Sí, tal vez, como vos decías, todo esto fue un error.
Pero de algo estoy segura, vos fuiste quien le dio un final feliz a mi entristecido verano.
Vos fuiste quien con tus poquitos colores, pintó mi otoño gris.
Mucho en mí se modificó desde que erróneamente, decidiste confesarte.
Pusiste en marcha mi afligido y desalentado corazón, acaloraste mi fría piel con tu intensa pasión y endulzaste mis sentidos con tu acaramelada y tierna voz.
Este es el amor que yo deseo, del que yo me alimento, del que me gusta dar.
Desafortunadamente, todo fue efímero, y cuando marchaste, decidí darme ese amor a raíz de la experiencia vivida, porque aquella llama que prendiste en mí, quería mantenerse de forma constante.
Nos conocimos en tiempos imperfectos, en instancias equivocadas, como si una lección para ambos se tratase.
-Y así pasó, eso es lo que quiero creer.-
La mente se hartó y decidió ponerse firme, cansada del caos que este frustrado romance estaba generando, calmó el llanto de mi confundido, chillón y alocado corazón.
Esa pequeña pero vehemente parte de mí, que tanto te recordaba, decidió por enfocarse en amar con calma, paciencia y a ser perseverante, pero antes que todo, a amarse así misma siempre, porque primero ella, segundo también, y después lo y los demás.
Así es, como ese error, me recordó a no olvidarme nunca de mí, a ser mi prioridad, y aunque en este camino jamás me perdí y jamás deje de consentirme, recordé que tan vulnerable me ponían las ausencias, y que tan fuerte e inquebrantable me volvía después de cada duelo.
Una costosa y dura labor, porque fue trabajo de una, y no te voy a mentir, aún sangro de tanto que mi corazón y mi piel te extrañan, más en estas frías noches de invierno.
No me arrepiento de haber(te) sentido tanto, doy fe a que no era el momento correcto, porque nuestros signos de fuego se veían muy bien bailando juntos, pero rodeados de agua estuvimos, y sin darnos cuenta, casi que nos fuimos evaporando.
Yo también cometí el error de haberme confesado, pero como mencioné con anterioridad, no estoy tan arrepentida; encendiste mi fuego y yo aprendí a mantenerlo con vida, sin importar el temporal que se presente.
Me acercarse más a mí.
Gracias, por ser mi error favorito.
Anhelo reencontramos en tiempos mejores, o quizás, en otra vida.
Lo sabré cuando vuelva a ver esos lindos ojos color miel.
Buenos Aires, 2025.
OPINIONES Y COMENTARIOS