Esta mañana desperté con ganas de ti, de todo lo que representas, de la exquisitez de tu existir, de tu alma que me salva los días, del huequito en tu mejilla derecha que se forma cuando hablas de todas esas cientos de cosas que te gustan de la vida, ese huequito que se forma en el momento previo a besarnos cuando me miras los labios; también cuando sonries después de escuchar mis chistes malos, ese huequito donde mis labios parecen encajar de manera tan extrañamente precisa que me provoca correr lejos de tí y refugiarme antes de que acabes conmigo.
Tengo ganas de ti en todos lados, arriba y abajo, contra mi cadera o mi espalda, de pie o sentada, quizá contra mis rodillas, quizá contra el mundo; tengo ganas de ir juntando todas tus formas con las mias, tengo ganas de ti cada mañana desde que te conocí.
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