
Sepulcros de Santiago Ramón y Cajal
Existir es un hecho,vivir es un arte (Maria Isabel Santillán Lázaro)
Madrid 20/11/2025
2.713 palabras
Todo empezó con un mensaje al grupo de wasap a mediados de Agosto, chicos Pedro y yo no hemos apuntado a una visita guiada al Cementerio de la Almudena para el 21 de Septiembre, todavía tienen plazas disponibles, por si os queréis apuntar.
A mí mujer le pareció bien esa oportunidad de vernos en este Madrid Misterioso y tomar unos vinos con los amigos, ‘a mí no me hacía gracias”, me daba yuyu.
¡Pero si es para las once de la mañana!, me dijo mi mujer, en ese momento sonó otra vez el sonido del Wapa del grupo.
Fermín y Cecilia también se apuntaban, pues nos apuntamos nosotros también y así fue. Después de la visita, nos fuimos para comer todos y disfrutamos del Domingo, los Seis Amigos.
Años antes me enteré por una emisora de radio que estaban planeando hacer una visita guiada nocturna por el Cementerio de San Isidro.
Si te da escalofríos durante el día, ¿fijate por la noche?, pensé. Pero la primera vez que pase por las afueras del camposanto, tenía seis o siete años, y si me daba mucho miedo, al pasar por esa Avda de Daroca en coche ya anochecido de regreso a nuestra casa.
Mi padre como sabía lo asustado que iba, comentaba en voz alta, ¿ pues como nos deja tirado ahora el Seat 850 entre los dos cementerio en esta calzada sin alumbrado y con poco tránsito?, tendremos que pasar la noche aquí.
Y siempre lo relataba cuando estábamos atravesando las dos tapias del ladrillo del cementerio civil y el de la Almudena, la calzada adoquinada hacía estragos en el pánico.
Aunque mi bisabuela me decía una y otra vez que en el cementerio era el sitio que mejor se estaba, sobre todo en tiempo de guerra, y seguí escuchando sus consejos, “ellos no te pueden hacer daño, solo los vivos” son capaces de producir tanto terror que son capaces de crear pánico para toda tú vida.
Quizás por ese temor a los cementerio, mi madre evitaba que no, nos acercará a ningún sepelio de algún familiar con la excusa de que éramos pequeños y evitarnos pesadillas nocturnas.
Principio de los años ochenta en el servicio militar, en ese tiempo tuve mi experiencia con el mundo de la tanatología por estar destinado en un hospital Militar.
Después de ese período tuve que acompañar a mí pareja al cementerio del pueblo para asear algunas lápidas de sus seres queridos desaparecidos.
En una conversación con su padre, descendiente de aquella quinta del biberón de la última contienda guerrera del País.
Al estupor de lo tétrico del recelo que me dejó en el rostro miedoso en aquella visita en la ‘finca de los callaos”, como gustaba mi padre referirse a los cementerio.
Mi suegro me comentó que el miedo fue en el treinta y siete donde les pilló la aviación enemiga, en campo abierto, dejando caer miles de bombas y en los impactó en la tierra levantaban toneladas de arenas y cascote enterrando en vidas a muchos compañeros.
O como muchos de ellos corrían hacia el cementerio del pueblo, rompiendo con la culata del fusil las lápidas, sacaban los restos mortuorios y se metían algunos, en los nichos.
Pues sí, pensé, menudo trauma y pánico para toda una vida, eso que a mi suegro, no le gustaba hablar de la guerra, me extrañó que me comentará esa desagradable experiencia donde los monstruosos vivos te hacen que te persiga para siempre su pánico de muerte.
En el dos mil cinco entre por primera vez en la necrópolis del cementerio del este, me llamó mucho la atención cómo las personas no tienen reparo en el gasto de crear obras de artes en piedra o en granito para ese vacío que deja un ser querido.
Dejando para la prosperidad, con sus descendientes y para otros, un arte casi único, del maestro escultor donde el anonimato pasa desapercibido en estos recintos de desasosiego y desesperación ante la ausencia total de la vida.
Perpetuando el creador su cincelado, imitando como aquellos Faraones de la antigüedad encargaban las construcciones ciclopes para que el difunto se acostumbrara en su nueva morada, ¡la eternidad de la otra vida!.
Llegaron otros días después, cuando tuve que presentarme en el campo santo ante la capilla crematoria de la Almudena. A la salida por la puerta más cercana, visualice la entrada del cementerio Civil.
¿ Por qué no, entrar ? Pero no tenía tiempo para más visitas. La otra oportunidad llegó en dos mil doce, cuando pase a las listas de los desempleados, así que tenía tiempo suficiente y una mañana cogí el coche, veinte minutos después, entre el respetuoso lugar inmaculado y mártir de aquellos difuntos que fueron también ilustres en vida.
Entre panteones y esculturas la cual más bonita me llamó la atención una placa blanca en el color marrón rojizo de unos de los muros de ladrillos del cementerio, al acercarme a él leí, referencia a las treces rosas.
Deducir que en ese trozo de tapia era el sitio donde fusilaron en la guerra civil y después de ella en la época franquista.
Pero años después me sacaron de ese error ese Domingo veintiuno de Septiembre de dos mil veinticinco, donde nuestros amigos planearon pasar esa soleada y fresca mañana matinal, entretumbas de aquel recinto sagrado.
Estuvimos esperando bastante tiempo a los rezagados de aquella multitud de curiosos necrófilos, pero, es de ¡puntualizar! esta errónea definición, nadie y digo nadie de lo que allí estábamos no, nos atraían para nada el acto sexual con los cadáveres.
¡Si, en cambio la fascinación cultural! Quizás no era la palabra más adecuada al referirme a estos deslumbramientos de esta nueva contempladora excursiones o paseos del conocimiento y sabiduría con el debido respeto para este nuevo sistema de Erudición como se debe llamar para este fenómeno como es la Tafofilia.
Permanecimos mientras tanto en agrupación a la espera de la conferencia del tema que nos interesaba.
Posé para la fotografía de Aurori en el camino principal ante la imponente iglesia del cementerio. Mientras tanto pensaba si aquí también llegó la burbuja sepulturera con fondo buitres.
Ya que estaba todo el terreno ocupado y minado de panteones, tumbas y nichos. El comentario del guía, nos dijo que la concepción de los sepulcros son de setenta y cinco años, solo los panteones son de perpetua.
La visita empezaba con admiraciones de símbolos, gárgolas o estatuas de la cultura funeraria clásicas en la puerta y en la basílica.
Seguidas por un pequeño recorrido cercano al centro de la inmensa extensión de sarcófagos y tumbas de algunas personas de renombres, cuya leyenda empezaron a nacer en esta vida y terminaron inmortalizando tras su óbito, por documentos acreditados en algunos casos por recorte de prensa de la época o en archivos registrados por la propia dirección del cementerio.
Es curioso que en el año dos mil veinticinco Madrid tenga más de tres millones y medio de habitantes frente a las cinco millones de personas enterradas aquí.
A muy pocos metros andando, nos topamos con la lápida de la actriz María Guerrero, la profesora nos preguntó si nos sonaba el nombre, ( meses después, el once de Octubre, por casualidad encontramos el referido teatro) y nos contó un largo repertorio de su andanza en la vida de esta empresaria teatral.
Seguimos la marcha y en un bloque de tumbas, volvimos a parar señalando una de ellas, que su nombre para nada nos era conocido, hasta que la guía entre comillas nos preguntó “Jarabo”.
Dijimos que sí que fue el primer asesino en serie de la época negra de la dictadura, que gracias a periodistas del periódico el Caso, como Margarita Landi, nos enteramos de sus fechorías asesinas.
Que colaboró nuestra guía puntualizando que una vez cerrado el féretro y antes de sepultarlo, a golpe de tiros un policía obligó a los enterradores abrir la caja mortuoria.
Encontrando un cadáver irreconocible a causas de golpes y heridas que posiblemente propinaron otros agentes que lo detuvieron e interrogaron.
Pero al ser una persona influyente y con grandes fortunas económicas familiares, llegaron a un acuerdo, la opinión pública no creyó que en la caja se encontrará el verdadero asesino, sino otro desgraciado que pagó su culpa.
Seguimos la marcha y nos topamos con el sepulcro de D. Santiago Ramón y Cajal. Cuando llegué un poco tarde por estar más rezagado haciendo fotografía, la guía comentaba de un fenómeno científico que observó en una escuela, y reflejando en el suelo el haz de luz que pasaba por las vidrieras del templo.
la imagen proyectada, estaba en la inversa, llamándole la atención inventó un artilugio que al enterarse Thomas Edison, le compró su idea y con ella patentó su descubrimiento.
Llegamos a la zona infantil, me pregunté si aquí estaría enterrada mi hermanita de dos años que falleció en mil novecientos sesenta y tres y qué mis padres siempre desviaba el tema, alegando que ya los restos habían desaparecido al insistir varias veces años atrás.
El grupo hizo la parada en una tumba de una niña de finales del siglo XIX o principio de siglo XX cuya fotografía retratista y bien conservada, ya que la tumba estaba orientada al norte y no al oeste donde el sol borra cualquier huella y deteriora cualquier imagen por muy protegida que estén.
Metros después en una pequeña colina en la zona de enterramientos infantiles nos encontramos con un alto templete clásico, de columnas robusta y un techo de cúpula, en lo que se ve en parques o quintas de hombres de clase aristócrata, como pude ver en los años noventa en el parque del Capricho o recientemente en la serie de televisión Valle Salvaje, que me siento enganchado a ella.
El misterio a resolver vino con la explicación del guía, que lo construyó para que protegieran de lluvia y del Sol a los visitantes que pasaban todo el día y parte de la tarde con sus difuntos.
Haceros la idea, sigue, que este cementerio se creó en las afueras de Madrid, y aquí no venía nadie y no tenían medios de transporte que llegarán más la costosa jornada que echaban aquí, y no, cómo ahora, que tiene bastantes opciones en transportes, los familiares tenían que venir en carros de caballo de alquiler.
Pasaban toda la jornada aquí en la intemperie y si llovía, tenían este techo para resguardar igual cuando el sol abrasaba tener una sombra en horas que el Astro Rey apretaba con sus rayos cálidos y sofocantes en horas tórridas.
Los guías, en la mayoría de los casos son personas investigadoras, periodistas expertas con títulos universitarios y con un alto grado de conocimientos en estos tipo de eventos.
Nos invitaba a contemplar la imagen ya que ella y otros compañeros de esta especialidad, en el arte funerario debatían ¿si era o no? una instantánea hecha después del fallecimiento.
Post Morten, una técnica muy arraigada a finales del siglo XIX y principios del XX. donde la mortalidad infantil era demasiada alta y que gracias al descubrimiento de la fotografía la técnica más barata y rápida de conservar cualquier recuerdo de aquel ser querido.
La niña estaba semi sentada, recostada en un largo sofá de tela y sujetándose con la mano derecha a un brazo izquierdo flácido, pero los ojos no me parecieron que estaban fuera de su contorno.
En casa por la tarde conversando con mi compañera llegamos a la conclusión que no tenía pinta de haber sido realizado el retrato Post Mortem, ya que el detalle del brazo podía ser producido por algún tipo de enfermedad como pudiera ser el tipo de la Poliomielitis, enfermedad muy arriesgada en aquella época, y en los años cuarenta y al sesenta de la nuestra.
De allí nos adentramos a un mar de tumbas y sepulcros donde en una de ellas, muy normalita y sencilla, nuestra guía se paró indicando la historia rocambolesca de sus moradores descendientes del naufragio del famoso trasatlántico Titanic.
Daba idea de realizar una novela de intriga y amor sobre sus protagonistas, no antes de presenciar en nuestro grupo un polizón femenino edad comprendida entre cincuenta y sesenta años o espía de otras competencias turísticas a la nuestra, quien nuestra timonel nos relató su anómalo comportamiento.
Jamás pensé que la visita a un cementerio me duraría más de dos horas, pero la Sacramental del Este, es inmensa, tanto que pude observar un itinerario interno en bus de la Empresa de Transporte de Madrid ( EMT) . Después de una parada agradecida de varios minutos en los lavabos.
Se continuó la visita llegando en las enormes puertas de O’Donnell, pensábamos que íbamos para salir por ellas y concluir ya está experiencia.
La instructora viró hacía la derecha alejándose de las puertas, sobre el muro de ladrillo de la izquierda nos explicó que aquí era donde ajusticiaban a los presos políticos al finalizar la guerra de 1939 y décadas despuaés.
Unas tres mil personas murieron fusiladas sin juicios y de rodillas entre ellas las 13 Rosas, alegando que ellas por lo menos si lo tuvieron aunque la condena fue a muerte.
Sobre la tapia o mural derecha una placa conmemorativa y varios ramos de flores y una bandera republicana pintada atestiguan los crímenes referenciados en sus muros. Y en la parte derecha al ras del suelo un pequeño altar, que presiento, y nos, lo confirmó la periodistas, que estaba para realizar un trabajo de magia negra o brujería. “Joder” después de más de ochenta años los malos de la película siguen siendo los protagonista, se le deberían volver en su contra, me dije a mí mismo.
Al ver y leer la placa, me quedé extrañado y el recordatorio me llevó a esa mañana del dos mil doce, cuando visité el cementerio Civil y aprecié otra idéntica placa.
Busque a la Señora Guía fui hacia ella y le comenté el error de la placa, confirmando ella: que fue en este muro donde ocurrió el magnicidio de las jóvenes mujeres, y que seguramente allí, en el civil, en alguna fosa común estén enterradas.
Su elocuente aclaración me convenció ya que al principio de la visita presentó su credenciales de periodista investigadora de esta nueva modalidad.
Y seguimos la visita a escasos metros donde nos encontramos la tumba de Chicote, contándonos: la anécdota de Lola Flores y Ava Gardner y la bofetada que le dio su marido Frank Sinatra con el famoso pendiente que perdió por el golpe en el null de la calle Gran Vía de Madrid.
Poco metros después llegamos a una gran lápida de piedra donde reposaba en el centro una escultura tumbada y ambos lados a sus pies dos estatuas de dos perrillos, protagonista de esta triste historia que a muchos de nosotros nos dejó melancólicos.
Posando todo el grupo ante el sepulcros, la monitora dio por finalizada la visita después que sus discípulos posarán para una instantánea que las mandaron después a cada uno, para subirla después en su página web.
Cómo ya se hizo muy tarde no pudimos terminar el recorrido con la tumba de Lola Flores a petición de muchos de nosotros.
La monitora nos indicó donde se encontraba en línea recta sin pérdida al lado de la Basílica y en ese mismo instante apareció un cortejo fúnebre con varios coches acompañando a la carroza fúnebre cuyas paredes transparente de cristal dejaba ver un inmaculado y mediano féretro blanco.
Intercambiando nuestra vista uno de mis amigos le chocó el color del ataúd, que yo le adelanté que su morador es un niño, ¿ Cómo lo sabes ? Me preguntaron.
Pues de sentido común, todavía el inocente ser no llegó hacerse mayor para convertirse en un despiadado y pecador adulto, aparte, que ya he visto algunas imágenes televisivas tiempo atrás de estos inocentes personajes, en estos infortunios.
Una vez que pasó la comitiva me retraje hacía la monitora que estaba rodeada de varios discípulos, dando la gracia por su trabajo y despidiendo de ellos con la frase que Nieves Concostrina, me dedicó en su libro Polvo Eres, en los años dos mil “ A mis amigos más vitales, hasta siempre”

Cuesta de los restos
La muerte es el destino,
Pero el viaje ése,es la vida.
(Sandderson)
Han Solo
El Pais de la Piel de Toro
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