La puerta Roja

La puerta Roja

Nati Vork

13/10/2025

LA PUERTA ROJA.

De Nahuel Valenzuela.

Prologo.:

Hay lugares que el tiempo no olvida, aunque el hombre intente borrarlos de los mapas. Rincones escondidos entre la niebla y la soledad patagónica, donde las paredes respiran secretos y la madera guarda más memorias de las que debería. Fue por eso que llegué allí. Por curiosidad, por orgullo o quizás por una fuerza más antigua que la razón. Todo comenzó como un simple artículo, una investigación menor para un diario independiente: un viejo cabaret rural, abandonado, a las afueras de Bariloche.


Capítulo I:

Ese extraño lugar en ningún lugar

Nunca pensé en lo extraña que sería mi vida desde que elegiría este caso en mi extensa investigación, hace tiempo que escribía éxitos en mi diario local, tantos temas que aporte y mencione que me llevaron a lo que soy hoy, actualmente me encontraba trabajando en un caso como diario independiente, en mi propia tira sobre un extraño lugar en las zona rural de Bariloche Alejado del centro por allí en Rio Negro, era un extraño cabaret o una antigua casa de cierto año que pocos saben que estaba allí aun no lo sabíamos, pero ahí está sin que pase el tiempo su arquitectura era vieja y algo del tiempo de las primeras urbanizaciones de por ahí del mil novecientos , al parecer antiguamente había una empresa ganadera en el edificio, las maderas contaban con un olor a moho y humedad, de esa que huele a basura o un gato muerto, no sé si mi estupidez o mi optimismo me llevo a tomar el caso pero sabía que podía mejorar el lugar y devolver a su vieja gloria, no era la primera vez que lo hacía, ya había participado en proyectos de restauración importantes como las mejoras en la casa peusser y el rediseño del centro histórico del lago Traful un tanto lejos de mi región natal, sin duda la cordillera no sería más que otro proyecto que se hace el difícil pero que terminaría en unos días o dos.

Para esto llame a uno de mis amigos para este viaje, seria largo, pero valdría la pena, tomamos unas palas y quitamos toda la suciedad y el moho toxico que se pudieran encontrar, el día se hizo largo eterno sin duda, escuchaba un fuerte ruido de maderas crujiendo por cada camino, entre mas caminaba mas pensaba en que caería al suelo, para mi suerte no fue así gracias a dios, tomamos todas las maderas podridas e iniciamos un fogón en la zona baldía atrás de la casa ovejera, Lautaro trajo la carne y Olivia preparo un peure Chileno, yo encendí las brasas con la madera vieja, algo raro que note son la cantidad de diarios antiguos que estaban tirados en el piso, algunos tanto tiempo que el entintado se borro ya no existía, mi duda me mata ya me dijeron mis antiguos jefes que debo solo dejarlo ir pero por qué?, como o por que debería matar una duda sin respuestas, no es el trabajo de los periodistas e escritores escribir verdades o libros que nos lleven a una conclusión?, es por eso que este es mi escrito y dejo en esta reflexión que lleve esos diarios a un analista forense privado, pues aunque puede ser vieja algo huele mal en el ambiente de este lugar, es eso o mi nariz esta demasiado acostumbrada a la podredumbre de mi ciudad natal y no puedo sacarme de encima que no estoy en mi ciudad si no en un lugar más tranquilo, más alegre?…

“Un fuerte ruido se escucha adentro de la casa los tres miramos, pero no vemos nada”

que raro creí haber visto algo adentro, sin mas enciendo fuego esas maderas antiguas con el hacha cortamos la madera en trozos pequeños, metemos una por una al fuego y se torna curioso, esta casa si que debe estar en mal estado, el fuego se torno de un tono azulado casi violeta, al parecer las maderas tiene una putrefacción cobriza, tal vez por los años que a estado pudriéndose en medio de la nada, el polvo de cobre tiende a adherirse a materiales como la madera o tuberías de hierro con el tiempo la combinación de sales de estroncio, que producen el color rojo, con sales de cobre, que generan el color azul, resulta en un fuego de tono púrpura.

A pesar de eso comimos un cordero y encendimos los generadores de energía, necesitábamos colocar esas maderas luego de cenar, tomamos las linternas y alumbramos adentro, ese olor fétido otra vez…, dios mío; a pesar de todo no le dimos importancia y notamos que los tirantes del suelo se encontraban en perfecto estado sin debilitamiento o futuras reinstalaciones, solo tuvimos que pintar un poco con acido para quemar hongos o moho que se halla generado y el resto pintura asfáltica de alto rendimiento, iba tornando a su antigua gloria el jodido piso, mi alegría era mas que evidente, seria acaso otro patrimonio que yo y mis idiotas amigos arreglamos y mejoramos?, eso parece, sin duda tomamos fotos de los tres juntos y decidimos instalarnos adentro con nuestros sacos de dormir, el clima cordillerano era demasiado duro incluso durmiendo al lado del fogón que habíamos iniciado para calentar la carne que compramos antes de venir, una vez dormidos y descansados tendremos otro arduo día con más energía que este sin duda.

“los tres descansan en la oscuridad de la noche con los generadores descansando y las cobijas listas para dormir bien sin ningún tipo de problema climático”.

Me levante agotado por la mañana, que raro hace tiempo no me sentía tan agotado, es como si algo me hubiera presionado el pecho, ¿habrá sido la depravada de Olivia otra vez con sus mañas?; no creo que no es otra cosa, sin dudar es otra cosa sin dudar, Me levanto y la casa se ve tan esplendida, algo desordenada pero normal para ser tan antigua, enserio sentí una especie de vacío, una presión invisible, un silencio demasiado profundo para ser humano. Me incorporé y miré a mi alrededor. La casa se veía espléndida, bañada por una luz anaranjada que entraba por los ventanales grandes del comedor. Todo parecía, el polvo flotando como si bailara, las cortinas viejas y quemadas por el sol, eran pesadas y parecían un par de trapos sucios, el suelo que crujía con cada paso, y ese olor antiguo, mezcla de madera húmeda y secretos no confesados.

Caminé hacia la cocina, era de esas antiguas que funcionaban con hornos grandes de hornos usado como estos y como calorama, curioso, la cocina era grande para la época al parecer conto con una ampliación en la era de los dos mil, hay unos muebles que no entonan con el diseño, bastante curioso, lo interesante es que los que habían estado en este lugar antes que nosotros eran igual de obsesivos como nosotros, los muebles fingen ser de época, ¿cómo lo sé? bueno, si fuesen más antigua continuarían con un patrón de líneas superior al resto ho humedecida es raro, otro detalle de la cocina es un gran y peculiar reloj, marca?, bueno parece ser un reloj de pared Carillon Junghans Wurttemberg Funcionando Marrón Claro Agua, de esos clásicos alemanes de época, curioso el reloj de péndulo seguía marcando las 3:17, como anclado en una hora exacta, que nos querrá decir. Intente encender el horno y encontré más papeles antiguos, los quite y los guarde para investigarlos, coloque uno que otra ramita, limpie un poco el horno y lance las cenizas afuera, Puse la pava al fuego del horno y observé el reflejo del vidrio del reloj antes de ponerle la tapa, una sombra alta, cuando me doy vuelta no noto nada tal vez alguno de los mismos amigos de siempre recién levantados.

Caminaba por las habitaciones y al fondo de una vieja oficina postal del edificio encontré una rara puerta, una puerta roja de gran porte como esas de granero, la única diferencia es que esta parecía ser de una especie de hierro con relleno cementicio, a pesar de la importante aislación se filtraba un fuerte ruido desde los bordes de esa puerta. Esa maldita puerta. Por un instante al darme la vuelta creí escuchar algo detrás: el suspiro de una mujer, luego un murmullo en otro idioma, quizás francés, no eso suena más a una especie de latín o árabe, mi profesor de lingüística me mataría por escribir lo que dije, pero esa parla rara se nota… o lengua de algo que pretendía serlo. Me concentro escuchando por unos minutos hasta sentir una mano fría en mi hombro, cuando me doy vuelta solo era Olivia.

—Olivia.: Que haciendo…

Me asusto y casi le saco los dientes de una paliza,

-o eres tú, ha ha perdón.

—Olivia.: y esta puta puerta?

No hubo respuesta de mi parte. Solo un golpe seco, no tenía idea que decir, como si algo pesado hubiese caído al otro lado. Sentí la vibración recorrer el suelo hasta mis pies. Retrocedí un paso por mera seguridad luego otro. Pero mis ojos no podían apartarse de la manija, de ese brillo metálico que parecía invitarme a tocarla. Al mirar por la rendija no note nada raro solo un largo galpón oscuro no pude ver debido a la falta de luz, justo ahí que note ver algo la pava comenzó a silbar, y el vapor llenó el ambiente. Todo se volvió denso, Aunque nada que un buen mate y un desayuno no arregle.

“los ruidos de la puerta se sienten densos, no se escucha nada, pero es como si alguien estuviera del otro lado, una rara sensación se respira en el ambiente de la construcción, los tres compañeros toman mate y Te de frutos rojos afuera, Nuestro protagonista revisa su móvil, al parecer tardaron en investigar las fotos y diarios antiguos encontrados”

Camino por el gran campo donde nos encontramos y encuentro algo que jamás creí que vería en mi vida, aunque es normal dentro de todo, un viejo vaqueano que vive cerca, lo salude y el vino a galope casi de inmediato a saludarme, al parecer conoce mi trabajo, su nombre es Ernesto.

—Ernesto: Mucho gusto, un gusto verlo.

-Que tal amigo; ¿eres de por aquí?

—Ernesto: ¿Así es, usted es ese escritor no?, Juan Corven?

-solo Corven, pero si, Me conoces de algún lado amigo?

—Ernesto: Yo no mi hija es una gran fan de tus aportes y libros, los ama todos desde tus aportes arquitectónicos a tus libros de ficcion.

“Nuestro autor nota como el hombre saca de su bolsa de cuero un libro; será verdad, el hombre saca el libro es una primera edición de Letaly Road, un libro que escribió años atrás sobre un extraño acontecimiento en la ruta 40”

-Amigo con esto gane un importante premio Pulitzer, increíble…

-quieres que lo firme?

—Ernesto: Seria un Honor, mientras viajaba por estos lares decidí leerlo pues consideraba que perdía el tiempo, también me atrapo es muy bueno.

-No gracias a ti enserio no creí jamás que Alguien aun tenga uno de estos/- a nombre de?

—Ernesto: Para Ernesto y Emma de Corven así me gustaría que fuera

-entendido amigo.

Escuché al hombre por unas horas y decidí preguntar si conoce algo del lugar, el me conto que ese lugar era un antiguo lugar, brutalmente antiguo, si bien se sabe que debe andar de por el 1900 el asegura que puede ser mas antiguo pues su tatarabuelo contaba que este era joven y este lugar seguía ahí nuevo, usado como oficina postal por parte de los arreadores y vaqueanos de la zona, si bien los registros oficiales lo situaban alrededor de 1900, el viejo aseguraba que era anterior. Su tatarabuelo —un tal Jacinto Correa, arreador de mulas y conocedor de la cordillera— decía que, cuando él era joven, esa casa ya estaba allí, impecable, usada como oficina postal por los vaqueanos y arreadores que cruzaban desde Chile para traer correspondencia, mercancías o noticias de los campos de chile hacia las cercanías del Nahuel Huapi e aledaños.

“Ahí, donde está la puerta roja —dijo el hombre, bajando la voz—, era donde dejaban las cartas más pesadas.”

Me quedé en silencio.
—¿Cartas? —pregunté, intentando sonar casual.
—Sí —contestó—. Eran sobres sin destinatario claro, sin remitente. Se decía que, si uno abría uno de esos sobres, no era una carta lo que encontraba, sino fotografías o recortes de periódicos… o una hoja en blanco que contenía un extraño sello real Ingles común en la época del 1900

“El hombre tomó su mate con calma, pero no me miraba a los ojos.”

Continuó:
—Después, con los años, dejaron de pasar por ahí. Uno por uno, los arreadores fueron muriendo, y la oficina quedó cerrada con la llegada de nuevas ciudades como Ushuaia o la gentrificación de Bariloche. Pero nadie se animó a demolerla. Los pocos que lo intentaron… —hizo una pausa larga, miró al suelo— …volvieron con ciertas anomalías raras hablando de animales extraños. Enfermedades desconocidas todo eso. Algunos ni recordaban su nombre, en mi opinión este lugar es viejo seria normal que el maldito asbesto genere las enfermedades.

“Una brisa helada se coló por la ventana del bar, moviendo las cortinas. El hombre se estremeció.”
—Por eso, si va a entrar ahí, hágalo de día. Y no toque lo que está detrás de esa puerta. Si el suelo tiembla o el aire se pone espeso, salga. No se quede a escuchar.

Me quedé helado.
Afuera, el sol se hundía detrás de los cerros, tiñendo el horizonte de un rojo profundo, el mismo rojo que aquella puerta llevaba siglos existiendo. Y, por primera vez, empecé a sospechar que el edificio no era solo una ruina olvidada… sino algo que había estado esperando nuevos huéspedes.

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