáramos separados?”-.
Esa pregunta provocó que los recuerdos de Esencia aparecieran sin cesar. Luego
de pensarlo por un momento, ella accedió a ayudarla y así aprender juntas.
Acabando por comprender que, al fin y al cabo, por más conocimiento que tuviera,
la capacidad de espacio en la galaxia del conocimiento era infinita. Respondiendo
así su propio argumento de aprender con ella sobre algo que ya sabía.
La existencia de las sombras era respetuosa y amorosa para su plano, eran
conscientes de que ahí vivían y no tenían otro mundo el cual habitar si este
explotaba y dejaba de existir. Nutrían con su energía cada rincón para que cada
día mejor pudieran vivir. Manteniendo acuerdos grupales que aumentaban el amor
constantemente. Pero para sorpresa de las sombras, no era así con los humanos.
Ellos también tenían un único mundo y debían habitarlo de la manera más
respetuosa posible, al fin y al cabo, era el lugar que les permitió nacer y ser. Pero
con el tiempo, ignorando eso, llegaron a autodestruir su dimensión y así, hasta su
propia existencia. Pensar en esto asustaba a las sombras. -¿qué tanta maldad
puede un ser contener para llegar a provocar algo así?- Se preguntaba la joven
sombra.
Esta historia y el por qué de este desastre eran ciertos, pero había detalles
que se omitían en esa narración. Esencia decidió dar a conocer la parte de la
historia que faltaba. Ella confirmaba que en realidad, los humanos no eran tan
crueles como se los imaginaba e identificaba en el mundo de las sombras. No
actuaban de este modo por cuenta propia. Sino que algo más los impulsaba. En el
otro universo, Esencia estaba acompañada por otra sombra. Este era “Egoísmo”,
quien también estaba allí para enseñar. Notablemente el aprendizaje que estos
maestros brindaban era completamente diferente el uno del otro. Egoísmo,
enseñaba en base de sus propios pensamientos primordiales. Estos eran,
interesarse solo por él mismo y saciar su hambre de poder. Como si de donde él
venía, se alimentarán a base de ambición y arrogancia, y para cumplir con su
maestría pretendía inculcar esta manera de actuar en los humanos. A diferencia
de él, Esencia enseñaba a los humanos a observar, en silencio. Sin hambre que
saciar, con la condición de que lo que sea aprendido, sea compartido.
Ambos maestros estaban acompañados por otras sombras, estas eran los
ancestros de las que, en un futuro, pasarían a formar parte del universo de las
sombras. En aquellas épocas, sombras y humanos compartían un mismo espacio,
tiempo y terreno. Su unidad se asemejaba a la del sol y la luna al reflejarse para
así formar un eclipse. Eran uno. La diferencia entre ellos era que los humanos
eran completamente visibles. Pero no era así con las sombras, quienes preferían
estar tranquilas en lugares silenciosos, elegían los vacíos. Cada uno de los
humanos tenía el suyo, esos vacíos siempre estuvieron llenos, pero no podía
apreciarse de qué, las sombras allí se sentían bien. Ellas conocían a los humanos
mejor que ellos mismos lo hacían. Algo que a las sombras les extrañaba, pero no
podían cambiar sin ayuda de los humanos, era ser reconocidas por ellos. Los
humanos preferían tapar e ignorar a las sombras. ¿Las odiaban?, quizás era
porque los rincones que ellas elegían para quedarse eran dentro de ellos, estaban
ahí, esperando sin apuro, en un inconsciente rincón. Pero ellos no querían
compartir espacio. Su terreno tenía que ser solo suyo, aunque supieran que eso
no sería así jamás. Estas sombras podían ser utilizadas como espejos, en los
cuales se revelarían propios secretos. Pero preferían no verlos.
Ahí es donde Egoísmo brindaba su ayuda, estaba de acuerdo con no compartir
espacio con nada, ni nadie más.
Los humanos, en su recorrido tenían la libertad de escoger entre aprender
de Esencia, quien los guiaría por un camino en el que conocerían a sus sombras
sin odiarlas, y a ayudar al resto de los habitantes de la dimensión, ya que el
camino sería largo. O aprender de Egoísmo, quien les prometía un camino mucho
más corto y con beneficios solo para ellos mismos. Los humanos preferían los
caminos cortos, los aburría esforzarse demasiado para algo que no era del todo
complaciente. Pocos eligieron a Esencia. El resto se quedó con las promesas de
Egoísmo, que suponían un camino simple y con un fin lleno de plenitud. Pero al
pasar el tiempo, vieron que esto no era así, el único logro aparente era el de
madurar como frutas hasta caer de su árbol y luego de eso, quedar allí, hasta ser
comidos por quienes los rodeaba. Los aprendices de Esencia, conocieron un
camino diferente, el cual no fue tan oscuro y largo como lo esperaban. Los
ancestros de las sombras que actualmente se conocían en la dimensión se
encargaron de acompañarlos e iluminar su camino. Entre ellos, se encontraban los
antepasados de la sombra aventurera, quienes también ayudaban en esa
enseñanza.
Conocer esta enorme e importante historia, produjo a la sombra fascinación
y felicidad al poder confirmar su certeza de que algo unía ambos universos. El
pensar que sus ancestros habitaban también el mundo material, la llevó a
cuestionarse las posibilidades de haber formado parte de esa complementación
con humanos. Pero, aun así, sentía que había una parte de su propia historia que
todavía no conocía, y estaba segura, de que lo haría pronto.
Partiendo de este nuevo cuestionamiento, Esencia se vio obligada a
confesarle a la joven sombra que ellas siempre estuvieron juntas, tanto en este
universo, como en el universo material. Ella fue el impulso para su actual
reconocimiento y sabiduría. En el mundo material, cuando Esencia observaba que
ya casi ningún humano la elegía como maestra, prefiriendo así el augurio de
Egoísmo, temía ya no tener motivo por el cual estar allí. En el instante en que
pensaba en la hora de despedirse de sus épocas de enseñanzas, un humano la
sorprendió y la escogió, no solo para aprender de ella y conocer a su sombra, sino
también para ayudar a hacer conscientes los rincones inconscientes que
observaba a su alrededor. Esto provocó que Esencia viera, metafóricamente, un
nuevo y distinto amanecer al que acostumbraba ver hace tiempo.
Este humano eligió aprender de Esencia y la sombra que lo complementaba o
complementar a su sombra de una manera consciente, aún no se sabe cuál fue el
suceso exacto. Eligió desarmar todas aquellas verdades que recibió como propias
y fue más allá de ellas, aprendiendo así a respetar su existencia en el mundo
material, tanto como al lugar que le permitía contenerla. Manteniendo aquello que
lejos de cualquier promesa de palabras vacías, permanecería vivo hasta el fin de
los tiempos, en ese o en cualquier universo, en cualquier multiverso. Dirigiéndose
así a ser esa sombra aventurera y consciente de su pasada vida material. En ese
preciso momento, luego de las últimas palabras de Esencia, el universo de las
sombras se iluminó por completo y los vientos deslumbraron como nunca con
sabias palabras diciendo, “Aquello que en cualquier rincón se encuentre, y
contenga, aunque sea un mínimo destello portador de vida. Aquello que en algún
rincón de esta existencia se acerque, se una, roce, o habite cerca de otra vida,
será transformado en uno. Lo interno y lo externo de todo aquello que puedan
llegar a conocer. Así, como fue con esta sombra y su elegida compañera Esencia.”
Revelando de esta manera, que estas sombras juntas han estado aventurándose
en busca de nuevo conocimiento hace tiempo.
Al finalizar la existencia del universo material, las sombras de aquellos humanos
siguieron vivas, pero esta vez, conociendo su verdadero mundo. El Mundo de las
Sombras. El otro lado no dejó de existir, pero allí quedó solo lo irreal. Y allí tuvo
que quedarse Egoísmo, cuidando a sus frutas caídas de los árboles. Si algo se
iba, algo debía quedarse.
Ambos lados siguieron existiendo, pero solo uno siempre estuvo y se mantuvo.
Este fue, es, y será, el mundo de la sombras.
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